Boletín 17: 30 de septiembre de 1996
Vestigios arqueológicos milenarios: vitales para el entendimiento bíblico
Durante los últimos siglos los eruditos proclamaron que no existía evidencia que corroborara la mayoría de las historias narradas en la Biblia; por lo tanto, esta no era más que una colección de leyendas hebreas. Pero una gran cantidad de evidencia fue surgiendo gracias a los hallazgos arqueológicos, como el descubrimiento de la civilización hitita, que vindicó muchos relatos bíblicos que habían sido catalogados como ficticios. No obstante, después comenzaron a afirmar que los hebreos “copiaron” estas historias de los pueblos de sus alrededores. ¡Cuánta confusión se ha creado tratando de “explicar” las evidencias que comprueban lo que dice la Biblia haciéndolas aparecer como que ocurrieron en una época anterior, y que los hebreos las incorporaron en su “mitología”.
Un buen ejemplo de esto es la evidencia hallada en Jericó. En la década de 1930, el profesor John Garstang excavó Jericó. En 1931 descubrió un cementerio que fue usado por los habitantes de Jericó desde tiempos muy antiguos. Gracias a la protección de la arena del desierto, estas ruinas se mantuvieron en buen estado, libres de la degradación y la corrosión habitual. Al excavar cuidadosamente a través de varios niveles, Garstang logró hallar en 1932 algo que sin ninguna duda confirma el relato bíblico.
Garstang halló una serie de ocho escarabajos con los cartuchos (nombres reales) de los faraones de la décimo octava dinastía, de la cual Amenothep III fue el último rey. Evidencia arqueológica adicional hallada en el lugar mostró que la ciudad dejó de existir en ese tiempo, lo que concuerda perfectamente con el relato de la entrada en la “tierra prometida” (Sir Charles Marston, New Bible Evidence [Nueva evidencia bíblica], pp. 134-137).
Sir Marston habla de un descubrimiento que confirma otro descubrimiento. “La datación lograda por las excavaciones de Jericó nos da mucha luz en relación a un antiguo descubrimiento arqueológico” (Ibíd., p. 210). Continúa hablando de las cartas de “Tel el Amarna” descubiertas en 1887, que están compuestas por más de 300 tablillas de correspondencia entre Egipto y sus estados vasallos en Siria y Palestina. En ellas se habla de ataques e inestabilidad en esas regiones, “pero lo que nos interesa en este caso son unas tablillas que hablan de la invasión simultánea desde el este del Jordán de un pueblo llamado Habiru” (Ibíd., p. 211). Estas cartas estaban dirigidas al último faraón cuyo cartucho fue hallado en los escarabajos de Jericó, así como a su hijo, cuyo nombre está completamente ausente de los escarabajos de Jericó.
Las maravillosas evidencias que Dios ha provisto en los últimos cien años no solo constituyen una prueba sólida de la absoluta confiabilidad de la Biblia, sino que nos brindan luz sobre acontecimientos que se conocían en tiempos antiguos y que nosotros desconocíamos.
Antiguas formas de hablar
En el idioma inglés hay una “unidad de medida” popular conocida como “the rule of thumb” [la regla del pulgar]. Esta expresión vendría a ser el equivalente de nuestra medida “a ojo” en español. Lo curioso de esta expresión inglesa es su origen. En la legislación antigua de Estados Unidos, había una ley que permitía que los esposos golpearan a sus esposas con una vara que no fuese mayor que el tamaño de un pulgar. De allí lo de “regla del pulgar”. Con el paso del tiempo, esta expresión siguió usándose como una “figura retórica”. ¿Pero tiene algún sentido esta frase para una persona extranjera que habla un idioma diferente al inglés y que no está familiarizada con nuestros modismos?
La Biblia fue escrita por hombres inspirados por el Espíritu Santo. Sin embargo, al escribirla utilizaron el lenguaje coloquial de su época, que por supuesto era muy diferente a nuestra manera de hablar moderna. Todos los pueblos del mundo desarrollan “modismos” o expresiones “coloquiales” en sus idiomas. Por ejemplo, cuando se inventaron las primeras copiadoras, la empresa que las fabricaba era Xerox, así que en Estados Unidos se popularizó la expresión “Hazme una xerox de este documento”. Esto es lo que se conoce como “figura retórica”; una palabra, oración o frase “figurativa” cuyo significado difiere de su sentido literal. Algunas “figuras retóricas” son comunes en diferentes idiomas y otras son únicas de un idioma particular. Otras cambian con el tiempo, mientras que otras se transmiten de generación en generación. Los peregrinos, obviamente, no sabían lo que era una “copia xerox”.
Algunas frases o figuras retóricas son como una especie de “taquigrafía del habla”, como por ejemplo el término “mano de obra” que se utiliza para referirse a las personas u obreros que se encargan de hacer el trabajo físico en alguna labor. Este término también lo encontramos en los tiempos bíblicos, donde la expresión “mano” se usaba para representar las obras o acciones de una persona.
A veces el nombre de la persona que realiza la acción suplanta a la palabra que define la acción. Por ejemplo:
“Abraham le dijo: ‘A Moisés y a los Profetas tienen; ¡que los oigan a ellos!’” (Luc. 16: 29).
El pueblo no “tenía” literalmente a Moisés y a los profetas, sino las escrituras inspiradas de estos. Hay idiomas, como el hebreo de los tiempos bíblicos, en los que la frase “tres días y tres noches”, no es literal.
“Como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mat. 12: 40).
Si tomáramos esta frase literalmente, Cristo no habría resucitado el tercer día, sino el cuarto. La Biblia dice claramente:
“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día”.
“Tres días y tres noches” en el idioma hebreo es un período de tiempo que cubre parte de tres días. Este período podría comenzar las últimas cinco horas del primer día, incluir las 24 horas del segundo, y terminar cuatro horas después de haber comenzado el tercero. Pero si lo interpretamos según NUESTRA manera de ver las cosas, lo tomamos como que son tres días literales de 24 horas. Los hebreos no interpretaban los días de esa manera. En el libro de Ester encontramos esta forma de comunicación al referirse a un período de “tres días y tres noches” que claramente no abarca 72 horas:
“Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, ayunad por mí y no comáis ni bebáis durante tres días y tres noches. También yo y mis doncellas ayunaremos, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca” (Est. 4: 16).
