Boletín 10: Enero de 1995
Sodoma y Gomorra
{mosimage}La ubicación geográfica de estas ciudades y de las otras ciudades del valle siempre ha sido objeto de especulación y de investigación. Como muchos que están familiarizados con este asunto sabrán, existen varias teorías en relación a este tema.
Una de ellas afirma que las ciudades están bajo el agua, hacia el extremo sur del Mar Muerto. Otra dice que están en una meseta de la costa jordana del Mar Muerto en la que se han hecho cinco descubrimientos arqueológicos.
Sin embargo, estos cinco sitios arqueológicos están en una meseta a quinientos pies de altura (152 m.) y no en un valle como claramente dice la Biblia. Además, son demasiado pequeños para ser ciudades—la mayor tiene diez acres (40 m2) y la que le sigue en tamaño solo dos acres (8 m2).
Ron nunca tuvo la intención de buscar estas ciudades, pero a partir de 1978 hizo muchos viajes en los que atravesó la costa israelí del Mar Muerto, movilizándose entre los lugares en los que estaba trabajando para ese momento. Pero a principios de 1980 se quedó atónito al ver la extraña apariencia de unas “formaciones” por las que pasó durante el recorrido. Estas lucían como murallas y edificios, y tenían un color blanquecino.
Pasaron los años y Ron no hizo nada para satisfacer su curiosidad en relación a estas extrañas “formaciones”; sin embargo, en 1989 recibí una llamada suya desde Israel en la que me decía que creía haber ubicado las cinco ciudades.
Me dijo que estas no estaban concentradas en un solo punto al sur del Mar Muerto; sino que estaban dispersas, separadas por muchas entre sí, desde un poco más abajo del extremo sur del Mar Muerto hasta unas diez millas (16 km.) por encima del extremo norte de este. El había logrado identificar cuatro áreas distintas en el pasado, pero en este viaje había ido mucho más al norte, encontrando un quinto lugar.
Ron y el equipo se adentraron en una de estas áreas y descubrieron algo que lo convenció de que estas formaciones blanquecinas no tenían un origen geológico. Llegaron a un lugar en donde encontraron un camino que se adentraba en medio de esta “ciudad” de polvo blanquecino. En los lugares donde se había extraído este material para abrir el camino, las paredes laterales recién cortadas dejaban ver capas o estratos; pero no se trataba de capas geológicas, porque en algunas partes estas capas hacían giros o “remolinos”.
¿Cuál era la ubicación de estos lugares?
Si buscamos en la Biblia detalles de la ubicación de estas ciudades, encontramos que cuatro de ellas estaban dentro de los límites de los cananeos:
“Y su territorio se extendió desde Sidón hasta Guerar y Gaza, y en dirección de Sodoma, Gomorra, Admá y Zeboyín, hasta Lasa” (Gén. 10:19).
Si vemos un mapa, encontraremos que es extraño que se nombren a Sodoma, Gomorra, Admá y Zeboyín si todas estaban en el mismo lugar al sur del Mar Muerto. Lo lógico sería que las ciudades estuviesen ubicadas por lo menos a cierta distancia para que hayan sido incluidas en la descripción bíblica de los límites de Canaán.
No estaban ubicadas como tradicionalmente se cree
Contrariamente, la ubicación que dio Ron de los lugares que identificó muestra que estos estaban separados entre sí por una distancia de cincuenta millas o más, un concepto que a primera vista luce un poco descabellado. A mi me eran familiares las teorías aceptadas comúnmente de que las ciudades estaban agrupadas en un solo lugar y debo confesar que esta idea nunca me pareció incorrecta. Así que procedí a ubicar cada uno de estos lugares en el mapa, según él me había explicado. Fue Zeboyín, el último de ellos, el que me pareció más halado de los cabellos. Ron decía que estaba ubicada a muchas millas por encima del extremo norte del Mar Muerto, más allá de Jericó. Busqué en mi Biblia pistas que me guiaran y encontré una muy interesante en 1 Samuel:
“Él y su hijo Jonatán, junto con sus soldados, se quedaron en Gueba de Benjamín, mientras que los filisteos seguían acampados en Micmás. Del campamento filisteo salió una tropa de asalto dividida en tres grupos: uno de ellos avanzó por el camino de Ofra, hacia el territorio de Súal; otro, por Bet Jorón; y el tercero, por la frontera del valle de Zeboyín, en dirección al desierto. (1 Sam. 13:16-18).
Al examinar el mapa, vi que esta descripción de las compañías filisteas saliendo de Micmás ubicaba a una de ellas yendo hacia el norte, a otra al oeste y a otra directamente hacia el este; esta última en dirección al llamado valle de “Zeboyín”, ¡el mismo lugar en donde Ron había descubierto el último de estos sitios! Suena lógico que el nombre de la ciudad haya permanecido a pesar de que esta había sido destruida hacía mucho tiempo, tal como sucedió con el Monte Sodoma, que aún se llama igual que la ciudad que una vez estuvo allí. Israel había desplazado a los cananeos y Zeboyín era una ciudad fronteriza de Canaán. Sus restos hechos cenizas aún pueden verse en los límites de Israel.
