Boletín 12: Julio de 1995
El Arca del pacto
Cada vez aparecen nuevos libros e historias que nos hablan de la supuesta ubicación del Arca del pacto, algunos basados en teorías y otros en supuestos avistamientos. Ron Wyatt también cree haber encontrado el Arca del pacto en 1982. Pero, ¿a quién creerle? Hasta que no aparezca una evidencia sólida, nadie podrá estar seguro de quién está diciendo la verdad.
En febrero de 1988, cuando Ron habló por primera vez en público de su descubrimiento, concluyó su charla solicitándole al público que “estuviera atento y esperara”. Llegará un momento en que usted y yo ya no nos asombraremos o creeremos en el testimonio de alguien solo porque esa persona parece honesta. Los más maravillosos y solemnes acontecimientos de la historia de la humanidad están por ocurrir, acontecimientos sobre los cuales muchos ya han hablado y escrito, pero que ciertamente van más allá de la imaginación y las teorías.
Estos acontecimientos que ya han comenzado a suceder, nos llevan a pensar que estamos muy cerca del momento en que el Arca del pacto será dada a conocer al mundo. ¿Cuán cerca estamos? No lo sabemos. Pero tenemos razones para pensar que es muy pronto. Por tal motivo, hemos decidido que es hora de dar a conocer los detalles de la excavación realizada por Ron, que resultó en el descubrimiento del Arca del pacto.
La historia comienza.
En 1978, Ron y sus hijos (Danny y Ronny) hicieron dos viajes a Israel, específicamente a la costa occidental del golfo de Aqaba, a fin de sumergirse en busca de partes de carros egipcios en el fondo del Mar Rojo. Esto sucedió en la época en que Israel ocupaba la península del Sinaí, en el lugar en donde Ron creía que había ocurrido el cruce de los israelitas. A este sitio solo puede llegarse viajando desde Israel en dirección a Egipto. Durante su segundo viaje, Ron aprendió una dolorosa lección. Se dedicó a nadar por horas explorando el lecho marino a unos 30 pies (9 m.) de profundidad, pensando que el agua filtraría los dañinos rayos solares. Por supuesto que este no fue el caso, y como resultado, sus piernas y pies sufrieron dolorosas quemaduras, al punto que no pudo colocarse nuevamente sus chapaletas. Inhabilitado para bucear, y sin ningún motel en el área en dónde quedarse, no tuvieron otra opción que regresar a Jerusalén para esperar el vuelo que los llevaría de Tel Aviv a Estados Unidos.
Cuando las heridas en las piernas y los pies de Ron mejoraron un poco, decidió salir a echar un vistazo al área alrededor del hotel, cerca de la Puerta de Damasco. Caminando por un antiguo camino empedrado conocido por algunos como “La pendiente del Calvario”, Ron inició una conversación con una autoridad local acerca de ciertas antigüedades romanas. De repente se detuvieron en cierto punto del camino y la mano izquierda de Ron señaló hacia un lugar que era usado como basurero, mientras decía: “Esa es la Gruta de Jeremías, y ahí está el Arca del pacto”. Aunque las palabras habían salido de su boca, y su mano era la que apuntaba, él asegura que no lo hizo ni lo dijo conscientemente. De hecho, era la primera vez en su vida que se le ocurría pensar que el Arca del pacto podría estar en algún lugar arqueológico. El hombre que lo acompañaba reaccionó también de forma inusual, diciéndole, “¡Eso es maravilloso! queremos entonces que excave […]. Le daremos los permisos, alojamiento, e incluso para su comida”.
Ron estaba desconcertado. Sabía que se trataba de una experiencia sobrenatural; pero, ¿provenía de Dios? Para ese entonces, Ron ya había hecho descubrimientos importantes en Turquía y había encontrado numerosas partes de carros egipcios en el Mar Rojo, pero nunca había tenido una experiencia como esa. Era como si un rayo salido de la nada hubiese caído en medio de un día soleado. Ron tuvo que declinar la oferta de aquél hombre en ese momento, por lo menos hasta estar seguro de que existía alguna razón de peso para pensar que el Arca del pacto podía estar realmente en ese sitio. Entonces regresó a casa con los chicos como habían planificado para iniciar una investigación seria al respecto.
¿Porqué habría de estar el Arca en ese sitio?
Investigando en la Biblia, Ron encontró que la última mención de la ubicación del Arca se encuentra en 2 Crónicas 35: “Josías celebró en Jerusalén la Pascua del Señor […]. A los levitas, que eran los encargados de enseñar a los israelitas y que estaban consagrados al Señor, les dijo: ‘PONGAN EL ARCA SAGRADA EN EL TEMPLO QUE CONSTRUYÓ SALOMÓN HIJO DE DAVID, REY DE ISRAEL, para que ya no tengan que llevarla sobre los hombros. Sirvan al Señor su Dios y a su pueblo Israel’ […]. Esta Pascua se celebró en el año dieciocho del reinado de Josías” (vers. 1-3, 19).
Esto sucedió alrededor del año 621 a.C.; solo 35 años antes de la destrucción de Jerusalén y del templo por parte de Nabucodonosor, cuando Judá entró en la segunda fase de su cautiverio babilónico. Esto significaba que el Arca desapareció del registro divino en algún momento entre el año 621 a.C. y el 586 a.C. El hecho de que el templo fue completamente destruido implica sin duda que el Arca no estaba ahí después de ese acontecimiento. En medio de su estudio, Ron halló algo que le llamó la atención: En 2 Reyes 24: 13, 25: 13-18 y Jeremías 52: 17-23, se ofrece una descripción detallada de todos los objetos de “la casa del rey” y la “casa del Señor” que fueron llevados a Babilonia. En ella se mencionan objetos tan pequeños como cucharas; pero curiosamente, no se menciona el Arca. Tampoco esta se menciona en la lista de cosas traídas de regreso desde Babilonia que aparece en Esdras 1: 7-11. Como en Jeremías 28: 3 se afirma que cada objeto de “la casa del Señor” que fue llevado a Babilonia sería devuelto, pero el Arca no aparece entre los objetos que regresaron, podemos deducir que nunca fue sacada de Jerusalén. Sisac y Senaquerib también tomaron objetos de “La casa del Señor”, pero estos tampoco incluyeron el Arca.
Entonces, ¿qué sucedió con ella? en 2 Reyes 25: 1, en el contexto del acecho babilónico a Jerusalén, se dice que el ejercito babilónico “levantó torres alrededor de ella”; es decir, sitiaron la ciudad. También se dice que pasó más de un año antes de que la ciudad fuera tomada. Fue en este versículo que Ron encontró la clave que le indicó que el Arca ciertamente podía estar en el lugar a donde él había apuntado. Esta, por supuesto, no era una prueba concluyente; pero significaba que existía la posibilidad. Pero, ¿qué relación tenía este acecho a la ciudad con el Arca?
El “muro de asedio”
Las “muros de asedio” eran construidos por los ejércitos atacantes alrededor de los muros de la ciudad bajo ataque, a una distancia fuera del radio de alcance de las armas usadas para defender la ciudad. ¿Qué armas se utilizaban para esa época? “Uzías preparó para todo el ejército escudos, lanzas, yelmos, corazas, arcos y hondas para tirar piedras. E hizo en Jerusalén MÁQUINAS INVENTADAS POR INGENIEROS, para que estuvieran en las torres y en los baluartes, PARA ARROJAR FLECHAS Y GRANDES PIEDRAS” (2 Cró. 26: 14). Uzías, de quien se habla en este versículo, fue rey unos cien años ANTES de la destrucción de Jerusalén. Esto quiere decir que los israelitas contaban con “máquinas” en las “torres” que disparaban “flechas” y “grandes piedras”. Estas catapultas eran capaces de disparar a más de mil pies (300 m.) de distancia. Ron dedujo entonces que el muro de asedio debió haber estado fuera del rango de estas armas. Es decir, mucho más allá de los muros de la ciudad y del sitio que él había señalado.
Ron concluyó que:
1.- El Arca debió ser escondida entre el año 18 del reinado de Josías (cuando se dice que fue llevada al templo de Salomón), y 35 años después, cuando el templo fue destruido.
2.- El arca NO fue llevada a Babilonia, dada la información bíblica que describe lo que fue llevado y lo que fue traído.
3.- Es probable que el Arca haya sido escondida antes de la destrucción del templo, cuando Jerusalén fue rodeada por el acecho babilónico.
4.- Esta fue escondida en algún lugar entre los confines del muro de la ciudad de Jerusalén y el “muro de asedio” babilónico. La ciudad entera y el templo fueron destruidos en el año 586 a.C. por los babilonios. El Arca solo pudo haber escapado de la destrucción o del cautiverio SI NO SE ENCONTRABA en ningún punto dentro de la ciudad.
El lugar al que Ron había señalado estaba, según su cálculo, fuera del antiguo muro de la ciudad y antes del muro de asedio babilónico. Hasta ahora, esta era solo una suposición basada en el estudio; sin embargo, tenía suficiente evidencia como para tomar la decisión de comenzar a excavar.
Los libros apócrifos.
Antes de continuar es importante señalar que existen dos referencias muy interesantes de fuentes no bíblicas. En el libro apócrifo 2 Macabeos, leemos: “Se halla en antiguos documentos que el profeta Jeremías […] por revelación divina, mandó que le siguiesen con el tabernáculo y el Arca, y salió hasta el monte donde había subido Moisés para ver desde allí la heredad de Dios. Llegado a él, Jeremías halló una gruta a modo de estancia, en la cual introdujo el tabernáculo, el Arca y el altar de los perfumes, murando enseguida la entrada. Algunos de los que le acompañaban vinieron luego para poner señales en el camino, a fin de poder hallarlo después. Mas así que Jeremías lo supo, los reprendió, diciéndoles: ‘Este lugar quedará desconocido hasta que Dios vuelva a congregar a su pueblo y tenga de él misericordia. Entonces dará a conocer el paradero de estas cosas, aparecerá su gloria, y así mismo la nube, como se manifestó al tiempo de Moisés y cuando Salomón pidió que el templo fuese gloriosamente santificado’” (Mac. 2: 1). El escritor de esta carta “a los hermanos judíos que moran en Egipto, los hermanos judíos de Jerusalén y de Judea”, explica de dónde obtuvo esta información: “Esto mismo se refiere en los escritos y memorias de Nehemías, y se dice además, que había reunido una biblioteca y puesto en ella los libros de los reyes, los de los profetas y los de David y las cartas de los reyes sobre las ofrendas. Así también Judas reunió todos los libros dispersos por la guerra que hubimos de sufrir, que ahora se hallan en nuestro poder. Si, pues, tuviereis de ellos necesidad, mandadnos quienes os los lleven” (Tomado de la versión Nacar-Colunga de la Biblia).