La interpretación literal de este versículo sería que Ester, sus doncellas y todos los judíos ayunarían por tres días y tres noches completos, o 72 horas, y ENTONCES entraría “a ver al rey”. Sin embargo, en el capítulo 5, versículo 1 encontramos que ella se presentó frente al rey al tercer día. Cualquier momento del tercer día habrían sido menos de 72 horas; por lo tanto, ni ella ni sus criadas ayunaron por tres días y tres noches completos.
Estas “figuras retóricas” hay que verlas y entenderlas desde varias perspectivas. Muchas veces pueden entenderse en el “contexto” o relacionándolas a otros pasajes bíblicos del mismo tema. A veces pueden discernirse por otros documentos no bíblicos de la misma época o región. En otros casos se usa un lenguaje figurado con un propósito divino. Al referirse al Mesías futuro, David escribió:
“Abriré mi boca en proverbios; hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos” (Sal. 78: 2).
En efecto, Cristo le habló a la multitud SOLO en parábolas, las cuales eran símbolos explicativos de principios divinos:
“Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba” (Mat. 13: 34).
Muchas de las cosas que dice la Biblia sí son literales, pero mucho también está escrito en lenguaje figurado. Como las parábolas de Cristo, las grandes verdades se expresan en términos que simplemente no son literales, pero dejan absolutamente claro lo que significan.
Así como nosotros tenemos la expresión “mano de obra”, hay cientos de ejemplos bíblicos similares. La palabra “frente”, por ejemplo, se usa de manera figurada en este versículo:
“Pero tú tenías frente de ramera, no quisiste avergonzarte” (Jer. 3: 3).
Esta amonestación a Israel significa que el pueblo le fue infiel a Dios y no tenía ninguna clase de remordimiento por sus malas acciones. La palabra “frente” representa la conciencia de la persona, ubicada en el cerebro, detrás de la frente; lo que es realmente la persona: su moral, su carácter. La ramera no tenía vergüenza, consentía todos sus actos, a diferencia de alguien que ha sido forzado a actuar en contra de su voluntad.
Entender estos conceptos nos ayuda a tener un mejor entendimiento de la conocida “marca de la bestia” que según la Biblia se recibe en la mano o en la frente. La implicación, como ahora la entendemos, es que esta marca no es una marca visible o literal, sino más bien una acción Recibirla en “la mano” significa que la persona actúa, aunque no necesariamente está convencida de que lo que hace es correcto. Recibirla en “la frente” significa que la persona actúa sin ninguna clase de remordimiento o arrepentimiento; como la ramera, que no sentía vergüenza y realizaba sus acciones a conciencia.
Esto puede verificarse en el hecho de que el “sello” (o marca) de Dios SOLO se recibe en la frente:
“Se les dijo que no dañaran la hierba de la tierra, ni ninguna cosa verde, ni ningún árbol, sino sólo a los hombres que no tienen el sello de Dios en la frente” (Apoc. 9: 4).
Quien recibe la marca de Satanás, podría estar convencido o no de que lo que hace es correcto. Podría estar incluso CONSCIENTE de que está equivocado, pero la recibe por miedo a alguna clase de represalia física o temor a perder sus propiedades. La marca o sello de Dios, por el contrario, solo es recibida por aquellos que la aceptan basándose en su fe en Dios; es decir, estas personas saben en qué creen y por qué. Están convencidos.
El “sello de Dios” y la “marca de la bestia” son dos acontecimientos que separan a aquellos que son leales a Dios de quienes son leales a Satanás o “la bestia”. Los que son leales a Satanás reciben su marca aceptando totalmente el principio detrás de la acción (recibirla “en la frente”) o simplemente actuando A SABIENDAS de que no están haciendo lo correcto (recibirla “en la mano”).
El pueblo de Dios solo recibe la marca de una manera: mediante su fe absoluta en sus convicciones. Nadie recibe el sello de Dios en su “mano”.
Es algo para pensar.
El cruce del Mar Rojo
En relación a este tema hemos seguido nuestras investigaciones y obtenido nuevos datos que indican que el lugar del cruce del Mar Rojo es más ancho y profundo. Se ha generado un nuevo interés en el golfo de Aqaba gracias a la nueva cooperación entre Jordania, Israel y Egipto para promover el turismo en la región (el golfo está rodeado por Egipto al oeste, Israel y Jordania al norte y Arabia Saudita al este). Algunas preocupaciones sobre la seguridad ambiental han resultado en la creación del “Ministerio del Ambiente” israelí, que está creando un plan de contingencia nacional en caso de derrames de petróleo, algo que sería desastroso en este lugar. El derrame del Exxon Valdez en Alaska fue de 45 mil toneladas, pero para barrer con la belleza natural del Golfo de Aqaba solo se necesitarían dos mil toneladas de petróleo, según sus estimados.
Pero lo más interesante es que están planificando un extensivo programa de investigación científica en el golfo, porque “aún no se cuenta con información oceanográfica básica de este lugar”, según Yuval Cohen, director general del Instituto de Investigación Oceanográfica y Limnológica de Haifa. Las tensiones en la región entre sauditas, jordanos, egipcios e israelíes han traído como consecuencia que se tenga un conocimiento limitado del lecho marino del golfo. Como el conocimiento de las profundidades, de las características submarinas y de las corrientes marinas es vital para entender cómo manejar cualquier potencial derrame de petróleo, es muy probable que se realicen investigaciones más detalladas en este sentido en el futuro próximo. Los “sondeos” y mediciones que se han realizado hasta la fecha han resultado poco confiables por varios factores, pero principalmente está el hecho de que el golfo es profundo y angosto (tan solo 30 km. en su punto más ancho).
Nosotros contactamos a cada instituto oceanográfico que pudimos buscando la información más reciente y exacta. Se nos proveyó información de la base de datos ETOP05 que supuestamente es la más precisa de todas. Sin embargo, los datos no son tan detallados como hubiésemos querido (ver “Liberación de datos 88-MGG-02, relieve digital de la superficie de la tierra. NOAA, Centro Nacional de Datos Geofísicos, Boulder, Colorado).