En 1989 vistamos el sitio que está ubicado a un costado de Masada y tomamos muestras del material blanquecino, que al solo agarrarlo se hacía polvo en nuestras manos como talco. ¡Sin duda parecían cenizas! Aunque no estábamos claros sobre qué haríamos con esta información. Después de todo, estos lugares habían estado a la vista de todos desde su destrucción alrededor del año 1897 a.C. ¿Qué pensaban la gente que eran?
Le pregunté a varias personas que filmaban un comercial de unos blue jeans qué pensaban ellos que eran estas formaciones en las que se encontraban y me respondieron que estas se habían formado cuando el Mar Muerto cubría toda el área en el pasado. Interesante respuesta. Cuando mandamos a examinar el material blanquecino en varios laboratorios, se nos informó que se trataba de cenizas.
Varios geólogos que consultamos nos dijeron que cualquier área que haya estado sumergida en el agua debía contener BARRO. El material blanquecino no contenía barro, pues nunca había estado bajo el agua.
Pero lo más importante es que si el área entre el Mar Muerto y las montañas hubiese estado alguna vez bajo el agua, estas formaciones estarían distribuidas uniformemente por toda el área que estaba cubierta. Sin embargo, esto no era así. Las formaciones estaban aisladas. ¿Qué debíamos hacer? No sabíamos. Todos concordábamos en que sería difícil tratar de convencer a cualquier persona de que estas eran las ciudades destruidas si no teníamos evidencia conclusiva.
Lot vio el “Valle del Jordán” desde Betel
Invertimos todo el tiempo posible para aprender lo más que pudiésemos de las Escrituras. La teoría de Ron ciertamente contradecía las teorías conocidas. Él estaba ubicando estas ciudades desde un extremo del Mar Muerto hasta el otro, e incluso más allá. En las Escrituras encontramos algunas pistas interesantes. Hemos resumido algunos de estos versículos para que la lectura vaya al grano de lo que deseamos demostrar. Por favor lea los versículos completos en su propia Biblia:
“Abram regresó […] hasta Betel […] entre Betel y Hai. En ese lugar había erigido antes un altar, y allí invocó Abram el nombre del Señor” (Gén. 13:2-4).
Aquí vemos que cuando Abraham regresó de Egipto se dirigió a la región de Betel y que con él estaba su sobrino Lot. Para ese momento ya se había tomado la decisión de que se separaran porque sus rebaños simplemente no cabían en el lugar en donde estaban, que albergaba también los rebaños de los habitantes de la región. Así que Abraham le dio a Lot la opción de que escogiera él primero:
“Lot LEVANTÓ LA VISTA Y OBSERVÓ QUE TODO EL VALLE DEL JORDÁN, hasta Zoar, era tierra de regadío, como el jardín DEL SEÑOR o como la tierra de Egipto. Así era antes de que EL SEÑOR destruyera a Sodoma y a Gomorra. Entonces LOT ESCOGIÓ para sí todo EL VALLE DEL JORDÁN, y PARTIÓ HACIA EL ORIENTE. Fue así como Abram y Lot se separaron. Abram se quedó a vivir en la tierra de Canaán, mientras que LOT SE FUE A VIVIR ENTRE LAS CIUDADES DEL VALLE, ESTABLECIENDO SU CAMPAMENTO CERCA DE LA CIUDAD DE SODOMA” (Gén. 13:10-12).
Mientras estaban en la región de Betel—obviamente sobre una colina— Lot miró y vio el valle del Jordán. Pero este no está cerca de allí, y a causa de las montañas, solo pudo ver su extremo norte, y no tan al sur, en donde estaban Sodoma y Gomorra. A finales del siglo XIX, un autor corroboró esto personalmente y escribió:
“Lo que puede verse son el extremo norte del Mar Muerto, el valle del Jordán y el río que fluye como un cordel azul a través del verde campo. Las colinas de Engedi tapan completamente la vista del extremo sur del mar; pero como mencioné, puede verse el extremo norte—por donde corre el Jordán— y unas dos o tres millas de mar. Yo me di a la tarea de recorrer todas las colinas de Betel y corroborar esto” (La Biblia y los descubrimientos modernos, por Henry A. Harper, quien fue miembro de la Fundación Asociación de Exploración Palestina, 1891).
Esto significa que el área que Lot vio FUE el extremo norte del área que ahora ocupa el Mar Muerto. Cuando viajó al ESTE, ese fue precisamente el lugar a donde fue. Después dice que “se fue a vivir entre las ciudades del valle” que no es una ubicación específica, y que estableció “su campamento cerca de la ciudad de Sodoma” o que se dirigió en esa dirección. Más tarde nos damos cuenta de que se estableció en esa ciudad.