Vale la pena resaltar que esta cita de 2 Macabeos pudo haberse distorsionado a través de los años, y haber dicho originalmente que el Arca NO fue escondida en la montaña desde donde Moisés vio la heredad de Dios (Monte Nebo, Deut. 32: 49), sino EN la montaña que Moisés VIO cuando contempló la tierra prometida. Desde Nebo, Moisés habría podido ver a Jerusalén claramente.
En el libro pseudoepígrafo “Paralipómenos de Jeremías” (que significa “las palabras recordadas de Jeremías”) también se dice que Jeremías, en obediencia al mandato de Dios, escondió los objetos sagrados del templo justo antes de la destrucción de Jerusalén. Por supuesto, estamos conscientes de que estos libros no pueden ser tomados como fuentes completamente confiables. Sin embargo, debemos resaltar que ciertamente reflejan la fuerte tradición entre los judíos de que Jeremías escondió el Arca junto a otros objetos del templo. ¿Hay algo de verdad en todo esto? Tal vez sí, ya que Jeremías FUE el profeta en Jerusalén desde el tiempo de Josías (cuando el Arca fue llevada de regreso al templo) hasta el tiempo de la destrucción de Jerusalén. Suena lógico que Dios lo usara para esconder el Arca y otros objetos sagrados. También Jeremías escribió: “En aquellos días, cuando ustedes se hayan multiplicado y sean numerosos en el país, ya no se dirá más: ‘Arca del pacto del Señor’. Nadie pensará más en ella ni la recordará; nadie la echará de menos ni volverá a fabricarla —afirma el Señor—” (Jer. 3: 16). Lo que aquí está implícito es que en el momento en que fue escrito este pasaje (durante el reinado de Josías, vers. 6), ellos aún tenían el Arca en su poder. El texto completo, que comienza con el versículo 6, es una exhortación a que abandonen su apostasía, a pesar de que su cautiverio ya había sido predicho por Isaías. Por lo tanto, ¿podría ser este versículo acerca del Arca del pacto una profecía de que ya NO la tendrían cuando regresaran de su cautiverio? Apenas dos versículos más adelante, se dice: “En aquellos días la tribu de Judá se unirá al pueblo de Israel, y JUNTOS VENDRÁN DEL PAÍS DEL NORTE, a la tierra que di como herencia a sus antepasados” (Jer. 3:18). Este “país del norte” es Babilonia, donde pronto pasarían setenta años en cautividad. Si esta interpretación es correcta, Jeremías SABÍA que ellos no poseerían más el Arca a su regreso de Babilonia. También es importante resaltar que él indicó CLARAMENTE que “nadie la echará de menos NI VOLVERÁ A FABRICARLA”, lo que prueba que no existe promesa alguna de que algún día el Arca del pacto sería reinstaurada. De hecho, cuando se dan las instrucciones para el templo en Ezequiel, NO se menciona en ningún momento el Arca.
Jerusalén fue acechada por los babilonios durante el tiempo en el que el Arca desaparece del registro bíblico; por tal motivo Ron razonó que quizá alguien la escondió en algún lugar DENTRO del perímetro del “muro de asedio” babilónico, evitando así que fuese detectada. Las citas apócrifas que hemos leído concuerdan con la época, aunque no lo sabemos a ciencia cierta; y repetimos: dichos libros no son inspirados, por lo que no podemos tomarlos como fuentes cien por ciento confiables.
Jerusalén está situada en dos colinas conocidas tradicionalmente como monte “Moria” y monte “Sión”. El monte Moria está ubicado a la derecha, mientras que el Sión está a la izquierda (aunque la Biblia se refiere a la ciudad entera como “Sión”). Al extremo derecho puede verse el comienzo del monte de los Olivos. Moria solo se menciona dos veces en la Biblia; primero, como el lugar en el que se le dijo Abraham que llevara a Isaac y lo ofreciera en sacrificio; y segundo, como el lugar donde fue construido el templo. “Y Dios le ordenó: —Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré” (Gén. 22: 2). “Salomón comenzó a construir el templo del Señor en el monte Moria, en Jerusalén, donde el Señor se le había aparecido a su padre David. Lo construyó en el lugar que David había destinado, esto es, en la parcela de Arauna, el jebuseo” (2 Crón. 3: 1).
La cantera que contiene el sitio que Ron iba a excavar forma parte de la extensión más septentrional del monte Moria. En los costados este, sur y oeste de Jerusalén hay valles muy profundos que en el pasado protegían a la ciudad de invasores extranjeros, pero en el lado norte eran vulnerables. Por tal motivo, se excavó un “pozo seco” o trinchera afuera del Monte Moria, en su lado norte, para prevenir que cualquier enemigo pudiese llegar y atacar los muros a través de esa cima. Por lo tanto, en algún momento de la antigüedad la porción más norte del monte Moria, ahora separada de la ciudad, era una cantera de piedra. Desde el borde meridional de esta parte (ahora separada) del monte Moria, por su lado oeste, las piedras fueron extraídas de la montaña, rebajando el nivel del piso hasta formar la trinchera que se extiende justo afuera del muro norte de la ciudad.
El sitio que Ron señaló estaba ubicado paralelo a la cara excavada de la cantera (escarpada) del monte Moria. Este “acantilado” es conocido por muchos como la “pendiente del Calvario”, ya que puede identificarse claramente en ella el “rostro de la Calavera” que muchos piensan fue el “Gólgota” o “Calvario” en donde Cristo fue crucificado. Allí también están los sitios conocidos tradicionalmente como “la gruta de Jeremías”, “la tumba del jardín” (donde muchos creen que fue sepultado Cristo) y “San Etienne”, que contiene un enorme complejo de tumbas judías situadas al lado de la montaña que datan de los períodos del primer y segundo templos. El escarpe tiene varios cientos de metros de largo, y para Ron, se trata del área general de la crucifixión. La Tumba del Jardín, según piensa Ron, era la de José de Arimatea, que albergó el cuerpo de Cristo. Pero curiosamente, ninguna de estas cosas se relacionaban al proyecto del Arca del pacto.
Comienza la excavación
En enero de 1979, Ron y los chicos regresaron. Para ese momento estaba nevando en el área. Ahora tenían que decidir cómo y por dónde empezar. El sitio que había señalado era usado como depósito de basura, y la verdad, lucía poco prometedor a la vista. Estaba ubicado a lo largo del escarpe, donde el piso se une con el acantilado. Ron exploró el área alrededor del acantilado y se dio cuenta de que el piso se encuentra a un nivel mucho más alto actualmente; es decir, el lecho de roca está a muchos metros por debajo del suelo actual. Jerusalén fue destruida muchas veces en el pasado, y el método acostumbrado de reconstrucción en la antigüedad era simplemente el de construir encima de la destrucción. Ahora se acostumbra retirar los escombros antes de volver a construir, pero no era así en el pasado remoto. Es por ello que los arqueólogos pueden encontrar evidencia de varias ciudades que han existido en un mismo sitio. Ellos simplemente excavan a través de cada nivel, hasta conseguir ciertas rocas que les indican que han alcanzado la primera ciudad que fue establecida en determinado lugar.
El piso en el sitio donde Ron iba a excavar estaba a muchos metros por encima de la cantera, en su lado sur, antes del muro de la ciudad. Es decir, lo único que él y los chicos podían hacer era empezar a excavar hacia abajo.
El lugar original que él había señalado con su dedo en 1978 tenía un peñasco muy grande que apenas sobresalía en la superficie. Ron decidió comenzar a excavar varios metros a la derecha. Sería un trabajo de proporciones gigantescas. Ron, Danny y Ronny, removerían literalmente varias toneladas de piedras y escombros, debiendo examinar cuidadosamente todo en busca de objetos. Este era un requerimiento del Departamento de Antigüedades que había que respetar cuidadosamente.
Su primer “descubrimiento”
De esta forma, cavaron hacia abajo justo en frente de la cara del acantilado, mientras formaban una “montaña” a su lado con la tierra que iban retirando. Casi inmediatamente, Ron encontró un nicho a modo de “repisa”, esculpido en la cara del acantilado. Al cavar un poco más, descubrió que habían tres de estos nichos esculpidos en la cara del acantilado, y uno más pequeño a la derecha. Después de analizarlos cuidadosamente, no le quedó duda de que fueron utilizados para colocar inscripciones que servían como avisos o carteles. Por estar ubicados en la vecindad del “rostro de la calavera” Ron pensó que tal vez en ellos era donde se colocaban las descripciones de los crímenes de las víctimas de las crucifixiones; tres, porque esto se hacía en tres idiomas distintos.
Las crucifixiones romanas
Ron estudió todo lo que pudo sobre las crucifixiones romanas y descubrió que ellos utilizaban esta forma de castigo como un disuasivo. Una cita bien conocida de Quintiliano explica lo siguiente: “Cuando crucificamos criminales, se escogen vías muy transitadas para que todos puedan verlos y sean movidos a temor, porque otros castigos no permiten mucho para dar como ejemplo”. Las crucifixiones romanas consistían de tres elementos básicos, todos perfectamente descritos en el registro de la crucifixión de Cristo: primero, los azotes; luego la carga del madero por los condenados hasta el sitio donde serían crucificados; y finalmente, el clavado o amarre de los condenados al madero para adjuntarlo al poste principal que formaría la cruz.