Lo que SÍ muestran los datos obtenidos es un “parche” en el lecho marino que va desde Nuweiba hasta la costa de Arabia Saudita, y que tiene de 300 a 320 pies (91 a 97 m.) en su punto más profundo. Esta estructura natural solo tiene de 7 a 10 millas (11 a 16 km.) de ancho. Grandes grietas en el terreno se extienden a cada lado a casi 3 mil pies hacia el norte (más de 900 m.) y 5 mil (más de 1.500 m.) hacia el sur. Estos nuevos datos son fascinantes, pues muestran de manera definitiva un puente natural que atraviesa el golfo de lado a lado, el cual podría ser caminado sin ningún problema si quitásemos el agua. Cuando estos datos digitales se transfirieron a un programa de cartografía topográfico, se creó un modelo en 3-D del lecho marino del golfo. Como 300 pies (90 m.) es una profundidad muy pequeña para mostrarse en un mapa que cubre miles de millas cuadradas, lo hemos exagerado un poco para mostrar sus características. Las profundidades están a escala. Abajo podemos ver el modelo digital:
<images/crossing.jpg> haga click en la cámara para poder verlo
Abajo vemos un área de un mapa que muestra las nuevas profundidades. Las líneas de contorno son de un mapa israelí usando los datos de ETOP05 (las profundidades se muestran en metros).
El monte Sinaí
Durante años, el asunto del “Monte Sinaí” (Jebel el Lawz, al noroeste de Arabia Saudita) ha sido una de las mayores preocupaciones de Ron. Tal vez una de sus mayores frustraciones es saber todo lo que hay allí y no poder obtener la documentación. Él y sus hijos fueron hechos prisioneros en 1984 después de entrar ilegalmente a Arabia Saudita y acercarse a la montaña. Se les acusó de ser espías israelíes. Entonces, en 1985 se le permitió visitar legalmente el lugar para investigarlo de una manera relativamente completa, pero lamentablemente toda la documentación recopilada le fue confiscada antes de abandonar el país. Se le prometió que todo le sería devuelto cuando regresara y completara la excavación del lugar, pero esto no ha sido posible ya que le han negado reiteradamente los permisos para hacerlo.
Sin embargo, hace varios años y de una manera que podríamos calificar de milagrosa, una serie de acontecimientos permitieron recuperar gran parte de la documentación, no solo de la montaña, sino del área circunvecina. Muchos de ustedes han leído esta historia en uno de nuestros boletines anteriores, que también aparece en la publicación Discoveries Volume [en inglés]. La evidencia es asombrosa, a pesar de que lo que se sabe sobre la historia del área es extremadamente limitado. Hasta hace solo unos años se hacía prácticamente imposible hallar buenos mapas del área, pero hoy en día pueden conseguirse imágenes satelitales detalladas.
Hemos invertido cientos de horas estudiando las fotos y los videos, y hemos tratado de “compactar” toda la información básica en un reporte sencillo que cubre los puntos más importantes. De esta manera podemos exponer claramente todo el tema a través de una variedad de fotos y diagramas con leyendas. El problema principal es que lo único que hay allí son rocas, y no es fácil distinguir algunas cosas de cerca. No obstante, en las fotos tomadas a distancia pueden distinguirse las estructuras claramente. ¡Esperamos que este reporte sea revelador y emocionante como lo ha sido para nosotros prepararlo!
La teoría de Ron de que Madián y el Monte Sinaí estaban en Arabia Saudita “no es tan descabellada”. Así lo escribió Rene Noorbergen en su libro “Tesoros de las razas perdidas”. A través de las edades, la ubicación de Madián como parte de Arabia ha sido apoyada por numerosos escritores y eruditos. “Las referencias bíblicas que conectan al Sinaí con el monte Seir, Edóm y la tierra de Madián parecen ubicar claramente esta región al este del Golfo de Eliat (Golfo de Aqaba), como lo señalan Beke (1834), Walllhausen (1886), Sayce (1894), Moore (1895), Shede (1897), Gall (1898), Gunkel (1903), Edward Meyer (1906), Schmidt (1908), Gressmann (1913), Haupt (1914) y Alois Musil en ‘The Northern Hegaz’ (1911)” (C. C. Robertson, On the Track of the Exodus [En la ruta del éxodo], p. 87).
Pero algunos no parecen darse cuenta de que el Monte Sinaí también está en Madían:
“Apacentando Moisés las ovejas de su suegro Jetro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Allí se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego, en medio de una zarza. Al fijarse, vio que la zarza ardía en fuego, pero la zarza no se consumía […] Dios le respondió: ‘Yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte’” (Éxo. 3: 1, 2, 12).
Pero la referencia bíblica más directa sobre la ubicación del Monte Sinaí es la dada por el apóstol Pablo al presentar la “alegoría” de los dos pactos:
“Pues Agar es el monte Sinaí, en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, ya que esta, junto con sus hijos, está en esclavitud” (Gál. 4: 25).
Algunos han tratado de explicar esto diciendo que durante el tiempo de Moisés, la península del Sinaí era considerada “Arabia”. No obstante, la evidencia egipcia antigua prueba que esta región desolada siempre estuvo bajo el control de Egipto.
“La zona al oeste a partir de cierta línea en el Uadi de Egipto hasta el Golfo de Eliat (Golfo de Aqaba) siempre ha pertenecido a la esfera política de Egipto, y actualmente es el límite del país […] los habitantes del sur de Arabia llamaban a esta región Msr, como Misraim, Egipto” (James A. Montgomery, Arabia y la Biblia, p. 31).
Cuando Ron estuvo en Jebel el Lawz en 1985, escuchó de los mismos pobladores de la zona la tradición de que Jetro (el suegro de Moisés) vivió en el noroeste de Arabia Saudita. Muchos otros visitantes al área también ha escuchado las leyendas de que Jetro y su familia vivieron en Al-Bad, que está ubicada al suroeste de Jebel el Lawz, a unas diez millas del Golfo de Aqaba.
Podríamos seguir dando referencias que apoyan la tradición de que Jetro y Moisés vivieron en la región, pero como sabemos, la tradición es de utilidad limitada. Los judíos, los árabes y los cristianos tienen tradiciones diferentes sobre dónde descansó el arca de Noé; pero las pruebas se obtienen solo de la evidencia. Para nosotros no hay duda de que Jebel el Lawz es la montaña santa, el Monte Sinaí. La evidencia que Ron encontró en la montaña es suficiente, pero aparte de eso la otra evidencia en la región concuerda perfectamente con el relato bíblico.