Así, el relato bíblico muestra que el “Valle del Jordán” cubría una gran área, ya que su extremo norte fue lo que pudo contemplar Lot. Después dice que Lot vivió en las “ciudades del valle” y que estableció “su campamento cerca de la ciudad de Sodoma”. Tal vez se trata de una descripción de los viajes de Lot y de su establecimiento en otras ciudades antes de continuar rumbo hacia Sodoma, en donde se residenció permanentemente.
Sabemos que Lot tenía muchos animales, ya que esta fue la razón principal por la que se tuvo que separar de Abraham en vista de que sus rebaños no cabían juntos donde vivían en Betel. De esta forma, Lot viajó por el valle, lentamente, con todos sus rebaños. En donde quiera que se detenía necesariamente debía tener suficiente espacio y pasto para sus animales. Cuando llegó finalmente a Sodoma, su situación era la misma, por lo que la ciudad de Sodoma debió haber tenido extensas áreas a su alrededor. Los lugares que Ron estudió están a muchas millas de distancia uno del otro, con mucho espacio disponible entre ellos.
¿Qué debería haber en ellos?
El relato bíblico habla de una conflagración en la que llovieron esferas de azufre del cielo (desde la atmósfera) que consumieron completamente las ciudades.
“Entonces el Señor hizo que cayera del cielo una lluvia de fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra. Así destruyó a esas ciudades y a todos sus habitantes, junto con toda la llanura y la vegetación del suelo” (Gén. 19:24-25).
La única mención de la condición de los restos de las ciudades durante el tiempo de Cristo fue escrita por Pedro:
“Además, condenó a las ciudades de Sodoma y Gomorra, y las redujo a cenizas, poniéndolas como escarmiento para los impíos” (2 Ped. 2:6).
Este versículo está lleno de información: por un lado, nos dice que las ciudades estaban reducidas a CENIZAS. Esta parece la conclusión lógica, ya que fueron destruidas por fuego. Sin embargo, quienes apoyan la teoría de las cinco ciudades en el lado jordano del Mar Muerto (Bab edh-Dhra, Numeira, etc.) han fallado en demostrar de qué forma estas están reducidas a cenizas. Ciertamente se han encontrado en ellas algunos artefactos quemados, pero también se han encontrado alimentos y otros artículos intactos. Pedro afirma que están reducidas a cenizas y que quedaron como “escarmiento” para los “impíos”. La palabra griega que se traduce como “escarmiento” es “hupodeigma”, que implica algo “que es visible”, es decir, que están literalmente A LA VISTA. Judas también escribió de manera similar, poniendo a las ciudades como ejemplo de lo que le sucederá a los impíos:
“Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas son puestas como escarmiento, al sufrir el castigo de un fuego eterno, por haber practicado, como aquéllos, inmoralidad sexual y vicios contra la naturaleza” (Jud. 1:7).
Nuevamente, la palabra usada es “deigma”, que implica algo que se ve, algo tangible, cuya raíz es “deiknumi” que significa “mostrar”. Contamos también con registros adicionales de estas ciudades de parte de Josefo, en su obra “La guerra de los judíos”, libro IV, capítulo VIII:
“Este país fue tan consumido por el fuego, que nadie quiere ni acercarse […] en el pasado esta fue una tierra feliz, tanto por los frutos que producía como por la riqueza de sus ciudades, pero ahora está completamente consumida. Se cuenta que fue destruida con relámpagos, dada la iniquidad de sus habitantes; y que por eso, LOS RESTOS DE ESE FUEGO DIVINO Y LAS SILUETAS DE LAS CINCO CIUDADES AÚN PUEDEN VERSE”
{mosimage}La descripción de Josefo describe perfectamente lo que se encuentra en estas cinco ciudades de cenizas. Con su característico color blanquecino, las sombras y siluetas muestran las características visuales de ciudades y murallas antiguas.
La destrucción de estas ocurrió hace unos 3.900 años, por lo que es ciertamente impresionante que aún quede esta acumulación de cenizas. Sabemos que fueron destruidas de manera divina, pero al parecer, también su preservación ha sido sobrenatural. Las estructuras no están compuestas de la clase de cenizas que normalmente conocemos, que sale volando con el viento. Se trata de cenizas compactas con una textura exterior “tostada” que al apretarse, se convierten en polvo.
La combustión es un proceso químico. Nos documentamos al respecto y descubrimos que el estudio del francés Lavoissier sobre la naturaleza del oxígeno y la combustión surgió cuando descubrió que una sustancia quemada con azufre produce cenizas MÁS PESADAS que dicha sustancia antes de haberse quemado. Un estudio más detallado sobre este asunto se haría muy largo y complicado para ser explicado acá. Sin embargo, este indica claramente que el evento que destruyó estas ciudades fue el resultado de una reacción química cuidadosamente controlada que ocurrió MUY rápidamente, pero con un equilibrio tal que no resultó en una explosión.