Pero había otro elemento envuelto. Para que se convirtiera en un disuasivo, el CRIMEN de la víctima tenía que estar expuesto a la vista de los transeúntes. Para este fin usaban letreros hechos con tablas cubierta de yeso y escritas con letras negras. Estos letreros también eran llevados por la víctima en su camino a la crucifixión y eran luego colocados sobre la cruz, a la vista de todos. La creencia popular sobre la crucifixión es que un simple papel escrito por Pilato fue clavado en la cruz encima de la cabeza de Cristo. Si esto hubiese sido así, debieron ser entonces bastante grandes —mucho más grandes que un simple papel escrito a mano por Pilato—para que los transeúntes hubiesen podido leer los caracteres escritos en tres idiomas. Hace podo tuvimos una experiencia similar con un letrero de nuestro nuevo museo. Creamos varios anuncios que se veían bastante grandes para nosotros (letras de 15 y 20 cm.), pero cuando los pusimos en el edificio y caminamos por la calle o nos movimos por el estacionamiento, descubrimos que eran difíciles de leer. Un cartel escrito por Pilato en un papel clavado en la cruz, hubiese sido imposible de leer incluso para aquellos que estaban enfrente de la cruz. Sumando a eso el hecho de que en Jerusalén se hablaban tres idiomas distintos (el hebreo, el griego y el latín), se hace evidente que el escrito sobre la cabeza de Cristo tenía que ser mucho más grande de lo que comúnmente se cree.
“Cuando le hubieron crucificado […] pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ‘ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS’” (Mat. 27: 35-37). “Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín” (Juan 19: 17-20).
En la cita de Juan pareciera entenderse que el título fue puesto sobre la cruz. La palabra griega usada aquí es “epi”. Sin embargo, en el versículo siguiente, extraído del evangelio de Lucas, la palabra “epi” se traduce como “sobre él”: “Había también SOBRE ÉL un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS” (Luc. 23: 38). Esta misma palabra “epi”, es traducida en otros lugares como “encima”. La Escritura, por lo tanto, no afirma que el título fue clavado literalmente en la cruz. Lo único que afirma con certeza es que los títulos fueron colocados “sobre” o “encima” de él o de la cruz. Con este entendimiento, la información sobre las crucifixiones romanas, y los letreros cubierto de yeso escritos con letras negras que sabemos usaban los romanos, Ron se sintió seguro de sus conclusiones. Poco se imaginaba cómo estas serían increíblemente confirmadas más adelante.
Cuando Ron descubrió los nichos, se le ocurrió colocar en ellos unas tablas con propósitos demostrativos. Después de cavar un poco más y confirmar que no habían más nichos, colocó en ellos letreros pintados en tres idiomas y los fotografió. Dedujo que el nicho más pequeño servía para colocar la omnipresente águila romana. Pero a pesar de todas estas cosas maravillosas, nada de eso era lo que él estaba buscando en su excavación.
Peligro de colapso
Al continuar excavando, la cara del acantilado permanecía a un lado como una sólida pared. Sin embargo, la “montaña” formada por la tierra excavada que estaba del otro lado comenzó a mostrar síntomas de inestabilidad, y Ron temió que colapsara, dejándolos sepultados en el hoyo. Por tal motivo, decidió que debían moverse al sitio original de la cara del acantilado a donde él había señalado. Estaba un poco preocupado por la roca que había visto en la superficie, pero no tenía otra alternativa.
De regreso al sitio original
Ron justificó el comienzo de la excavación a unos metros del sitio original porque este se encontraba en la misma área general. Y gracias al descubrimiento de los nichos, se sintió satisfecho de que no fue una pérdida de tiempo ni de esfuerzo. Sin embargo, ese no era el propósito de su excavación.
Cuando estudió el terreno alrededor de la inmensa roca, notó que había suficiente espacio detrás de esta (entre la roca y la cara del acantilado) como para comenzar su excavación en ese punto. Al cavar hacia abajo, descubrió otro artículo de interés. Tallado sobre la cara del acantilado había un agujero que se extendía hasta una sección de roca sobresaliente, que parecía servir para que una soga o algún objeto similar fuese sujetada en ella. El gran cuidado que sin duda se había tomado para moldear este objeto indicaba que tenía un uso importante. Esto lo descubrirían más adelante.
En el primer lugar donde habían cavado la cara del acantilado era más vertical, como una pared. Aquí se inclinaba hacia afuera, como formando un techo sobre donde estaban excavando. Mientras continuaban la excavación en el subsuelo, encontraron áreas abiertas debajo de la superficie que contenían un gran número de piezas de alfarería. Muchas de estas piezas se encontraban intactas.
Un depósito para guardar granos usado como cisterna
Ron y los chicos alcanzaron el lecho de roca a 38 pies y medio (11.7 m.) bajo el nivel actual de la superficie. Removieron escombros cuidadosamente, hasta encontrar una cámara tallada en la roca de unos quince pies de diámetro (4.5 m.), con escalones de piedra que descendían en espiral hasta un pozo. El pozo aparentemente había sido modificado e impermeabilizado en algún momento para ser utilizado como cisterna. Esto explica la presencia del “agujero para la cuerda” que habían encontrado en la cara del acantilado. A través de este agujero pasaba una cuerda o soga que sostenía un cántaro que era bajado al pozo para sacar granos o agua. Ron cinceló un poco el material que se utilizó para rellenar el pozo, y encontró un importante número de alfarería mezclado entre polvo y escombros, que fueron usados como relleno para moldear la cisterna. Cuando envió estas piezas a los especialistas en antigüedades para ser examinadas, se le informó que algunas de ellas pertenecían a la época de los jebusitas (antes de que David tomara la ciudad). Otras databan del período romano, lo que indica que el depósito de granos fue impermeabilizado durante ese período. Pero a pesar de lo emocionante del descubrimiento, no era lo que él estaba buscando.
A Ron entonces le llamó la atención que la roca era demasiado simétrica para ser una formación natural, por lo que decidió tomarla y llevarla consigo para examinarla cuidadosamente. Al levantarla, descubrió que esta cubría un agujero cuadrado cincelado en la roca.
¿El agujero que sostuvo la cruz?
Como era de esperarse, había una gran cantidad de polvo y escombros por todas partes. Mientras examinaba este agujero y limpiaba el polvo a su alrededor, descubrió una grieta que salía de este y se extendía indeterminadamente. Al remover más polvo y escombros, descubrió en la roca una especie de plataforma que sobresalía unos ocho pies (2.5 m.) de la cara del acantilado. El agujero cuadrado estaba tallado sobre esta “plataforma”. Como no había más agujeros en ella, Ron comenzó a excavar en el terreno compactado frente a esta, que estaba al mismo nivel. Como a cuatro pies de la superficie (1.2 m.), Ron alcanzó el nivel más bajo del lecho de roca, donde descubrió tres agujeros más tallados en ella, justo frente a la “plataforma”. Las medidas mostraron que la “plataforma” con el agujero y la grieta estaba a catorce pies (4.2 m.) debajo de los tres nichos tipo repisa tallados en la cara del acantilado, en el ahora nivel superior. Su teoría de que los nichos tallados habían sido utilizados para colocar los datos de las víctimas de la crucifixión en los tres idiomas que se hablaban en Jerusalén en ese momento, se confirmaba ahora con el descubrimiento de estos agujeros cuadrados de unas 12 o 13 pulgadas (30 a 33 cm.) de diámetro abiertos en la roca. A Ron no le quedó ninguna duda de que estos agujeros se utilizaron en algún momento para sostener cruces, ¡y que el más elevado de ellos (en la plataforma en la roca) había sostenido la cruz de Cristo!
La estructura, que permanecía intacta, indicaba que antiguamente una edificación cubría el lugar. Basado en la evidencia, Ron concluyó que había encontrado una antiquísima iglesia cristiana que había sido construida exactamente en el lugar de la crucifixión de Cristo (la pared de piedra se extendía a lo largo de la cara del acantilado, justo detrás del agujero de la cruz en la plataforma). Al parecer, este fue el lugar exacto donde la “víctima” fue crucificada, unos pocos metros por encima de quienes fueron crucificados con él. El “altar de piedra” estaba pegado a la pared de piedra, extendiéndose como una mesa casi encima del agujero de la cruz y de la grieta.
La grieta en el hoyo de la cruz
La grieta que salía del agujero de la cruz en la plataforma parecía haber sido causada por un terremoto, pues no mostraba evidencia de haber sido tallada. Después de sacar todos los escombros del agujero de la cruz, Ron finalmente pudo medir el fondo. Este se adentraba 23 pulgadas y medio (60 cm.) en la roca. La grieta parecía ser mucho más profunda, pero Ron no intentó medirla en ese momento. No fue sino hasta un año después que descubrió que esta se extendía más de 20 pies (6 m.) bajo la roca.
“Fechando” los restos de la edificación
Durante el transcurso de la excavación Ron encontró monedas que lo ayudaron a fechar la edificación. Una de ellas fue una moneda romana con el rostro del emperador Tiberio, quien gobernó desde el 14 al 37 d.C. Esta fue la moneda más antigua que encontró. Las monedas más recientes datan de aproximadamente el año 135 d.C.
Ya que los datos concuerdan con la historia de Jerusalén, fijó la fecha de la edificación entre el tiempo de la crucifixión y el año 135 d.C. Sin embargo, un estudio posterior reveló que tal vez fue después del año 70 d.C. Antes de ese año (cuando la ciudad y el templo fueron destruidos por el general romano Tito), Jerusalén se encontraba aún bajo dominio romano y los campos de crucifixión habrían permanecido en uso. El historiador Josefo cuenta cómo Tito, durante el acecho a Jerusalén, crucificó hasta quinientas personas en un solo día (Guerras de los judíos, t. V, c. XI, párrafo 1).
Después del 70 d.C.: Fin de las crucifixiones masivas.
Después de la destrucción del año 70 d.C., con la mayoría de los habitantes de Jerusalén asesinados o vendidos como esclavos, la ciudad fue reducida a un campamento romano. Se sabe que Vespasiano ofreció en venta las propiedades de Jerusalén a los extranjeros, pero no existen registros de quiénes las compraron. Una guarnición de 800 romanos fue asignada para vigilar que la ciudad no fuese reconstruida. Los romanos odiaban a los judíos. Por lo tanto, después del 70 d.C., cuando Jerusalén se convirtió en un campo romano con extranjeros ocasionales que vivían en el área (y que no eran judíos), el uso de la crucifixión quedó virtualmente eliminado.