Del Mar Rojo al Monte Sinaí
Con el descubrimiento del Monte Sinaí queda una pregunta pendiente: ¿Qué ruta tomó el pueblo de Israel desde que atravesaron el mar hasta llegar a la montaña? A primera vista parece una pregunta fácil de responder, porque hay un largo uadi (así se designa al lecho seco de un río en esta área) llamado Wadi al Hasha que va desde la playa en la costa árabe directamente hasta otro gran uadi que desemboca en el área de la cadena montañosa de Jebel el Lawz. Cuando Refidim, el último campamento antes de llegar al monte Sinaí fue armado, también estaba en línea recta con el uadi que venía del mar. Pero hay un versículo que indica que la multitud no viajó directamente a la montaña. Números 33: 10 dice que ellos abandonaron Elim, la segunda parada que se menciona después de cruzar el mar rojo, y que después “acamparon junto al Mar Rojo”.
Ron le había pedido a nuestros amigos en Arabia Saudita, quienes filmaron la montaña por él, si ellos podían “explorar” toda la región. Ellos regresaron a la región varias veces y lograron excelentes tomas de sus viajes, incluyendo sus travesías a través de varios de estos uadis. De sus viajes y mapas tenemos información precisa de la región y creemos que finalmente podemos seguir con bastante fidelidad la ruta, al menos a gran escala.
Refidim fue el último campamento antes de llegar al Monte Sinaí, Más adelante presentaremos la evidencia que creemos prueba la ubicación de este lugar. La Biblia menciona otros cuatro lugares donde acamparon antes de llegar a Refidim: Mara, Elim, Dofca y Alús. No contamos con otras referencias que nos ayuden a ubicar a Mara con precisión, que fue el lugar donde encontraron “agua amarga”. ¿Se trataba acaso de un rió o de un lago? Ni en Éxodo 15: 23-26 ni en Números 33: 8-9 se especifica esto. De Elim, sin embargo, sí se da una mejor descripción:
Salieron de Mara y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas y setenta palmeras; allí acamparon (Núm. 33: 9).
Nuestros amigos nos mencionaron que una de las cosas que más les llamó la atención de la región del noroeste de Arabia Saudita fue la total ausencia de palmeras, especialmente si consideramos lo abundantes que estas son en Egipto. Esta característica haría que un oasis como el que se menciona en el versículo no pasara desapercibido. Pero no hay palmeras en los uadis que atraviesan el área desde la costa del mar y se adentran hacia el este. Esta circunstancia nos hizo concluir que ellos no tomaron esa ruta directa, sino otra. El relato bíblico nos da cierta información que indica que ellos no viajaron directamente desde la costa hacia el este:
“Salieron de Elim y acamparon junto al Mar Rojo” (Núm. 33: 10).
Este versículo me hizo pensar durante un buen tiempo. ¿Significaba esto que después que la multitud caminó durante días, regresó de nuevo a la costa del Mar Rojo? Esto no tenía sentido para nosotros. Lo único que pudo haber sucedido aquí es que comenzaron a viajar hacia el norte o hacia el sur, y terminaron en la costa del Mar Rojo, pero en otro lugar de la costa. Si se hubiesen dirigido al norte, habrían salido del área de Jebel el Lawz. En cambio, si se dirigieron al sur, se habrían mantenido en la misma área general. Aunque la costa del lado de Arabia Saudita en el lugar del cruce es incluso más grande que la playa de Nuweiba en el lado egipcio, esta está bloqueada por montañas hacia el sur que se extienden hasta el mar. Estas montañas continúan a lo largo de la costa por más de 15 millas (24 km.) hacia el sur. Después comienza nuevamente la playa. Entre estas montañas hay varios uadis que zigzaguean en dirección norte-sur, comenzando desde la playa donde terminó el cruce y terminando al otro lado de las montañas, donde encontramos otra playa.
Elim
Dos de estos uadis que atraviesan las montañas de norte a sur son lo suficientemente grandes como para poder viajar por ellos. Ambos terminan al sur, donde se encuentran con otro uadi que corre en dirección este-oeste. En el lugar donde estos tres uadis se encuentran hay un inmenso oasis con cientos de palmeras y doce pozos de agua. El oasis es tan grande, que ocupa todo el ancho del uadi. Los pozos están ubicados de manera aleatoria y aún proveen agua hoy en día. Estos recientemente fueron remodelados en concreto. No tenemos dudas de que este es el “Elim” bíblico. Las 70 palmeras se han multiplicado y ahora hay cientos de sus descendientes adornando esta región extremadamente desolada y árida.
Ahora teníamos claro el camino que Moisés y la multitud tomaron. Cuando se alejaron de la costa después del cruce, NO tomaron la ruta directa que los habría llevado directamente a Refidim. Más bien tomaron un uadi que los llevó al sur a través de las montañas que se extienden por la costa. Pero, ¿por qué hicieron eso?
El éxodo y Refidim
¿Por qué no tomaron la ruta directa?
El pueblo no estaba siendo guiado por Moisés, sino por la “columna de fuego” en la noche y por “la nube” en el día. Cuando salieron de Egipto, en vez de tomar una ruta directa, Dios los llevó por otro camino por el peligro que representaban los filisteos:
“Luego que el faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca, pues dijo Dios: ‘Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y regrese a Egipto’. Por eso hizo Dios que el pueblo diera un rodeo por el camino del desierto del Mar Rojo” (Éxo. 13: 17, 18).
Aunque estaban libres del peligro de los filisteos, había otro peligro latente: los amalecitas. Este pueblo feroz y combativo era descendiente de Amalec, el nieto de Esaú. Si el pueblo de Israel hubiese tomado la vía del uadi principal, habrían llegado pronto a una llanura abierta, quedando expuestos por todos los flancos. Al llevarlos entre las montañas en una dirección sur, Dios los estaba protegiendo de este enemigo, al menos por ese momento.
En Elim se reabastecieron de agua y luego acamparon junto al Mar Rojo, a solo unas pocas millas hacia el oeste. Cuando retomaron el avance, se dirigieron hacia el este a través de otro uadi que va en dirección este-oeste hasta llegar al uadi principal de Wadi Afal que atraviesa las montañas en dirección norte-sur. Elim está ubicada en un uadi que llevaba al este, pero yo creo que ellos tomaron el uadi que está debajo de este, al sur de las montañas que se extienden en dirección oeste-este (ver el mapa). La mayor parte de Wadi Afal está en una llanura abierta, pero al tomar el uadi que está al sur de Elim cuando viajaron al oeste en dirección a Wadi Afal, estarían protegidos por el norte por dos largas montañas que atraviesan la llanura. Una montaña se extiende desde Wadi Afal hasta el mar; la otra es una extensión de la cordillera de Jebel el Lawz que se extiende en dirección oeste desde la montaña santa hasta Wadi Afal. Al sur de este pasaje, donde se encuentran estas dos montañas, estaban relativamente a salvo de las fuerzas invasoras.