La rapidez de la reacción de estas ciudades (y de todo el valle) al fuego se comprueba en los acontecimientos cronológicos del relato bíblico. Sabemos que no ocurrió nada hasta que Lot y su familia habían salido completamente de Sodoma y habían llegado a Zoar:
“LOT LLEGÓ A ZOAR CUANDO ESTABA AMANECIENDO. Entonces el Señor hizo que cayera del cielo UNA LLUVIA DE FUEGO Y AZUFRE sobre Sodoma y Gomorra” (Gén. 19:23-24).
El sol ya había salido cuando comenzó la conflagración:
“Al día siguiente Abraham MADRUGÓ y regresó al lugar donde se había encontrado con el Señor. Volvió la mirada hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la llanura, Y VIO QUE DE LA TIERRA SUBÍA HUMO, COMO DE UN HORNO” (Gén. 19:27-28).
Cuando Abraham se levantó vio que el cielo estaba lleno de humo negro. En vista de que tenía manadas que atender, nos imaginamos que había madrugado como de costumbre, para descubrir la destrucción que finalizaba.
Una de las características interesantes de estos lugares son las capas o estratos presentes en TODAS las estructuras de cenizas. Miles de capas de poco grosor pueden verse por doquier. En los fuegos de alta temperatura, o en las llamas muy calientes que contienen metales álcalis o metales alcalinotérreos (como el sodio o el calcio) los iones positivos y negativos se atraen y se repelen, creando este efecto de capas. Sabemos que las llamas tienen que estar extremadamente calientes a fin de fundir completamente piedras y metales; y sabemos que hay una gran cantidad de sodio (sal) en la región. De hecho, el Mar Muerto tiene la mayor concentración de sal en un cuerpo de agua en la tierra. El mayor domo de sal del mundo, el Monte Sodoma, está también en el área.
¿Fue destruida ZOAR?
Un complejo dilema surgió cuando Ron encontró cuatro lugares en vez de cinco. El relato bíblico cuenta que a Lot y a sus hijas se les permitió escapar a Zoar para que se resguardaran de la destrucción inminente. Esta quinta ciudad estaba ubicada a solo unas millas del lugar que está más al sur, que pensamos era Sodoma. Entre este pequeño lugar y Sodoma se encontraba parte del Monte Sodoma, algo que concuerda completamente con el relato bíblico.
Cuando la esposa de Lot se detuvo para mirar hacia atrás, fue convertida en una columna de sal, lo que indica que ocurrió otro proceso en el lugar. Cualquiera que haya sido, este proceso convirtió en sal un área particular; y al parecer, la esposa de Lot quedó atrapada en medio de esto. Este quinto lugar es ciertamente pequeño comparado con los otros cuatro, y comprende un cuadrado perfecto. ¿Es esta Zoar? Sabemos que Zoar no fue destruida. La Biblia nuevamente nos da la respuesta:
“Luego, POR MIEDO A QUEDARSE EN ZOAR, Lot se fue con sus dos hijas a vivir en la región montañosa. Allí vivió con ellas en una cueva. Un día, la hija mayor le dijo a la menor: —Nuestro padre ya está viejo, Y NO QUEDAN HOMBRES EN ESTA REGIÓN para que se casen con nosotras, como es la costumbre de todo el mundo. Ven, vamos a emborracharlo, y nos acostaremos con él; y así, por medio de él tendremos descendencia” (Gén 19:30-32).
Por alguna razón, a Lot le dio temor de seguir viviendo en Zoar, así que decidió abandonar el lugar junto a sus hijas. Lo que leemos después es que mientras estaban viviendo en una cueva, sus dos hijas dijeron que no quedaban hombres en la región para que se casaran con ellas, o mejor dicho, para que las dejaran encinta. Esto indica que por algún motivo, después de abandonar Zoar, creyeron que ellos eran las únicas personas en la región. ¿Por qué pensar esto, a no ser que hayan presenciado la destrucción de Zoar? El área que fue afectada por la conflagración que destruyó a Sodoma y Gomorra era extremadamente grande, y a Lot y sus hijas les parecía como que todo había sido destruido, con excepción de la pequeña Zoar.
Mientras estuvieron en Zoar, se dieron cuenta de que sus habitantes eran tan malvados como los de Sodoma, y esperaron su pronta destrucción, que fue exactamente lo que ocurrió. Si esto pasó al siguiente día, o una semana, o un mes después, no podemos saberlo. Sin embargo, Josefo también afirma en el mismo pasaje que citamos anteriormente que “aún pueden verse cinco ciudades”
Estructuras reconocibles de una ciudad
{mosimage}Nuestro siguiente plan era visitar Gomorra, el sitio que estaba mejor preservado, y tratar de identificar los perímetros de los muros de la ciudad y trazar algunas de las calles. La erosión ha hecho estragos durante los pasados 3.900 años, y la verdad, no esperábamos poder hacer demasiado. Pero lo que encontramos fue una verdadera sorpresa.