Aparentemente los cristianos fueron tolerados por los romanos. Esto se corrobora por el hecho de que en el año 130 d.C., cuando el emperador Adrián llegó a Jerusalén para fundarla como una ciudad romana de nombre “Aelia Capitolina”, mostró favor hacia los cristianos, mientras que prohibió a los judíos visitarla. Esta y otras cosas contribuyeron a que surgiera una revuelta entre los judíos de Judea en el año 132 d.C., que resultó en la muerte de por lo menos medio millón de judíos. Desde esa época Judea no se conoció más por ese nombre, sino por el antiguo nombre de Palestina. La nueva ciudad romana, “Aelia Capitolina”, permaneció pero no prosperó. El hecho de que las monedas que Ron encontró en la antigua edificación cesan en el año 135 d.C., indica que quienes construyeron y usaron esta antigua estructura aparentemente la abandonaron en esa época y dejaron la región. El hecho de que las bases permanezcan intactas indica también que la estructura no sufrió destrucción por parte de invasores, sino más bien que cayó en desuso y abandono. Eventualmente se fue cubriendo por polvo y escombros con el paso del tiempo. Sea cual sea el caso, la evidencia muestra que la estructura no fue molestada desde tiempos romanos.
Una gran piedra
Al continuar limpiando el área circundante a la cara del acantilado, descubrieron que el diseño del edificio era bastante sencillo. Una pared corría paralela a la superficie del acantilado y a la plataforma con el agujero de la cruz de Cristo. Dos paredes exteriores se extendían en ángulos de noventa grados desde el final de esta primera pared. Cuando comenzaron a excavar en busca de la última pared, encontraron otra piedra tallada a mano. Esta tenía un poco menos de dos pies (60 cm.) de ancho, y la porción que sobresalía de la tierra lucía curva, como un gran “tope de mesa” redondo. Al excavar el terreno a su alrededor, Ron descubrió que era de gran tamaño, así que detuvo la excavación. Ron pensó que tal vez esta fue la piedra con la que se selló la tumba de José de Arimatea, donde fue sepultado Cristo. Si en realidad esta era una iglesia cristiana primitiva, quizá sus propios miembros incorporaron la piedra al edificio. La piedra ciertamente lucía mucho más grande que otras utilizadas para tal fin, según lo que Ron había estudiado o visto. La más grande que se había encontrado hasta la fecha, según entendía, tenía cinco pies y medio (1.6 m.) de diámetro. Esta piedra excedía en gran medida ese tamaño. Por supuesto, no fue sino hasta varios años después que Ron supo sus verdaderas dimensiones, un poco más de 13 pies (4 m.) de diámetro, al medirla con un radar de interfase sub-superficial. “Y lo puso en un sepulcro nuevo de su propiedad que había cavado en la roca. Luego hizo rodar UNA PIEDRA GRANDE a la entrada del sepulcro, y se fue” (Mat. 27: 60).
“Un nuevo sepulcro en el jardín”
En la misma escarpa se encuentra la “Tumba del Jardín”, que fue descubierta en 1867 cuando el dueño del terreno excavaba una cisterna en su propiedad. Al igual que los sitios que Ron había excavado, la tumba se encontraba por debajo del nivel del suelo, sepultada entre escombros de muchos años y generaciones. Cuando el propietario descubrió la tumba, abandonó los planes de la cisterna. Cuando el general Gordon de Gran Bretaña visitó el área y se convenció de que el “rostro de la Calavera” cerca de la escarpa era el verdadero Gólgota, esta se convirtió en la primera opción de ser la tumba de Cristo. Sin embargo, enfrentó una tremenda oposición de parte de los tradicionalistas que aseguran que el “Santo sepulcro” dentro de la ciudad es el verdadero sitio. No obstante, rápidamente encontró algunos adherentes. Cuando terminó de excavar, mostró características que probaron que se remontaba al primer siglo d.C., es decir, a la época de Cristo. Pero el objeto de nuestro estudio en este momento es la piedra que sirvió de sello para esa tumba. Justo en frente de la tumba hay un surco para rodar una piedra redonda. El ancho de este surco es de unos dos pies (60 cm.), el mismo tamaño de la piedra que Ron encontró enterrada.
Otra tumba del primer siglo (de la época de Cristo), es la de la reina Elena de Adiabene. Esta está ubicada en la misma área, un poco más al norte; y su surco es exactamente del mismo tamaño que el de la Tumba del Jardín. No solo son idénticos en tamaño los surcos para las piedras, sino que la tumba también está ubicada al final de una sección inclinada por donde era rodada la piedra hacia el surco, exactamente como en la Tumba del jardín.
Casi dos años de excavación
Hasta entonces, Ron y los chicos habían estado trabajando allí por casi dos años. Comenzaron en enero de 1979 y ya era finales de 1980. Esto, por supuesto, no fue de forma continua. Ron era (y sigue siendo) un anestesiólogo con responsabilidades y obligaciones que cumplir en los hospitales para los cuales trabajaba. Debido a la naturaleza de su trabajo, le era posible ajustar su tiempo para volver numerosas veces al año, aunque solo podía permanecer algunas semanas por visita. Ron estaba muy ansioso: había hecho descubrimientos maravillosos y ofrecido detalles a las autoridades acerca de sus descubrimientos apoyándose en los objetos que conseguía. Algunos le era permitido quedárselos por no ser de valor significativo.
Ya habían explorado toda el área subterránea de la cara del acantilado en busca de alguna entrada a alguna cueva o túnel. La lógica le indicaba que si el Arca estaba ahí, debía estar escondida en una cueva. Finalmente, al reanudar la búsqueda, Ron dijo a los chicos que tenía la corazonada de que debían penetrar a través de la roca de la cara del acantilado. Ronny pensó que era una buena idea, pero Ron se resistía, a pesar de sentir que debía hacerlo. La roca es extremadamente maciza y sería un trabajo sumamente difícil. Finalmente, cuando Danny dijo a su padre que él también pensaba que debían hacerlo, Ron se decidió. Era la única opción que quedaba.
Con martillos y cinceles comenzaron su trabajo. No pasó mucho tiempo hasta que llegaron a un punto en donde encontraron un espacio abierto. Al agrandar el agujero, encontraron una cueva de unos quince pies (4.5 m.) de alto y aproximadamente lo mismo de ancho. Después de arrastrarse, pudieron al fin estar dentro de la montaña conocida como “monte Moria”.
Dentro del sistema de cuevas
Durante casi dos años habían cavado hacia abajo, encontrando objetos y descubriendo emocionantes estructuras casi a diario. Pero ahora estaban dentro de una cueva inhóspita, y pronto descubrirían que esta pequeña cámara solo formaba parte de una gran colmena de túneles y cuevas naturales dentro de la montaña. Durante un año exploraron el lugar sin encontrar evidencia alguna de presencia humana. Los túneles naturales no estaban todos conectados entre sí, por lo que pasaron muchas horas cincelando a través de las paredes en busca de túneles adyacentes, que eventualmente fueron encontrados. Pero eso era todo lo que encontraban: solo túneles.
A finales de 1981 Ron y los chicos se tomaron sus vacaciones de invierno para ir a Jerusalén a trabajar. Aunque allí hace mucho frío en invierno, el sistema de cuevas permanecía siempre a una temperatura agradable y constante tanto en verano como en invierno. Pero el trabajo comenzó a cobrarles su cuota, pues empezaron a presentar síntomas de gripe y fiebre. El polvo inhalado a través de los años en esos túneles confinados contribuyeron a que presentaran síntomas semejantes a una neumonía. Finalmente, en la víspera de Navidad, Ron tuvo que enviar a Ronny de regreso a Estados Unidos debido a su estado de salud. Danny tuvo que seguirlo en la víspera de año nuevo. Ron también estaba bastante enfermo, pero este sería un viaje muy especial.
“La Promesa”
Tal como expliqué en una edición anterior, Ron nunca había escuchado la voz de Dios de manera audible: él solo oraba acerca de lo que debía hacer y recibía “corazonadas”. Hasta ahora había estado excavando por mucho tiempo, y se estaba comenzando a preguntar si estaría perdiendo su tiempo y habría malinterpretado lo que debía hacer. Entonces, procedió a orar como siempre, pidiéndole a Dios que le indicara qué hacer antes de terminar este viaje de diciembre de 1981. Aunque tampoco escuchó ninguna voz audible, esta vez recibió en su mente la promesa de que encontraría el Arca del pacto en ese viaje. Ron creyó con todo su corazón que era una promesa verdadera del único que puede hacer una promesa semejante y mantenerla. Pero las cosas no podían haber lucido peor; Danny y Ronny estaban muy enfermos y Ron probablemente estaba igual, pero fue persistente (o testarudo) y decidió seguir trabajando. El problema era que ahora sin los chicos iba a necesitar ayuda.
En años anteriores Ron había contratado a algunos ciudadanos locales para que lo ayudaran, especialmente en el trabajo de superficie como el de remover escombros. Cada vez que reabrían la excavación y trabajaban debían restaurar el área antes de irse tal como la habían encontrado. Esta era una de las condiciones que le habían impuesto para poder llevar a cabo su investigación. Durante años había removido toneladas de tierra y escombros, por lo que requería asistencia local para poder colocar todo de nuevo en su lugar.
Él había conocido a un joven lugareño que había demostrado ser honesto y confiable, y le pidió que lo ayudara en la excavación al no estar disponibles Ronny y Danny. Aquellos de ustedes que han leído nuestra narración de la excavación en la “cueva de Macpela” ya conocen a este joven árabe a quien llamamos “James” para proteger su identidad y la de su familia. Su familia es dueña de la tierra donde está la cueva fúnebre en Hebrón que para nosotros es la verdadera “cueva de Macpela”. Aparte de haberse ganado la confianza de Ron, “James” era pequeño y delgado, perfecto para deslizarse a través de los angostos túneles de la excavación. Así que fue James a quien Ron contrató para asistirlo cuando Ronny y Danny se fueron.