El relato bíblico dice que ellos acamparon dos veces antes de llegar a Refidim, en Dofca y en Alús. Las únicas pistas que tenemos de estos lugares están en sus nombres. Dofca significa “arriando el ganado”, tal vez porque muchos años antes Moisés había pastoreado sus rebaños desde Wadi Afal donde vivía con Jetro, en lo que se conoce hoy como Al-Bad, hasta el Monte Sinaí, donde el Señor le habló desde la zarza ardiente. A través de la historia, los habitantes de la región de Al-Bad han preservado el recuerdo de Jetro y de su familia y aún aseguran que fue allí donde él habitó. Unos viajeros que visitaron la región en el siglo XIX registraron las historias que se contaban de Jetro. A ciertas piedras en los alrededores de Al-Bad se las conoce como “los círculos de Jetro”
“Desde aquí mi guía y yo continuamos subiendo para visitar los “círculos de Jetro” en la cima de la cordillera Musalla, desde donde bajamos fácilmente hasta nuestro campamento en el extremo opuesto […] un cúmulo de piedras marca el lugar donde se supone oró Jetro, el cual está rodeado de numerosos círculos […] Desde allí tenía una vista maravillosa de toda la cadena montañosa de Madián, con Lauz [Jebel el Lawz] y su pico gemelo al noreste” (St. John Philby, The Land of Midian, p. 222).
Al-Bad es un enorme oasis que está ubicado al noroeste, en la planicie cercana a Jebel el Lawz. Nosotros creemos firmemente que este era su hogar y el hogar de Moisés después que abandonó Egipto. Dofca y Alús estaban ubicadas entre el campamento a la orilla del Mar Rojo y Refidim, pero tal vez nunca sabremos su ubicación exacta, ya que no se da más información. Sabemos que no viajaron a Al-Bad, pues más adelante encontramos que Jetro se acercó a Refidim para reunirse con Moisés, trayendo a su familia con él. Menciono esto porque algunas personas creen que Al-Bad era Elim.
Refidim
Después de viajar por Wadi Afal y haber atravesado las montañas hasta esta llanura o planicie abierta se dirigieron inmediatamente hacia el este en dirección a la ladera occidental de Jebel el Lawz, encontrándose primeramente con Refidim. Estaban ahora en un área de colinas escabrosas, con la majestuosa cadena montañosa de Horeb bloqueando el este. Todo esto los separaba de esta llanura abierta al oeste.
Fue allí en Refidim que el pueblo de nuevo se molestó mucho con Moisés por la falta de agua en la región.
“Entonces clamó Moisés a Jehová, y dijo: ‘¿Qué haré con este pueblo? ¡Poco falta para que me apedreen!’ Jehová respondió a Moisés: ‘Pasa delante del pueblo y toma contigo algunos ancianos de Israel; toma también en tu mano la vara con que golpeaste el río, y ve. Allí yo estaré ante ti sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrán de ella aguas para que beba el pueblo’. Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel” (Éxo. 17: 4).
Es interesante resaltar que en Refidim se le pide a Moisés que golpee la roca que está en “Horeb”. Considerando que en otros lugares “Horeb” hace referencia al “monte de Dios” (como en Éxo. 3: 1), el Monte Sinaí, o al menos el área del campamento en el Monte Sinaí; concluimos entonces que Refidim NO estaba en el campamento en el Monte Sinaí:
“Habían salido de Refidim, y al llegar al desierto de Sinaí acamparon en el desierto. Israel acampó allí frente al monte” (Éxo. 19: 2).
Cualquier dificultad que podamos tener al tratar de entender cómo podían estar en Horeb mientras estaban en Refidim se aclara cuando vemos nuevamente el mapa. Refidim está al oeste del Monte Sinaí, mientras que el campamento estaba al este. La foto de abajo fue tomada desde un punto estratégico situado en la mitad del lado occidental del Monte Sinaí. Esta “roca” está en el Monte Sinaí, u Horeb. Se encuentra en el lado opuesto del límite del último campamento.
El tamaño de la roca
La roca tiene al menos 60 pies (18 m.) de largo, y se encuentra a unos 100 pies (30 m.) sobre el nivel del mar sobre la colina. Se trata de uno de los objetos más fascinantes que he visto y aún se me eriza la piel cuando leo en Éxodo 17: 6: “Allí yo estaré ante ti sobre la peña, en Horeb”.
Al verla desde abajo se hace patente que una enorme cantidad de agua fluyó desde la enorme grieta que tiene en el medio.
Si vemos la foto de abajo, que es un acercamiento de la parte inferior del canal y la roca que está debajo, podremos notar su superficie lisa, producto de la erosión del agua. Más abajo podemos notar un canal abierto en la roca por el agua. Estoa es evidencia de que una enorme cantidad de agua, y no una pequeña corriente, fluyó a través de esta roca.
“Hendió las peñas en el desierto y les dio a beber como de grandes abismos, pues sacó de la peña corrientes e hizo descender aguas como ríos” (Sal. 78: 15).
En la foto del terreno (abajo) que está justo detrás de la inmensa roca, vemos uno de los canales que se formaron en el terreno por donde fluyó el agua hasta la planicie. Notemos la roca que está inserta en el canal. Una situación similar puede encontrarse en Kadesh Barnea. Allí también Moisés golpeó la roca y fluyó agua de un gran agujero en una montaña. Hay igualmente un canal grande y profundo formado en la roca en la ladera de la montaña que también tiene una roca inserta que pareciera haber sido tallada especialmente para que encajara en él. La única razón lógica que podrían tener estas rocas en los canales sería frenar o controlar el flujo del agua.
¿Fue la misma agua la que creó el canal en el terreno, o ellos hicieron el canal? No sabemos, pero es posible que hayan cavado varias zanjas para direccionar la corriente. De cualquier manera, no hay duda de que varias corrientes de agua fluyeron hacia esta planicie hace mucho tiempo, pues dejaron su marca indeleble en las rocas y el terreno.