Cuando nos estacionamos en lo que parecía ser el muro norte de la ciudad y comenzamos a recorrerlo, pronto pudimos ver lo que parecía ser un objeto que se erguía solitario a unos cientos de metros del muro. Cuando nos acercamos, su forma fue obvia: lucía como una esfinge. Desde ella, pudimos ver que habíamos llegado a un lugar en donde “el muro” tenía una abertura que lucía como una entrada, quizá la entrada principal de la ciudad. Al caminar por sus “calles” descubrimos que estas se interconectaban entre sí como en las ciudades modernas. Si estas hubiesen sido solo los surcos dejados por inundaciones pasadas, estos habrían bajado por la montaña en un patrón irregular. Sin embargo, aquí se veía un orden claro.
Otra cosa interesante es que las estructuras (edificios, etc.) parecían estar ubicados en un nivel más alto que donde estábamos caminando y que por debajo de cierto nivel todo lucía como acumulaciones de polvo blanco. Al excavar, descubrimos que estábamos caminando sobre una capa muy delgada sobre el lecho de roca. Esto indica que las ciudades no solo se quemaron, sino que también el polvo del suelo se convirtió en cenizas hasta el lecho de roca mismo. Esto hizo que las calles por las que estábamos caminando se erosionaran hasta un nivel muy por debajo de las supuestas estructuras.
La siguiente cosa que hicimos fue montarnos en el teleférico y subir hasta la cima de Masada, a fin de ver desde arriba los restos del mejor preservado de estos lugares. La carretera que se extiende a lo largo del Mar Muerto y que lleva a Masada atraviesa los restos de Gomorra. Desde la cima de la montaña se revelan características que no se distinguen desde el nivel del piso.
Pueden verse secciones que lucen igual que las plataformas artificiales en los templos de otras ciudades antiguas. Son como “plazas” que contienen estructuras tipo zigurats y enormes “esfinges” de cenizas como la que vimos al principio, aunque mucho más grandes. En áreas en donde el nivel del piso se eleva, las estructuras de cenizas parecen erigirse escalonadas, siguiendo la extensión del terreno.
Los muros que rodean el lugar tienen una característica que nos emocionó: tienen paredes dobles, como las murallas de las ciudades cananeas excavadas en otros lugares. En la abertura que se encuentra en el lado norte de la ciudad (que creemos era la entrada principal), tiene una estructura alta en su parte occidental, como una torre de vigilancia. No hay duda de que estas cosas no eran simples coincidencias, pero ahora Ron pensaba que debía que haber ALGO que probara más allá de toda duda que estas eran las ciudades. ¿Qué cosa? No lo sabíamos; o mejor dicho, sí lo sabíamos, pero no lo entendíamos.
Una evidencia MUY extraña
En agosto de 1990 tomé una pequeña muestra compacta de las cenizas, de unas cuatro pulgadas (10 cm.) de largo, y cuando iba a envolverla para colocarla dentro de un contenedor plástico para jabón, esta se deshizo, revelando algo MUY extraño dentro de ella. Procedí a mostrarle a Ron este extraño objeto que me miraba como si fuera un globo ocular. Por supuesto que no era un ojo, pero estaba inserta en un agujero perfectamente redondo dentro de las cenizas, rodeado de un anillo rojizo de un material duro pero quebradizo. Ron, sin embargo, no tenía idea de lo que era.
{mosimage}Filmamos y fotografiamos todo mientras recorrimos las “calles” del lugar. Cuando regresamos a casa, nos reunimos con Richard Rives, quien había leído el libro de Ron y estaba interesado en la investigación. Richard era dueño de una agencia de viajes, y ofreció conseguirnos mejores tarifas aéreas. Ron le preguntó si le interesaba viajar con nosotros y ayudar con el trabajo de campo. Él se mostró muy interesado, y dos meses después, en octubre de 1990, ambos viajaron al lugar ubicado a un lado de Masada, que estábamos seguros que era Gomorra.
La evidencia por la que habíamos orado
Habíamos pedido a varios amigos que oraran para que encontráramos la evidencia que necesitábamos. A veces no es fácil para nosotros saber si lo que nos hemos propuesto investigar es algo que el Señor quiere que hagamos o si es un proyecto en el que estamos empeñados personalmente. Todos sabíamos que aquí había algo importante, pero necesitábamos la evidencia “definitiva”.