Explorando cada rincón de la cueva
Ron y los chicos habían explorado casi todos los túneles los años anteriores, pero siempre encontraban más. El plan de Ron para este viaje era el de no dejar más posibilidades por explorar. Él y James se inmiscuyeron por todo el vasto sistema de túneles, ahora mucho más grande y extenso debido a los pasajes que habían abierto y las paredes que habían cincelado. Ron era quien decidía cada paso a seguir. Cada vez que cincelaban y encontraban un nuevo espacio abierto, Ron agrandaba el agujero lo suficiente como para que James pudiese pasar a través de este, examinar cuidadosamente el lugar y reportar todo lo que veía.
En una ocasión atravesaron un pasaje particularmente difícil que los llevó hasta una especie de “chimenea” que se extendía hacia arriba y un túnel que era tan pequeño, que Ron tenía que aguantar la respiración para poder deslizarse a través de él. En una de esas que paró para respirar, el túnel resultó tan estrecho que no pudo volver a llenar sus pulmones completamente de nuevo. Después de salir de allí, Ron notó una pequeña abertura en la pared del túnel al que habían ingresado. Justo en frente de ella había una estalactita de unas 16 pulgadas de largo que parecía estar “cuidando” esta pequeña abertura. Ron derribó la estalactita (y terminó trayéndola a casa, donde aún permanece). Cuando escudriñó a través del pequeño agujero no pudo ver nada, por lo que decidió agrandarlo un poco más para poder ver mejor. Lo único que pudo ver con la ayuda de una linterna fue una especie de cámara completamente llena de piedras (todas más grandes que el tamaño de un puño), y un espacio de unas 18 pulgadas (45 cm.) entre las piedras y el techo. Lo que descubrió no lucía muy prometedor, pero se había propuesto no dejar nada sin explorar. Así que agrandó aún más el agujero para que James pudiera entrar por él.
“¿Qué hay ahí? ¿Qué hay ahí?”
Apenas James se deslizó a través de la pequeña abertura, salió de ella despavorido, agitado, y gritando: “¿Qué hay ahí? ¿Qué hay ahí? ¡No quiero volver a entrar!” Ron pudo contemplar en sus ojos un profundo terror, ¡pero aun así James dijo que no había visto nada! Cualquiera haya sido su experiencia en esa cámara, no solo salió de ella aterrorizado, sino que nunca más regresó al sistema de cuevas.
Esta reacción de James fue precisamente lo que avivó la emoción de Ron. Él no habría echado otro vistazo en esa cámara si no hubiese sido por el terror de James. Solitario ahora en ese vasto sistema de cuevas, tomó su martillo y su cincel para agrandar el agujero y arrastrarse a través de él. Contaba con solo 18 pulgadas (45 cm.) de espacio para entrar a la cámara, por lo que tuvo que acostarse sobre su estómago y llevar únicamente su linterna en la mano para poder ver. Muy a la expectativa a causa de lo que había sucedido con James, miró su reloj. Eran las dos de la tarde del miércoles 6 de enero de 1982. Al alumbrar con su linterna sobre la pila de piedras, alcanzó a ver el pequeño resplandor de algo brillante. Ron comenzó a retirar lentamente las piedras una por una, hasta descubrir varias tablas de madera muy deterioradas que estaban colocadas sobre pieles de animales secas y quebradizas que se hicieron polvo en sus manos al moverlas. Las pieles estaban cubriendo una mesa enchapada en oro cuyo borde tallado consistía en un patrón alternado de una campana y una granada. ¡Ron se dio cuenta inmediatamente de que se trataba de un objeto perteneciente al primer templo! pero estaba en un espacio tan confinado, que le fue imposible descubrir la mesa completamente. Después de analizar la experiencia Ron concluyó que se trataba nada más y nada menos que de la mesa de los panes sin levadura.
El descubrimiento de la grieta del terremoto en el techo.
Con la adrenalina fluyendo por sus venas y lleno de expectativa, examinó en los alrededores de la cámara para ver si podía encontrar algo más, pero no fue mucho. Entonces, alumbró con la linterna hacia el área abierta y luego hacia el techo. Allí notó algo que le llamó la atención. Era una grieta en el techo que tenía una sustancia negra alrededor. Arrastrándose lenta y dolorosamente sobre las rocas hasta el fondo de la cámara, notó que debajo de esta había una gran caja de piedra. La caja tenía una tapa delgada también de piedra que estaba partida en dos, con la sección más pequeña de la misma movida hacia un lado, creando una abertura hacia la caja de piedra. El problema era que esa sección del techo de la cueva estaba tan cerca de las piedras que se le hacía imposible mirar hacia adentro de la caja. Mientras cavilaba sobre lo que había adentro, notó que la grieta en el techo estaba justo encima de la tapa rota de la caja, directamente donde estaba la abertura, y que la sustancia negra había caído desde la grieta hasta la caja, ya que parte de esta lucía derramada sobre la tapa. Fue en ese momento, según cuenta Ron, que entendió lo que había ocurrido allí; algo que cambiaría su vida. La grieta en el techo era la misma grieta que había encontrado en el agujero de la cruz, pero varios metros bajo la tierra; y la sustancia negra no era otra cosa sino la sangre que había fluido a través de esa grieta hasta llegar a la caja de piedra. Ron SABÍA que el Arca estaba en la caja de piedra, ¡pero el descubrimiento más abrumador fue el hecho de que la sangre de Cristo había caído justo sobre el propiciatorio!
Cuando regresó, eran las 2:45 p.m. Habían pasado solo 45 minutos desde que entró a la cámara; pero en ese corto tiempo, se convirtió en el primer testigo del cumplimiento literal del “tipo” representado por todos los sacrificios hechos por el pueblo de Dios desde Adán y Eva y en las leyes del sistema de sacrificios especificadas por el mismo Dios. Ahora entendía por qué él y los chicos habían tenido que trabajar tanto durante esos primeros tres años de excavación que alguna vez le parecieron inútiles. Si no hubiesen encontrado los nichos tallados en el acantilado y después el agujero de la cruz con la grieta causada por el terremoto, jamás habría entendido lo que pasó aquí. Y la promesa que a Ron le pareció haber recibido de parte de Dios, SE ESTABA CUMPLIENDO. HABÍA encontrado el Arca del pacto en ese viaje. Pero aunque no pudo poner sus ojos sobre ella, recibió otra FUERTE corazonada entre frustración y lamentos: “Solo prometí que la ENCONTRARÍAS. Ya vendrá el tiempo apropiado”.
La condición de la cámara, llena de piedras hasta solo 18 pulgadas (45 cm.) del techo, le hizo imposible a Ron hacer algo más. No había manera de sacar nada, a menos que fuese encontrada la entrada original por donde fueron introducidos los objetos. Entonces, decidió regresar a través del pequeño agujero hacia la tortuosa serie de túneles, y sellar el pasaje con una piedra. Si alguien llegara a ese punto y mirara a través del túnel, le parecería como si hubiese llegado a un final abrupto. Por supuesto, la piedra podía y sería fácilmente removida por Ron al regresar al sitio. Ron no contó su experiencia a nadie en ese momento. Necesitaba tiempo para pensar y para que su mente dejara de cavilar con todo lo que había experimentado. Él esperaba encontrar el Arca y sacarla a la luz pública, pero eso ahora parecía imposible. Ron hizo más viajes a la cámara y eventualmente reportó a las autoridades lo que había encontrado. Tal vez indispuestos a creer lo que Ron decía, o quizá dándose cuenta de los problemas que esto podría causar si se hiciera público, las autoridades le pidieron que no dijese nada a nadie acerca del descubrimiento. Pero ya era tarde, porque Ron le había dicho a algunas personas. Él fue honesto con ellos en este sentido. Después de aceptar que “lo que está hecho, está hecho”, le ordenaron no revelar MÁS detalles de los que había revelado. Por lo tanto, a partir de ese punto no podemos ser tan específicos como lo hemos sido hasta ahora. Llegó sin embargo un momento en que Ron mostró algo a las autoridades que los CONVENCIÓ de que había descubierto al menos ciertos objetos del primer templo. Se diseño entonces un plan para “sondear” las aguas y hablar. Necesitaban determinar cuidadosamente qué reacción tendría el público ante el anuncio de que el Arca del pacto había sido encontrada. Los oficiales con los que Ron trató eran importantes servidores públicos encargados del bienestar de la gente, quienes concluyeron que un anuncio tan importante seguramente generaría un baño de sangre entre aquellos que inmediatamente querrían destruir la mezquita en el monte del templo para reconstruir el templo, y los árabes. Aunque ellos no tenían necesariamente la creencia religiosa de que el templo debía ser reconstruido, estaban claros de la pasión y el fanatismo de quienes sí la tienen. Los mismos esfuerzos para sondear la reacción de la gente acerca de la reconstrucción de un nuevo templo resultaron en derramamiento de sangre y muertes. Este es un tema extremadamente crucial hasta el día de hoy, y los israelitas manejarán con mucho cuidado la situación, de la misma forma en que siempre manejan todo: con un enfoque concienzudo que dé prioridad a la seguridad de su gente. ¿Cuál será ese enfoque? no lo sabemos, y tal vez ellos no lo sabrán sino hasta que llegue el momento.
Verificando que el Arca estaba en la caja de piedra.
Ron regresó a la cámara en reiteradas oportunidades. Una vez llevó un taladro de diamante de los que usan los médicos ortopedistas y un colonoscopio usado para mirar dentro del cuerpo humano. Ron quería estar cien por ciento seguro de que el Arca estaba en la caja de piedra. Trató de abrir un pequeño agujero con el taladro, pero le fue imposible penetrar la piedra. Entonces, tomó el cincel y el martillo para hacer el trabajo. Martilló el cincel y lo giró un poco, repitiendo esto una y otra vez, hasta que hizo un agujero de 5/8” (12.7 cm.) en la caja de piedra. El colonoscopio es un instrumento óptico con una poderosa fuente de luz que permite a los doctores observar dentro del cuerpo humano, y Ron había conseguido uno prestado de uno de los doctores del hospital en donde trabajaba. Después de introducir el colonoscopio por el agujero, lo dirigió hacia abajo y ajustó los lentes hasta que vio lo que parecía ser la base de la moldura alrededor de la tapa del propiciatorio, y después la superficie lisa dorada. Como el colonoscopio no deja ver áreas amplias y también debido a la poca movilidad, no pudo ver gran cosa. Pero vio lo suficiente para CONVENCERSE de que era el Arca.