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El ataque malecita
Después que Moisés golpeó la roca y fluyó agua de ella, el relato bíblico dice que los amalecitas atacaron a la multitud. Ya discutimos nuestra teoría de que Dios llevó al pueblo por el sur para evitar la vulnerabilidad de un ataque amalecita en campo abierto. En Refidim el pueblo solo fue vulnerable por el oeste, así que solo los que iban detrás fueron afectados por el ataque:
“Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el camino y, sin ningún temor de Dios, te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y sin fuerzas” (Deu. 25: 17).
¿Por qué permitió Dios que esto sucediera si él los había guiado precisamente para protegerlos de este pueblo? En Egipto Dios había permitido que los esclavizaran, y después le mostró al faraón su poder liberándolos. En esta ocasión Dios permitió que los amalecitas los atacaran, aunque no en terreno abierto, pues estos habrían acabado fácilmente con la multitud. Esta vez mostró nuevamente su poder y liberó a su pueblo:
“Y dijo Moisés a Josué: ‘Escoge a algunos hombres y sal a pelear contra Amalec. Mañana yo estaré sobre la cumbre del collado con la vara de Dios en mi mano’. Josué hizo como le dijo Moisés y salió a pelear contra Amalec. Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel vencía; pero cuando él bajaba su mano, vencía Amalec. Como las manos de Moisés se cansaban, tomaron una piedra y la pusieron debajo de él. Moisés se sentó sobre ella, mientras Aarón y Hur sostenían sus manos, uno de un lado y el otro del otro; así se mantuvieron firmes sus manos hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada”
No había ninguna duda de quién era el responsable de la victoria de Israel contra los amalecitas, pues cuando Moisés alzaba su mano con la vara, los israelitas ganaban la batalla. Una y otra vez Dios acostumbró a su pueblo a confiar solo en él, no solo para su sustento material, sino para alcanzar la victoria en cada aspecto de su vida. Lo triste del relato del éxodo es que a pesar de ello el pueblo se quejaba y se lamentaba constantemente, dándole poca importancia al Dios que había obrado los milagros más espectaculares de toda la historia de la tierra por ellos. Al igual que muchos hoy, creían que las promesas eran para ellos, pero no se molestaban en cumplir la parte que les correspondía. Creían que eran el pueblo escogido de Dios y que este los cuidaría de cualquier manera. Así, dada su falta de fe y de cooperación, solo a dos de las personas que salieron originalmente de Egipto se les permitió entrar en la “tierra prometida”. El mensaje era claro: así fuesen el “pueblo escogido”, Dios no hacía “acepción de personas”:
“Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: ‘En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que lo teme y hace justicia” (Hech. 10: 34, 35).
“Por lo cual dice: ‘Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación’. ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, lo provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron?” (Heb. 3: 15).
Jehová Nisi
Con la derrota de los amalecitas en Refidim, Moisés construyó un altar y lo llamó “Jehová Nisi” que significa “Jehová es mi bandera”. Esta altar está ubicado a solo unas cientos de yardas de la “roca de Horeb”. Nosotros solo podemos estimar su tamaño según el video que tenemos, pero parece tener entre 20 y 25 pies (6 y 7 m.) de largo y tal vez 15 pies (4, 5 m.) de ancho. Su altura es de unos 3 a 4 pies (aprox. 1 m.). Esperamos poder tener las medidas exactas algún día si nuestros amigos pueden regresar de manera segura.
“Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová estará en guerra con Amalec de generación en generación” (Éxo. 17: 16).
No hay duda de que la estructura en la foto de la izquierda es el altar que Moisés llamó “Jehová Nisi”. En esta área hay muchos vestigios antiguos, pero esta es la única estructura que tiene estas características sólidas y que además es rectangular.
Los amalecitas continuaron sus férreos ataques contra Israel durante cientos de años. Finalmente, David logró derrotarlos como potencia militar, aunque sus últimos remanentes fueron destruidos por Simeón durante el reinado de Ezequías, setecientos años después.
Un campamento antiguo
Por toda la región de Refidim hay cientos o tal vez miles (no los hemos contado) de círculos muy antiguos hechos en el terreno con piedras que se conocen como “chozas circulares”. Nadie tiene claro cómo se usaban, pero la evidencia muestra que podían haberse tratado de bohíos familiares para dormir. En medio de estos había una piedra grande sobre la que se colocaba una lona o alguna clase de cubierta para formar una tienda. Las piedras más pequeñas, que conformaban el círculo, eran colocadas entonces sobre el borde de esta cubierta para sostenerla en el piso. De esta manera, las familias se protegían de los animales salvajes y de la intemperie durante la noche. Este tipo de chozas eran fáciles y rápidas de hacer, solo había que reunir las rocas, las cuales abundan en la región.
Jetro se encuentra con Moisés en Refidim
Lo siguiente que se nos dice es que Después que Moisés construyó el altar recibió la visita de Jetro:
“Oyó Jetro, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés y con Israel, su pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto. Entonces tomó Jetro, suegro de Moisés, a Séfora, la mujer de Moisés, después que él la envió, y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: ‘Forastero he sido en tierra ajena’; y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: ‘El Dios de mi padre me ayudó y me libró de la espada del faraón’. Cuando Jetro, el suegro de Moisés, llegó con los hijos y la mujer de este junto al monte de Dios en el desierto, donde estaba acampado Moisés, le dijo: ‘Yo, tu suegro Jetro, vengo a ti, con tu mujer y sus dos hijos’. Moisés salió a recibir a su suegro, se inclinó y lo besó. Se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y entraron a la tienda. Moisés contó a su suegro todas las cosas que Jehová había hecho al faraón y a los egipcios por amor de Israel, todo el trabajo que habían pasado en el camino y cómo los había librado Jehová” (Éxo. 18: 1-8).
Este pasaje contiene varias cosas importantes. Primero, Jetro fue a ver a Moisés en el “monte de Dios”. Esto quiere decir que aún estaba en Refidim. Esto además confirma el hecho de que Refidim, aunque al pie del Monte Sinaí, estaba del lado occidental, mientras que el campamento donde Dios les entregó los Diez Mandamientos y donde estaba el Santuario estaba en el lado oriental de la montaña. La segunda cosa es que ellos llegaron a donde Moisés estaba “acampado”, lo que confirma el uso de tiendas como las “chozas circulares”.
Al Monte Sinaí
“Habían salido de Refidim, y al llegar al desierto de Sinaí acamparon en el desierto. Israel acampó allí frente al monte” (Éxo. 19: 2).