En octubre, cuando Richard y Ron llegaron, acababa de llover. Esto es algo muy poco común en un área que recibe tan solo de un cuarto a media pulgada de lluvia anualmente. Aún estaba nublado cuando llegaron, circunstancia esta que fue de gran ayuda. El sol reflejado en las cenizas era enceguecedor; pero ahora, gracias al clima, el lugar podía ser visualizado más fácilmente. Caminando por el área, Richard vio lo que parecía como un habitáculo o cueva a cierta altura y le preguntó a Ron si podía investigar. Ellos nunca se habrían adentrado en esa dirección si Richard no hubiera visto esto, pero eso los atrajo allí.
Mientras caminaban, vieron una gran sección de cenizas que acababa de derrumbarse de una estructura, probablemente a causa de la lluvia que acababa de caer en el lugar. Ron se detuvo a examinar, y para su sorpresa, encontró numerosas esferas amarillentas inclaustradas dentro de la sección de cenizas que había colapsado, todas rodeadas de un anillo de textura “tostada” de color rojizo-negruzco.
Al extraer una de estas esferas, reconoció inmediatamente que se trataba de azufre; y al olerlo, quedo convencido. ¡Esta era la evidencia que necesitaba! Por todas partes habían esfera de azufre encapsuladas en cristales quemados. ¡Ahora sabía lo que era “el ojo” que yo había encontrado anteriormente! En este último, sin embargo, el azufre aparentemente se había caído mientras lo transporte durante varias horas.
Al seguir investigando, ahora sabiendo qué buscar, literalmente encontraron estas esfera de azufre en todas partes. Antes no habíamos podido verlas porque las acumulaciones de cenizas sueltas cubrían todo, pero la lluvia había lavado el lugar y había hecho que esta sección se desplomara, revelando estas esfera de azufre dentro de las cenizas compactas. El material rojizo-negruzco alrededor de las esfera de azufre indica que estas estuvieron encendidas en algún momento. Al parecer, estas esfera de azufre cayeron del cielo y atravesaron con su calor lo que encontraron a su paso. Al arder, el material derretido alrededor del azufre se separó de la llama, preservando el azufre en el interior de las cenizas.
Descubrimos que al erosionarse las cenizas compactadas, dejaron expuestas estas esfera de azufre, las cuales se soltaron y cayeron de sus cápsulas, lo que permite encontrarlas esparcidas por todo el lugar. Pero nosotros no habíamos podido verlas anteriormente, porque estaban cubiertas. Comenzamos a investigar sobre el azufre para ver si este había sido hallado en esta misma forma en algún otro lugar.
Richard, Ron y yo fuimos al Museo Smithsoniano y observamos la exposición sobre el azufre en sus diferentes formas, y no vimos esfera de este tipo en ninguna parte. Para asegurarnos, pedimos ver otros especimenes, y se nos mostró la colección completa de azufre, que consistía en más de cincuenta muestras. Nuevamente, no había nada semejante.
En el boletín No. 8 de julio de 1994 discutimos brevemente las cápsulas cristalinas que rodean el azufre. El color rojizo que rodea las esferas cristalinas es resultado del calor. “El color también cambia, pasando de amarillo, hasta rojo oscuro; y finalmente, a negro a los 250º C (482 F). Se considera que la variación en el color y la viscosidad son resultado de cambios en la estructura molecular” (Encyclopaedia Britannica, t 13, p. 816).
ACLARATORIA – En nuestro boletín de julio dice que 250 grados Celsius equivale a 280 grados Fahrenheit, que es lo que dice la enciclopedia. Sin embargo, esto está errado. La cifra correcta es 482 grados Fahrenheit si multiplicamos C por 9/5 y le añadimos 32 grados para obtener el equivalente en F.
La misma enciclopedia explica en el tomo IX, página 660, por qué estas cápsulas que rodean las esferas de azufre tienen una estructura cristalina:
“El azufre monoclínico o prismático que se obtiene cuando el azufre líquido se enfría lentamente, consiste en cristales largos en forma de aguja”.
Un reporte anterior sobre las esferas de azufre
El azufre en esta forma pura en esferas simplemente no se encuentra en ninguna otra parte de la tierra, sino en esta región, hasta donde nosotros sabemos. Se ha reportado que estas se han encontrado muy al norte, lo que verifica la creencia de Ron de que el valle era bastante grande. Hemos hablado con numerosos geólogos y químicos sin decirles por qué lo preguntábamos. Sin embargo, parece que no fuimos los primeros que descubrimos estas esferas de azufre en la región. Cuando William Albright y Melvin Kyle se propusieron encontrar las ciudades de Sodoma y Gomorra en 1924, también encontraron estas esferas de azufre. Sin embargo, ellos buscaron las ciudades en el extremo sur del Mar Muerto:
“En una región donde llovió azufre debe encontrarse azufre. Pues, eso es precisamente lo que hay: encontramos azufre puro, en trozos tan grandes como la punta de mi pulgar. Está mezclado con las margas de la montaña en el lado occidental del Mar Muerto y también se le encuentra esparcido por la costa del Mar Muerto, incluso en el lado oriental, a unas cuatro o cinco millas (entre 6 y 8 km.) de distancia del saliente que contiene el estrato. De alguna manera se han esparcido a lo largo y ancho del valle” (Exploration at Sodom, Dr. Melvin Kyle, 1928, pp. 52-53).