Midiendo la profundidad de la grieta.
En otro viaje le pidió a un ayudante que permaneciera en el agujero de la cruz donde comienza la grieta del terremoto, mientras él introducía una cinta de medición a través de la grieta en el techo de la cámara. Cuando la cinta llegó hasta el agujero de la cruz y su ayudante la tomó para indicarle que ya había llegado arriba, Ron descubrió que la grieta se extendía a través de 20 pies (6 m.) de roca sólida.
El contenido de la cámara
Durante sus sucesivas visitas a la cámara Ron trató de explorar su contenido al máximo. Al medirla, la cámara resultó tener 22 pies (6.7 m.) de largo por 12 pies (3.6 m.) en dos de sus lados, mientras que los otros dos lados seguían la línea de la cara del acantilado, formando un área que se hacía más pequeña en una de sus esquinas. Entre los objetos que vio en la cámara y que pudo identificar están el Arca del pacto (dentro de la caja de piedra), la mesa de los panes sin levadura, el altar de Incienso que estaba frente al velo, el incensario de oro, el candelabro de siete brazos (que no tenía velas, sino unas pequeñas lámparas tipo copa moldeadas en las puntas), una espada muy grande, un efod, una mitra con una granada de marfíl en la punta, una balanza, numerosas lámparas de aceite y un aro metálico que parecía servir para sostener una cortina o algo similar. Hay más objetos, pero estos fueron los que Ron pudo identificar. Todos estos objetos estaban cubiertos por las pieles de animales secas que tenían maderas colocadas encima para sostenerlas, y que fueron rellenadas finalmente con piedras apiladas.
Ron ya ha explicado anteriormente cómo luce el Arca, algo que no repetiremos aquí pues ya fue publicado en el boletín número 4. Las tablas de piedra aún están dentro del Arca, debajo del Propiciatorio. El Arca tiene por detrás un pequeño contenedor abierto donde está “el libro de la ley”, que es, presumiblemente, el mismo que Moisés escribió con su propia mano. Según parece, el libro de Génesis no está ahí sino solo Éxodo, Números, Levítico y Deuteronomio. Lo que más impresionó a Ron fue que estos rollos, escritos en pieles de animales, se mantienen en perfectas condiciones.
Lámparas de aceite en la cámara
Adentro de la cámara, cerca de la entrada original que ahora está sellada, Ron encontró un total de siete lámparas de aceite que al parecer fueron dejadas por los que introdujeron allí los objetos. El hollín en las lámparas y las rocas en donde se sentaron muestran claramente la dirección de la brisa que los siguió hasta el túnel. Una de las lámparas es muy ornamentada y muestra características asirias, lo que concuerda con la influencia cultural de Judea para el tiempo previo a la cautividad babilónica. Su diseño lo encontramos muy interesante. El centro de la misma muestra una cabra o un carnero parado sobre sus patas traseras, comiendo de un viñedo. Esta escena es muy similar a una estatua encontrada en una tumba en la ciudad sumeria de Ur. Se ha sugerido que esto puede representar el carnero atrapado en el matorral en el preciso momento en que Abraham iba a sacrificar a su hijo Isaac, salvando la vida de su hijo y sirviendo como sacrificio sustitutivo; otra “sombra” bíblica del Mesías venidero.
Este concepto también está plasmado en el “árbol de la vida” hitita, según ha sido interpretado, el cual puede ser visto en un friso en Gordium del siglo VI a.C., la misma época de la lámpara que Ron encontró. Es curiosa la relación que existe entre el diseño de la lámpara y la historia del “carnero en el arbusto” como sacrificio sustitutivo, ya que la lámpara fue abandonada en una cámara DENTRO del monte Moria, donde Abraham llevó a Isaac para ofrecerlo como sacrificio y donde el Mesías murió como sacrificio sustitutivo para la humanidad caída. Pero esta es solo una interesante conjetura de mi parte.
Sellando el pasaje a la cámara
Después de su última visita a la cámara hace algunos años, Ron selló permanentemente el túnel que lleva a ella. Ron aprendió muchas lecciones a través de los años, algunas de ellas dolorosas. Una de ellas es que debe ser muy cuidadoso con quien comparte esta información. Durante el curso de su trabajo tuvo numerosas experiencias con personas que habrían sido desastrosas si no hubiese sido por la intervención divina. Por ejemplo, hubo un día en que un famoso evangelista se acercó a la excavación y Ron lo invitó a bajar a la cámara. Pensando que este hombre era una persona honesta, Ron le contó lo que estaba buscando y el hombre le hizo grandes promesas de ayuda. Para resumir la historia, un grupo de individuos de su grupo evangélico llegaron después al lugar afirmándole a las autoridades que ellos formaban parte de la expedición Wyatt, y que Ron llegaría en pocos días (algo que no era cierto). Estos hombres lograron entrar al sistema y comenzaron a excavar; pero de repente, las paredes de la cueva en donde estaban colapsaron y estuvieron a punto de quedar sepultados bajo los escombros. Inmediatamente empacaron y regresaron a casa. No hubo ningún daño grave, excepto que Ron y los chicos tuvieron que excavar nuevamente el área que colapsó.
Este y otros incidentes similares hicieron que Ron decidiera sellar el pasaje. Como se trataba de un laberinto de túneles, sería prácticamente imposible encontrar la ruta correcta a la cámara. Después de cerrarla, la entrada al sistema quedó como una pared de piedra natural. Ron había hecho todo lo humanamente posible a través de ese pasaje. Sería imposible extraer algún objeto grande a través de él. Como todos los intentos que hizo de fotografiar algún objeto dentro de la cámara resultaron en fotos borrosas, concluyó que simplemente no le estaba permitido tomar ninguna fotografía (y más tarde entendió porqué. Para ese momento él tenía más libertad de compartir esa información; y eso hubiese causado serios problemas si alguno de esos “personajes indeseables” con los que tuvo contacto durante esos años, hubiese VISTO evidencia de que ese objeto de oro macizo REALMENTE existía. Recuerden cómo fue saqueada la tumba de la esposa de Noé). El próximo objetivo ahora era ubicar la entrada principal a la cámara -el pasaje a través del cual los objetos fueron introducidos originalmente-.
El pasaje original usado para introducir el Arca en la cueva.
Antes de sellar el pasaje permanentemente, Ron había entrado a la cámara contenedora del Arca y había ubicado la entrada original, para ver si lograba llegar hasta su punto de origen. Al abrirla, descubrió un túnel muy largo que se extendía hacia ambas direcciones. El túnel parecía ser una formación natural agrandada, pues había muchas marcas de cincel en las paredes. Las mala noticia es que estaba bloqueado en ambas direcciones. El asunto era determinar la ruta tomada por los que colocaron los objetos en la cámara.
Para resolver la interrogante, Ron simplemente utilizó la razón. El punto de origen de los objetos fue el templo. Ahora estaban en esta cámara, a varios metros bajo tierra. Debajo de la ciudad y del templo se han hallado infinidad de túneles, pero ninguno de ellos llega hasta esta dirección. ¿Estaría la entrada hacia este túnel dentro de la ciudad; o tal vez en algún lugar de la calle contigua, frente a la pared norte? Ron comenzó a planificar dónde comenzar su búsqueda
“La Cueva de Zedequías”
El Dr. Barclay, un médico misionero, salió a dar un paseo por Jerusalén en el invierno de 1854. Caminó hasta el lugar que tradicionalmente se conoce como “La gruta de Jeremías”, ubicado en la misma “pendiente del Calvario”. Al pasar la Puerta de Damasco, su perro repentinamente comenzó a correr alrededor de él y desapareció. Mientras buscaba su perro, que no respondió como usualmente lo hacía, escuchó un ladrido sordo que venía desde el sitio donde se encontraba el muro de la ciudad. Al llegar al lugar encontró un profundo agujero. Adentrándose en este, escuchó el sonido familiar de los ladridos de su perro. Fue así como fue descubierta (o redescubierta) la “gruta de Jeremías”.
Esta inmensa cueva está ubicada debajo de la sección musulmana de la ciudad, extendiéndose 750 pies (228 m.) hacia el monte Moria desde la trinchera o fosa seca que separa la parte norte de la sur. Tiene 325 pies (99 m.) de ancho en su punto máximo, y casi 50 pies (15 m.) de alto. Se trató claramente de una cantera de piedra, pero hasta qué punto estuvo activa, no lo sabemos. Hay quienes piensan que de ella se extrajeron las rocas que fueron utilizadas en la construcción del primer templo, y tal vez sea verdad. Pero su existencia no era un hecho muy conocido, y es casi seguro que siempre estuvo sellada por temor de que algún enemigo tratara de inmiscuirse hacia la ciudad abriendo túneles en ella. Pero aunque poco se sabe acerca de esta cantera gigante, todos coinciden en algo: no había acceso a la ciudad a través de ella.
Al ver el diagrama del trazado, podemos notar ciertas áreas oscuras que servían como pilares de roca sólida que se utilizaban para soportar el techo, similares a los que se utilizan en las minas de carbón. Cuando los mineros abandonan la mina después de extraer todo el carbón, retiran estos pilares y la mina se desploma. Sin duda estos fueron dejados allí para prevenir que colapsara la cueva, pues una parte del norte de la ciudad está encima de ella. Mientras Ron examinaba cuidadosamente la cantera, notó algo que lo dejó pensando. cuando él toma un proyecto, lo primero que hace es determinar la forma más fácil de realizar las cosas que requieren mayor trabajo. Mientras caminaba por la inmensa cantera, algo le pareció ilógico. Trató de ponerse en “los zapatos” de los antiguos obreros al ver la profundidad en se extendía la cantera a un lado de la montaña. Pensó en el trabajo que se debió requerir para sacar todas esas piedras de ahí y llevarlas hasta la puerta norte de la ciudad y razonó que hubiese sido mucho más fácil sacarlas de la cantera a través de la calle, que a través de la cueva. Lo solución lógica, según Ron, habría sido abrir una abertura en el techo de la cantera y sacar simplemente las rocas hasta la ciudad. Mientras más pensaba en ello, más lógico le parecía, aunque hasta ese momento nadie había encontrado una entrada a la cantera desde la ciudad. Así que Ron comenzó a examinar los pilares de roca, y tal como se lo imaginaba, encontró uno que no era un pilar de piedra como tal. Se trataba de una pila de tierra y escombros amontonados hasta el techo, y como pensaba, había una abertura en el techo. En la superficie, sin embargo, debía pasar desapercibida. Como no podía examinar la sección de afuera, no pudo saber si la roca había sido cortada para que encajara en el hoyo a modo de alcantarilla, o si lucía solo como tierra apilada. Pero al menos estaba seguro de que había una abertura.