Aunque en Refidim estaban al pie del Monte Sinaí, aún les faltaba viajar un poco para llegar al lugar que sería su hogar definitivo durante casi un año. Al abandonar Refidim viajaron al oeste de regreso al uadi Afal, donde tomaron dirección norte. Después giraron a la izquierda y siguieron la ruta del uadi Al Suraym hasta llegar al uadi Abyad. Tomando el uadi Abyad, continuaron hacia el sur y luego al oeste, llegando directamente al pico más alto del Monte Sinaí.
Allí se encontraron en medio de estas majestuosas montañas en un área lo suficientemente amplia como para que toda la multitud acampara. Directamente debajo del pico mayor había un área al pie de la montaña que Dios designó como “santa”.
“Señalarás límites alrededor del pueblo, y dirás: ‘Guardaos, no subáis al monte ni toquéis sus límites; cualquiera que toque el monte, de seguro morirá’” (Éxo. 19: 12).
La primera cosa que Moisés tenía que hacer era establecer los límites. En 1985, cuando Ron encontró varias columnas de 18 pies (5, 4 m) de diámetro sobresaliendo unas pocas pulgadas de la superficie, concluyó que estos eran los límites, ahora cubiertos por la tierra debido a la antigüedad. En un boletín anterior sobre el Monte Sinaí discutimos cómo estas columnas había sido construidas con “dos paredes” o dos capas rellenas de rocas en el espacio intermedio entre ellas.
Ahora sabemos que una de nuestras apreciaciones sobre estas columnas estaba errada. Los límites fueron establecidos para evitar que tanto hombres como animales pudieran tocar el borde de la montaña. Las columnas están a 5 pies (1, 5 m.) de distancia una de otra, y habrían servido solo para marcar el límite y de ninguna manera para evitar que los niños o los animales las atravesaran. El relato bíblico afirma que estos “límites” estaban construidos de manera que sirvieran como barrera física entre el pueblo (y los animales) y el borde de la montaña. Después que Dios le pidió a Moisés que erigiera estos “límites”, lo subió a la montaña y lo hizo regresar para verificar que el pueblo no los había traspasado. El pueblo de Israel se encontraba al borde de una revuelta, y estaban a punto de atravesar los “límites”. La respuesta de Moisés indica que él creía que los límites eran seguros, pero Dios sabía que era necesario que regresara y hablara con ellos al respecto:
“Jehová dijo a Moisés: ‘Desciende y ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos. Que también se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová, para que Jehová no haga entre ellos estrago’. Moisés dijo a Jehová: El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: ‘Señala límites al monte y santifícalo’. Pero Jehová le dijo: ‘Ve, desciende, y luego subirás junto con Aarón; pero que los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir adonde está Jehová, no sea que haga entre ellos estrago’. Entonces Moisés descendió, y se lo dijo al pueblo” (Éxo. 19: 21).
Después de haber pasado horas estudiando las fotos y los videos, hemos encontrado nueva evidencia muy emocionante sobre estos “límites” y las columnas. Pero primero necesitamos tener una idea clara del asunto. Con eso en mente, nos adelantaremos un poco y continuaremos con otras características encontradas en el lugar y con el relato bíblico. La evidencia y el área es muy grande y es necesario entender las características principales antes de discutir estos temas.
El éxodo, continuación
El recibimiento de la Ley
El tercer día después que se erigieron los límites, “Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios, y ellos se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en medio del fuego. El humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía violentamente (Éxo. 19: 17, 18).
Entonces Dios mismo proclamó su gran Ley eterna, los Diez Mandamientos.
“Todo el pueblo observaba el estruendo, los relámpagos, el sonido de la bocina y el monte que humeaba. Al ver esto, el pueblo tuvo miedo y se mantuvo alejado. Entonces dijeron a Moisés: ‘Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos’. Moisés respondió al pueblo: ‘No temáis, pues Dios vino para probaros, para que su temor esté ante vosotros y no pequéis’” (Éxo. 20: 18-20).
El pico ennegrecido
Si nos ubicamos al pie de la montaña en el lado este, mirando hacia el oeste, podremos ver la cima de la montaña totalmente ennegrecida. Hace más de 1.400 años Pablo escribió, “porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Heb. 12: 29).
¿Estaba hablando Pablo en términos abstractos, o en términos literales? El relato del Éxodo es sumamente preciso al describir la presencia de Dios sobre la montaña santa:
“La apariencia de la gloria de Jehová era, a los ojos de los hijos de Israel, como un fuego abrasador en la cumbre del monte” (Éxo. 24: 17).
“Os acercasteis y os pusisteis al pie del monte, mientras el monte ardía envuelto en un fuego que llegaba hasta el mismo cielo, entre tinieblas, nube y oscuridad” (Deu. 4: 11).
“Cara a cara habló Jehová con vosotros en el monte, de en medio del fuego […]. Cuando oísteis la voz de en medio de las tinieblas y visteis el monte que ardía en llamas, vinisteis a mí todos vosotros, príncipes de las tribus y ancianos” (Deu. 5: 4).
“la pirámide de basalto de Maqla lucía escalable, pero el granito escarpado de los picos de Lauz habrían necesitado mucho más tiempo y energías de las que tenía a mi disposición. Hasta donde yo sé, nunca han sido escalados por nadie” (H. St. John B. Philby, The Land of Midian).
Aparentemente él nunca vio el pico ennegrecido, ya que estaba contemplando la montaña desde el noroeste:
“El pico mayor de Lauz, medio cubierto por las nubes, se elevaba al sureste de donde estábamos […], sobre el que me pareció ver nieve. El guía me confirmó que se trataba de nieve, pero si era así, era la primera vez que veía nieve en Arabia Saudita” (Ibíd.).
Hasta donde sabemos, las fotos de nuestros amigos tal vez son las primeras que se hacen desde la cima de esta montaña, e incluso puede que ellos hayan sido los primeros en alcanzarla, por lo menos en varios cientos de años.
El altar de Moisés
“Me harás un altar de tierra, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas. En todo lugar donde yo haga que se recuerde mi nombre, vendré a ti y te bendeciré. Y si me haces un altar de piedras, no las labres de cantería, porque si alzas tus herramientas sobre él, lo profanarás. Tampoco subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él” (Éxo. 20: 24-26).