Influenciados por el error común de que las ciudades estaban ubicadas en el extremo sur, estos hombres efectivamente estaban en el lugar, pero lo catalogaron como “marga”, es decir, un depósito de piedra caliza arenosa que se usa como fertilizante en suelos deficientes en piedra caliza. La razón por las que estas esferas de azufre se encuentran esparcidas por todo el valle es simple: la Biblia dice que toda la llanura sufrió el embate de la destrucción de las ciudades.
“Así destruyó a esas ciudades y a todos sus habitantes, junto con toda la llanura y la vegetación del suelo” (Gén. 19:25).
Nuestra siguiente tarea era investigar cada una de las cinco ciudades para asegurarnos de que las esferas de azufre se encontraban presentes en todas. Ron y el equipo completaron este estudio excepto en uno de los lugares: “Zeboyín” al norte de Jericó. En enero de 1991 este lugar estaba más allá de la cerca que limita la “zona neutral” a lo largo del río Jordán. Debido a la cerca de alambre de púas que impide acceder al lugar, decidimos esperar a que llegaran mejores tiempos. “Zoar” está ubicada de este lado del límite, muy cerca del punto de control, y no queríamos llamar la atención sobre nuestra presencia, por lo que la exploramos con mucha cautela. Allí encontramos las esferas de azufre expuestas a la vista en las estructuras de cenizas.
Sin duda Sodoma era el lugar más grande, pero uno de los más difíciles de acceder. Se encuentra ubicada detrás del Monte Sodoma en una planicie que se extiende justo hasta la montaña, por lo que requiere más esfuerzo caminando y escalando para llegar a ella. Allí también encontramos las esferas de azufre.
Como dijimos, los lugares habían sufrido una tremenda erosión, siendo Gomorra el mejor preservado de todos. Admá, en el extremo norte del Mar Muerto, está expuesto a una gran cantidad de viento, pues está ubicado en un área que no está protegida por montañas. Las cenizas allí han adquirido una coloración marrón en su parte exterior, quizá debido a algo en el viento. Cuando alguna sección se desprende, el color blanco puro puede verse en su interior.
Todas estas ciudades, con excepción de Zoar, no eran pequeñas. Eran ciudades habitadas por miles de personas. Sabemos que todo el valle era un área exuberante y hermosa, comparable al jardín del edén en la Biblia.
También sabemos que el río Jordán en ese tiempo fluía por todo el lugar hasta el golfo de Aqaba. Todos los ríos, con excepción de uno que conocemos en África, fluyen hacia el mar, hacia el océano o por lo menos hacia un lago. Cuando existían Sodoma y Gomorra, en el lugar en donde está hoy el Mar Muerto había un valle que estaba lleno de “pozos de asfalto” o betún rebosado. El hecho de que las ciudades estaban en la llanura y no en el valle prueba que estas no estaban cubiertas por las aguas del mar, y también explica algo más:
El “pecado de Sodoma”
La mayoría de las personas asocian a Sodoma y Gomorra con una sola pasión pecaminosa: la perversión sexual. Y esa era su culpa, ciertamente, así como también lo es para un gran número de personas hoy en día y lo ha sido para muchas en el pasado. No obstante, la Biblia menciona que su pecado era otro:
“Tu hermana Sodoma y sus aldeas pecaron de SOBERBIA, GULA, APATÍA, E INDIFERENCIA HACIA EL POBRE Y EL INDIGENTE. SE CREÍAN SUPERIORES A OTRAS, y en mi presencia SE ENTREGARON A PRÁCTICAS REPUGNANTES. Por eso, tal como lo has visto, las he destruido”. (Eze. 16:49-50).
Aquí se nos dice que la raíz de su pecaminosidad estaba en su bienestar, que los condujo a la ociosidad y al desinterés por quienes eran menos afortunados que ellos. Estaban llenos de orgullo y de arrogancia, pensando que ellos eran mejores que los demás.
¿Por qué tenían tanto bienestar? La mención de los “pozos de asfalto” quizá ofrezca la respuesta. El betún era un producto valioso en esos tiempos, pues se usaba extensivamente por todo el mundo antiguo. No solo se usaba como una capa para cubrir ladrillos de barro fundido (como un preservativo), sino que se usaba para hacer morteros, para impermeabilizar objetos como la cesta en la que Moisés fue colocado cuando era bebé. Incluso hoy, según la “Encyclopaedia Britannica”:
“En sus varias formas, el betún es una de las sustancias más ampliamente distribuidas a nivel mundial”
En una de las tablas de Ebla se enumeran ciertas sustancias que serían compradas y su precio en plata, siendo el betún el más costoso. Los habitantes de estas ciudades solo tenían que salir a su “patio” y recogerlo. No había necesidad de trabajo duro. Tenían una “mina de oro” a su disposición. Esto también explica por qué los reyes de las grandes naciones deseaban hacerlos sus vasallos, participar de su abundancia mediante las ganancias de la extracción de este betún.