El tiempo pasa
Danny y Ronny eran ahora unos adultos jóvenes con sus propias vidas. Ambos se especializaron en el área de la construcción y tenían responsabilidades que no les permitían darse el lujo de dejar sus trabajos para ir y venir al medio oriente. En vista de que el pasaje que lleva a la cámara que contiene el Arca estaba completamente sellado, Ron tuvo que acudir a otros para que lo ayudaran con el trabajo. Ya hemos hablado de los peligros que conllevaba delegar trabajo en personas a quienes Ron no conocía bien. A veces tuvo voluntarios maravillosos que estuvieron dispuestos a seguir instrucciones y obedecer las reglas; pero en otras ocasiones, personas que parecían ser honestas se convertían en una maldición en vez de en una bendición. El Arca del pacto parecía atraer a todos aquellos que tenían su propia agenda oculta.
Más trabajo en el sistema de cuevas
Ron decidió continuar la búsqueda de la entrada original a la cámara desde adentro del sistema de cuevas. Con un buen equipo tecnológico como el radar sería capaz de detectar cualquier hueco que estuviese detrás de las paredes de roca sólida, algo que resultaba extremadamente útil. Había un punto particular dentro del sistema de cuevas en donde SABIA que estaba a unos pocos metros de la cámara, pero pasar de un punto A a un punto B a través de varios metros de roca sólida no era nada fácil. Al intentarlo encontró muchos caminos falsos, como una pared de roca que se extendía por todo el contorno de la cara del acantilado, igual que la verdadera pared de la cámara. Pero ese camino no llevaba a ningún lado.
Yo no logré entender el problema cuando Ron trató de explicármelo, sino solo hasta que pude entrar a la cueva por mí misma. Mientras entraba por el pequeño agujero, esperaba encontrar una gran cueva como las que había conocido desde niña. En vez de eso, encontré que el pequeño agujero llevaba a una especie de cueva de forma irregular de unos 25 pies (7 m.) de altura. Tuve que atarme una soga y deslizarme en “rapel” entre las rocas. Al salir de esa área, me encontré parada sobre unos tablones de madera que servían de “piso”, que por cierto eran bastante pequeños. La cueva abierta se extendía por otros 40 pies (12 m.) debajo de mí. No era nada de lo que yo me esperaba. Tuve que contorsionar y estirarme, tratando de adaptar mi cuerpo al angosto pasadizo que llevaba a esa área. La verdad, no tenía idea de a dónde me dirigía. Sin una brújula, estaba completamente desorientada. Luego, cuando pasé a través de un par de aberturas de la cámara principal, me quedé asombrada de lo angosto de los pasadizos. Sufro un poco de claustrofobia, y por eso ahora tengo un mayor respeto por Ron, Danny y Ronny. No pude creer cómo lo hicieron y aún hoy me hago esa pregunta. Antes yo decía: “Si sabes cuántos metros hay hasta cierto punto, entonces porqué simplemente no mides y llegas al sitio” Pero ahora mi concepción del asunto cambiaba. En esos angostos confines, con paredes de piedra y rocas por todos lados, parece imposible medir nada. Incluso conociendo la ruta parece imposible. Ron había trabajado en esas cuevas y túneles por muchos años y se las conocía como la palma de sus mano, pero esto no iba a ser fácil.
“Un desastre inminente”
Además de buscar dentro del sistema de cuevas, Ron llevó al equipo a la entrada del túnel sellado en la cantera con el propósito de abrirlo. Cuando quitaron los bloques, ENCONTRARON la abertura que Ron había detectado con el radar, según explicamos anteriormente, y el túnel relleno. Ron y el equipo comenzaron a retirar las rocas y los escombros usando cubetas que se pasaban de uno a otro hasta que el último desechaba el contenido (este fue el mismo sistema que usaron dentro del sistema de cuevas. La “brigada de la cubeta” a veces consistía de hasta diez personas o más).
Mientras escribo estas líneas Ron me está recordando una experiencia que tuvo en ese momento. Limpiando el túnel con un grupo de amigos de Florida, tuvo de repente el “presentimiento” de que ocurriría un “desastre”. Él les comunicó a todos su impresión y les dijo que no sabía lo que iba a pasar, pero que debían empacar rápidamente sus cosas e “irse de allí”. Todos hicieron lo que él había dicho, y justo cuando comenzaron a caminar para irse, oyeron un gran estruendo sordo que venía desde el área del túnel. Un inmenso peñasco en el techo del túnel cayó justo donde Ron había estado sentado.
Al regresar al día siguiente, Ron retiró los escombros. La sensación de “desastre” se había marchado y continuaron trabajando. Pero los escombros que llenaban la abertura parecían no terminar nunca. Entonces tomaron la decisión de volver a colocar los bloques como los habían encontrado y dejarlo así, al menos en esa oportunidad. Hasta el día de hoy no sabemos si el túnel está completamente sellado; ni siquiera si es el túnel correcto. Sin embargo, la última vez que Ron regresó, Ronny pudo pedir unos días libres en su trabajo y acompañarlo. En esa ocasión encontraron una moneda romana con la imagen de Tiberio, lo que indica que el túnel fue abierto en tiempos romanos y luego resellado. No pudimos encontrar esa moneda particular en la lista de monedas imperiales romanas, por lo que asumimos que se trataba de una moneda local.
Cavando en el piso
El último recurso de Ron fue el de intentar taladrar un hueco a través de la roca sólida hasta la cámara contenedora del Arca y de los otros objetos. Pero esta era una opción delicada, ya que el taladro podría dañar algunos objetos, o que después de invertir todo ese esfuerzo descubrieran que no estaban en el lugar correcto sobre la cámara. Sería un trabajo tremendo que requeriría una gran cantidad de esfuerzo. Sin embargo, Ron y un par de fieles asistentes comenzaron el trabajo en un viaje subsiguiente. Contaban con taladros de martillo y mejor equipo que el que él y los chicos habían usado durante los primeros años. Durante varios viajes se dedicaron a taladrar y atravesaron más de diez pies (3 m.) de roca sólida, pero el fin parecía no llegar nunca. Entonces Ron experimentó algo normal para un ser humano: comenzó a sentirse frustrado por el esfuerzo que parecía no estar dando ningún resultado.
De todos los proyectos en los que Ron había trabajado, y los descubrimientos que había hecho, un sentimiento de “indignidad” lo acompañó siempre en sus pensamientos durante este trabajo. Los ejemplos bíblicos de aquellos que hicieron un trabajo para Dios, pero que en un momento u otro fallaron de alguna manera (como cuando Moisés golpeó la roca cuando se le había ordenado que le HABLARA, lo que le costó el privilegio de poder entrar en la tierra prometida), fueron recordatorios vivos para Ron de cuán serias podrían ser las consecuencias si permitía que algunas de sus acciones o motivaciones estuvieran en contra de la voluntad de Dios. A veces era fácil discernir su curso de acción, pero otras no. Además, ¿qué pasaría si llegase el momento en el que él fallase y Dios no lo usase más? ¿Cómo lo sabría? De hecho, ya estaba comenzando a preguntarse si había sido “despedido de ese trabajo”. Él siempre tuvo claro que Dios no lo NECESITABA para terminar su trabajo. Él podría encontrar a alguien más. Sus esfuerzos no parecían dar frutos y habían pasado casi diez años desde la primera vez que encontró el Arca.
“Dios te bendiga en lo que estás haciendo aquí”
En el siguiente viaje Ron y un asistente habían ido a Jerusalén a trabajar de nuevo en la abertura. Uno o dos meses atrás Ron había hablado en una iglesia, y uno de los presentes había mostrado un interés particular en el Arca del pacto. Aún recuerdo cuando esta persona llamó por teléfono y comenzó a preguntarme cuándo pensaba volver Ron. Parecía una buena persona y le dije que no estaba segura cuándo, pero que sería en pocos meses. Después me preguntó dónde se quedarían, porque -según dijo- él iba para Israel y deseaba un hotel relativamente económico; así que le indiqué dónde nos hospedábamos usualmente. Parecía una pregunta inocente; sin embargo, pronto aprendería una terrible lección: que no podíamos informar a nadie acerca de los viajes de Ron, bien sea a Israel, Egipto o cualquier otro lugar. Cuando Ron y su ayudante llegaron al hotel, ahí estaba el hombre que me llamó, que al parecer había averiguado de alguna manera la fecha de llegada de Ron (yo no se la había dicho). Parecía que este hombre estaba convencido de que era una especie de “profeta” y trató de auto incluirse en el proyecto. Ron y su ayudante habían llegado dispuestos a trabajar, pero de ninguna manera iban a permitirle a este hombre saber nada importante. Entonces, entraron al sistema de cuevas como de costumbre, pero sin poder hacer el trabajo que tenían previsto. No si él estaba presente.