“Entonces Moisés escribió todas las palabras de Jehová, y levantándose de mañana edificó un altar y doce columnas al pie del monte, una por cada tribu de Israel” (Éxo. 24: 4).
Este altar está ubicado justo debajo del pico más alto del Sinaí. Después de la visita de Ron en 1985, el área que rodea el pie de la montaña fue cercada y se construyó una garita de vigilancia, en la que se colocó un aviso donde se advierte a quienes se acerquen que no pueden traspasar las defensas por tratarse de un yacimiento arqueológico. En uno de sus primeros viajes, los guardias que resguardaban el lugar les permitieron a nuestros amigos entrar y examinarlo. Ellos incluso se pararon sobre el altar sin darse cuenta de dónde estaban. Sin embargo, los beduinos que los dejaron pasar no los dejaron utilizar sus cámaras. Las únicas fotos que tenemos fueron hechas de la meseta hacia abajo y las que se tomaron desde fuera de la cerca. Pero las mejores son las tomas hechas desde arriba.
Como puede verse en la foto, la estructura tiene forma de “L’”. El altar es la “L” que está más abajo, hecha de roca sólida. La “L” de arriba esta compuesta de dos paredes que parecen ser dos entradas.
El altar tiene de 40 a 45 pulgadas de alto (1, 15 a 1, 30 m.), de 50 a 60 pies de largo (15 a 18 m.), y de 25 a 30 pies de ancho ( 7 a 9 m.). El “corral” tiene más o menos el mismo tamaño, aunque las paredes tienen unos 3 pies de grosor (1 m.). Estas medidas son estimadas, basadas en los hallazgos de Ron, los cálculos de nuestros amigos (que estuvieron allí) y el diámetro y largo conocido de los restos de las columnas de mármol alrededor del altar, de las que hablaremos más adelante. El altar y el corral obviamente no están en el mejor de los estados, pues debemos considerar que han transcurrido más de 3.400 años y el tiempo ha cobrado su parte en ellos.
Las entradas que pueden verse en el “corral” fue lo que nos hizo creer inicialmente que esta estructura eran las bases de una tienda como la del primer tabernáculo. Pero ahora que contamos con mejores fotos podemos ver que la sección de la “L” superior tiene paredes que son de la misma altura del altar, lo que nos hizo concluir que no eran ningunas bases.
Después nos figuramos que tal vez era un “corral” donde se metían los animales para el sacrificio. El hecho de haber tenido una pared divisoria adentro, en todo el centro de la “L”, nos ayudó a determinar que se trataba de un corral donde se metían corderos en un lado y bueyes o novillos en el otro.
Una palabra final sobre el corral
¿Cuál fue el propósito del corral? ¿Estaba dividido en dos secciones para separar a los animales que iban a ser sacrificados? A primera vista esta idea es atractiva. Pero antes debemos examinar todo lo que nos dice la Biblia sobre los sacrificios antiguos.
Cuando Moisés construyó este altar Dios aún no le había dado los detalles del sistema de sacrificios de la ley mosaica. A partir de ese momento la Biblia habla de dos tipos de ofrendas: “los holocaustos”, y las “ofrendas de paz”, pero no se nos dan detalles de cómo se hacían las ofrendas y los sacrificios.
Después que Moisés construyó el altar, el siguiente versículo afirma:
“Y envió jóvenes de los hijos de Israel, que ofrecieron holocaustos y sacrificaron novillos como ofrendas de paz al SEÑOR” (Éxo. 24: 5 LBLA).
Aquí se dice que las “ofrendas de paz” consistían en becerros, pero no se especifica cuáles eran los holocaustos. Recordemos la historia de cuando se le pidió a Abraham que sacrificara a Isaac:
“Y Abraham respondió: Dios proveerá para sí el cordero para el holocausto, hijo mío. Y los dos iban juntos” (Gén. 22: 8).
Tenemos que entender las circunstancias de los sacrificios que se hicieron en el Monte Sinaí después que Moisés construyó el altar:
“Entonces Moisés […] dijo: He aquí la sangre del pacto que el SEÑOR ha hecho con vosotros, según todas estas palabras” (Éxo. 24: 8).
Estos se llevaron a cabo para ratificar el pacto justo después que Dios les dio los Diez Mandamientos. Pero, ¿se sacrificaba a los animales sobre el altar o antes de ponerlos en este? Solo hay un ejemplo de una “ofrenda de paz” anterior a esta época en la que se nos dan detalles, y es en la historia de Abraham:
“Llegaron al lugar que Dios le había dicho y Abraham edificó allí el altar, arregló la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso en el altar sobre la leña. Entonces Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo” (Gén. 22: 9).
Esto indica que el “holocausto” en tiempos de Abraham se sacrificaba en el altar. Pero, ¿qué del novillo de la “ofrenda de paz”? lo único que sabemos es que en el sistema de sacrificios que se instauró más adelante, la sangre del novillo se derramaba al pie del “altar del holocausto”:
“Y derramará toda la sangre del novillo al pie del altar del holocausto que está a la puerta de la tienda de reunión” (Lev. 4: 7).
Cuando el pacto fue ratificado en el Monte Sinaí y los primeros sacrificios y ofrendas fueron traídos al altar, “Moisés tomó la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad de la sangre la roció sobre el altar. Luego tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, y ellos dijeron: Todo lo que el Señor ha dicho haremos y obedeceremos. Entonces Moisés tomó la sangre y la roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que el Señor ha hecho con vosotros, según todas estas palabras” (Éxo. 24: 6).
Esto indica que por lo menos la sangre de los novillos era escurrida antes de que fueran colocados en el altar como “ofrendas de paz”, y tal vez hacían lo mismo con las ovejas. Simplemente no se nos dice. Pero lo que queremos esclarecer aquí es para qué servía la pared divisoria en el “corral”. Si a los animales se les escurría la sangre antes de ser ofrecidos, no habría habido necesidad de separarlos en el “corral”. ¿Qué otra razón podría entonces tener esta pared divisoria?
Al escribir este boletín he tenido frente a mí en la pared varias ampliaciones del área del Monte Sinaí. A pesar de lo preparada que creía estar para presentar todos estos detalles, algo sorprendente llamó mi atención mientras escribía sobre el altar y el “corral”. Al examinar una de las fotos ampliadas del altar que tenía frente a mí, algo que no había visto antes llamó poderosamente mi atención, que creo ofrece la respuesta sobre el propósito del “corral”.