El betún posiblemente fue una de las causas de las guerras que se daban en el lugar. El betún o “pozos de asfalto” es una reserva de petróleo subterráneo que aflora hacia la superficie. Todas las reservas de petróleo tienen reservas de gas natural asociadas a ellas que a veces también penetran hasta la superficie. Aunque estamos especulando, la región muestra elementos y evidencias que indican que ocurrió algún cataclismo (que incluso hizo que se formara un lago) que bloqueó el río de su flujo continuo y devastó la llanura al punto de que hasta el sol de hoy nada crece en ese lugar.
La evidencia de las tablas de Ebla.
Cuando los archivos de la antigua Ebla (actualmente al norte de Siria) fueron descubiertos en 1975; Giovanni Pettinato, quien fue su traductor, no solo reportó que encontró los nombres de las cinco ciudades de la llanura, sino que estaban en el mismo orden en que las enumera el Génesis. Sin embargo, el gobierno sirio se “encolerizó por el énfasis que se hizo en occidente sobre el supuesto significado bíblico de estas tablas” (BAR Mayo/Junio de 1980, p. 48). Entonces se inició una gran controversia sobre las tablas, que según los sirios estaban siendo usadas para relacionar a los patriarcas bíblicos con la historia siria, algo que ellos no permitirían. Esta diatriba resultó en la renuncia de Pettinato y en una carta en la que se retraía del trabajo de traducción realizado hasta ese momento.
Las tablas revelan evidencia que confirma positivamente el relato bíblico y Satanás está luchando fuertemente para eliminarla. El director de la misión italiana que fue nombrado posteriormente para la excavación de Ebla dio una declaración que muestra por qué Pettinato fue forzado a actuar como lo hizo: “Los alegatos [que relacionan a las tablas de Ebla con la Biblia] fueron propagados por centros sionistas estadounidenses para que fueran explotados con propósitos atroces dirigidos a probar los puntos de vista colonialistas y expansionistas de los líderes sionistas” (Ibíd., p. 49).
Cuando Pattinato se retractó del trabajo realizado, insistió en que la traducción de las dos ciudades de Sodoma y Gomorra era correcta. En vista de las serias objeciones del gobierno sirio, de naturaleza absolutamente política y basadas solo en el intenso odio hacia los israelíes, creo que podemos aceptar confiadamente la evidencia como se publicó originalmente. En su publicación original, él escribe que se menciona a Birsá, el rey de una de las ciudades, tal como lo hace la Biblia:
“Estuvieron en guerra contra los reyes Bera de Sodoma, Birsá de Gomorra, Sinab de Admá, Semeber de Zeboyín, y el rey de Bela, es decir, de Zoar” (Gén. 14:2).
Lo más emocionante de estas tablas es que vienen de una ciudad bien establecida, con un área de 140 acres, que existió durante el tiempo de Sodoma y Gomorra. El relato bíblico revela que Sodoma y Gomorra fueron destruidas 24 años después que Abraham salió de Jarán, que está a unas 150 millas (241 km.) de la antigua Ebla.
Y mencionada en los textos de Ebla, hay ciudades cuyos nombres reflejan los nombres de los familiares de Abraham:
* Phaliga = Péleg
* Til-Turakhi = Téraj
* Nakhur = Najor y
* Jarán
Además, se menciona a “Ur, en la región de Jarán” que es la ciudad de donde salió Abraham originalmente (ver el artículo “Babel” para mayor información sobre este tema).
Sodoma y Gomorra y su destino no es una leyenda. Se trata de un acontecimiento histórico que ocurrió exactamente como lo presenta el relato bíblico. No solo eso, sino que la evidencia, como dijo Pedro, permanece como un “ejemplo a los que habían de vivir impíamente”. Estas dan al mundo constancia de, como escribió Judas, “el castigo de un fuego eterno”. Malaquías escribió acerca de la recompensa final de los impíos:
“Miren, ya viene el día, ARDIENTE COMO UN HORNO. Todos los soberbios y todos los malvados SERÁN COMO PAJA, y aquel día LES PRENDERÁ FUEGO HASTA DEJARLOS SIN RAÍZ NI RAMA —dice el SEÑOR Todopoderoso—. Pero para ustedes que temen mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud. Y ustedes saldrán saltando como becerros recién alimentados. El día que yo actúe USTEDES PISOTEARÁN A LOS MALVADOS, Y BAJO SUS PIES QUEDARÁN HECHOS POLVO —dice el Señor Todopoderoso—“ (Malaquias 4:1-3).