Cuenta Ron que este episodio fue la gota que derramó el vaso. Oró a Dios acerca de la posibilidad de abandonar el proyecto, pues prácticamente estaba decidido de que eso era lo que debía hacer. Hasta entonces Ron había tenido que cubrir todos los gastos de su propio bolsillo, y este último, particularmente, era un viaje bastante costoso. Sumando todo, la suma invertida alcanzaba entre siete mil y ocho mil dólares; DEMASIADO dinero para nosotros. Así que Ron comenzó a preguntarse si realmente estaba haciendo lo que Dios quería que hiciera, o si se estaba engañando a sí mismo. Habían pasado diez años desde que había encontrado el Arca. ¿Habría cometido algún error, y por eso Dios ya no quería usarlo? Cualquiera hubiese sido la razón, Ron decidió en ese viaje que todo había terminado. Sellaría definitivamente el sistema de cuevas para no regresar jamás. Pero debo decirles algo: conozco a Ron y él no es así. La experiencia con el “profeta” debió haber sido una terrible frustración, pues él estaba muy emocionado cuando se fue de aquí. Lo poco que me contó del incidente me dio a entender que fue una experiencia peor de lo que yo pensaba. Sea lo que haya sucedido, desanimó a Ron por completo, quién interpretó el fracaso del viaje como una señal de que Dios lo había “sacado del trabajo”.
Justo después de eso Ron tuvo una experiencia que cambió su vida. Cierto día, él y el “profeta” estaban sentados en el piso, afuera del sistema de cuevas. El ayudante de Ron estaba adentro. Ron estaba trabajando en el radar, cambiándole el papel o algo así, y el “profeta” estaba sentado bajo la sombra de un gran arbusto comiéndose su almuerzo. El lugar en donde estaban sentados estaba a varios metros bajo el nivel del nivel de la calle detrás de ellos, pues ahí había sido donde Ron había excavado en años anteriores. Es necesario explicar esto para poder entender lo que pasó. De repente Ron escuchó una voz detrás de él que le dijo: “Dios te bendiga en lo que estás haciendo aquí”. Ron volteó, y en el nivel del piso superior vio a un hombre alto y esbelto, de cabello negro, vestido de túnicas blancas similares a las usadas en tiempos bíblicos, excepto que estas eran de un blanco puro. Extrañado, pues él no le había dicho a nadie lo que él estaba “haciendo ahí”, se preguntó quién era este hombre. Ron trató de entablar una conversación amistosa y le preguntó si era de la zona. El hombre respondió simplemente que no y permaneció en silencio. Ron le preguntó entonces si era un turista, y nuevamente respondió que no. Hubo de nuevo silencio. Entonces, el hombre de blanco dijo, “Vengo de Sudáfrica y voy camino a la Nueva Jerusalén”. Ron quedó tan impresionado que no pudo decir nada, sino solo mirarlo. Entonces, el hombre le dijo nuevamente: “Dios te bendiga en lo que estás haciendo aquí”. Inmediatamente se dio la vuelta y se marchó. Al cabo de unos minutos, el “profeta”, quien no vio al hombre a causa del arbusto, dijo: “Ron, ¿crees que hablamos con un ángel? Ron le respondió, “Al menos”.
Todavía recuerdo la llamada como si hubiese sido ayer. Si ustedes no conocen la personalidad de Ron, permítanme decirles que es una persona muy calmada. Él nunca actúa de manera exaltada o ansiosa. Rara vez su voz deja traslucir sus verdaderos sentimientos. Pero aunque su voz parecía calmada, sabía que algo había sucedido. Me contó lo que había pasado y me explicó cómo apenas unas horas antes se había sentido frustrado y cansado. Había perdido la convicción de que estaba haciendo la voluntad de Dios. Entonces apareció este extraño, y me repitió palabra por palabra su conversación. Estaba alegre de que por lo menos el “profeta” había escuchado la conversación. Estaba absolutamente seguro de que había ocurrido. Cuando Ron interrogó a los lugareños que se dedican al comercio a lo largo de la única vía que existe para entrar al área, se dio cuenta de que NINGUNO había visto entrar o salir a alguien con esa descripción. Aunque el escarpe es realmente largo, está rodeado de edificios, cercas y paredes de piedra que impiden que alguien entre al área por otro lugar que no sea una calle en particular. Los vendedores que suelen ubicarse en esa calle habían estado ahí día tras día mientras Ron trabajaba, y él ya los conocía bien. No había duda al respecto: el extraño vestido de blanco no había sido visto por nadie más. Ron me confesó después que pensaba que se trataba de alguien más importante que un ángel. Tenía una profunda impresión de que se trataba del mismo Cristo en persona.
Haya sido Cristo, o un ángel, la experiencia fue suficiente para alentar a Ron y convencerlo de que sus esfuerzos NO habían sido en vano, y de que aún estaba haciendo la voluntad de Dios. Desde entonces he podido ver el resultado de esa experiencia una y otra vez en nuestras vidas. Desde entonces nada puede empañar el fervor o la creencia de Ron en uno u otro proyecto. Cuando él y su grupo fueron secuestrados un año después al este de Turquía, el recuerdo de esa experiencia me hizo sentir completa paz. Nunca pensé (después del impacto inicial de la noticia) que Ron estuviese en verdadero peligro, porque sabía que aún tenía trabajo por hacer. Mi calma era tan notable, que cuando Ron regresó, sus amigos en el hospital hicieron chistes como “Tú no debes importarle mucho a tu esposa, porque ella estaba COMPLETAMENTE calmada en la TV hablando de su marido secuestrado”. Ron no suele hablar mucho acerca de esta experiencia con el “hombre de blanco”, pero creo que literalmente cambió su vida, dándole suficiente coraje para soportar cualquier cosa a fin de terminar su trabajo. Desde ese momento, Ron y todos los demás hemos estado esperando por lo más importante.
Las pruebas de sangre
Nadie se sorprendió más cuando Ron habló por primera vez públicamente sobre los resultados de las pruebas sanguíneas hechas a las muestras que había tomado del Propiciatorio del Arca, que yo (todo lo que él ha afirmado sobre este tema puede verse en nuestro video “Presentación” y no será repetido aquí). Como ya lo he dicho, hay muchas cosas que él aún no ha contado a nadie (ni siquiera a mí), y este era uno de esos casos. Él tomó varias muestras de la grieta que se extiende desde el agujero donde se colocó la cruz. Yo misma hidraté una pequeña muestra durante un período de tres días y pude ver los glóbulos rojos por el microscopio. Aún así, él nunca me comentó si se hizo algún análisis de laboratorio. Tampoco he podido ver las otra muestras. Por lo tanto, lo único que puedo reportar aquí es lo mismo que él ya ha dicho anteriormente: que cuando llegue el momento adecuado, llevará dos médicos imparciales a la cámara para que tomen sus propias muestras y cada uno haga su propio análisis independiente, el cual sería filmado “in situ”. Repito: este es SU plan, lo que ÉL desea que ocurra; pero al igual que con todo lo demás, no sabemos exactamente cómo, cuándo o dónde va a ocurrir. Por ahora, él no tiene nada más que decir al respecto. Ron aprendió de su experiencia con el Arca de Noé que aun teniendo los análisis de laboratorio filmados, siempre aparecerán aquellos que alegarán cualquier cosa para objetar los resultados, al punto de decir que él ha “falseado” las muestras. Pero basta con ver un poco del juicio a O. J. Simpson, para darnos cuenta de cuán importante puede ser un análisis de sangre. Mi opinión personal es esta: si es la voluntad de Dios que la sangre de su Hijo sea mostrada públicamente con sus características únicas que demuestran su humanidad y divinidad, el dispondrá todas las cosas para que esta evidencia sea presentada de forma que los hombres “sabios” no puedan ofrecer “ninguna explicación razonable” en contra. Desde que Ron encontró la sangre, la investigación en el campo de la genética (ADN) ha progresado notablemente, tal vez porque Dios está preparando a la humanidad para algo que conmocionará al mundo entero. Pero por ahora solo consideremos lo que Ron ha dicho. Veamos y esperemos.
El lado “oscuro”
Ron me recordó las cinco personas que perdieron sus vidas en el momento en que interfirieron o trataron de interferir con las excavaciones. No haremos esto público por respeto a sus familias, pero aún conservamos el artículo – la página principal del “Nashville Banner” que habla sobre la muerte de uno de ellos. Este hombre estuvo acercándose a Ron y los chicos mientras ellos iban y venían de las excavaciones, y comenzó a hacer preguntas. Pronto averiguó lo que estaba ocurriendo (para ese momento Ron ya había encontrado el Arca) y aseguró que “el mundo tenía que saberlo”. Este sujeto convocó a una conferencia de prensa en la que iba a anunciar “un gran descubrimiento”. Cuando Ron se enteró, él y los chicos cambiaron inmediatamente su vuelo y se fueron la noche anterior a la que estaba programado. Esto iba a tomar lugar en una calle cercana que estaba relativamente apartada. Cuando Ron regresó a casa, se encontró con la noticia en la primera página del periódico de Nashville. Al parecer, cuando llegaron los reporteros a la rueda de prensa, encontraron al hombre muerto en esa misma calle con un disparo en la cabeza. Ninguna explicación fue dada.
Yo podría escribir fácilmente varios libros con las experiencias que Ron ha tenido con todos los que han tratado de interferir en su trabajo, así como con quienes se han dado a la tarea de tratar de desacreditarlo a él y a su trabajo con sus propias opiniones personales. Sé de dos personas que trabajaron con Ron en uno de sus descubrimientos (no en este), que me expresaron que se habían “alejado de él” porque simplemente no creían que había encontrado el Arca del pacto. Bueno, Tomás tampoco creyó que Cristo estaba realmente de pie frente a él, sino hasta que vio la marca de los clavos en sus manos y la herida en su costado. Pero Cristo NO LO castigó por eso. De hecho, este episodio sucedió en pro de aquellos que vendrían después y NO PODRÍAN verlo, pero leerían de la necesidad de Tomás de tener “pruebas”. No es pecado requerir evidencias. La “fe” no es ciega; está basada en la realidad que nos rodea. Pero lo que fue suficiente en el pasado, no es suficiente para el hombre de hoy, bombardeado por las llamadas “evidencias científicas” que los “expertos” interpretan como “evidencia positiva” de que la Biblia es un mito. Dios, en su misericordia, está proveyendo evidencias contundentes para una generación que ha sido llevada a tomar como “evangelio” “la palabra” de sus educadores y hombres de “gran aprendizaje”. Nadie debería aceptar la palabra de nadie hasta poder ver las evidencias. Sin embargo, cuando alguien ha hecho afirmaciones con evidencias sólidas en el pasado, esa es una razón suficiente para considerar cualquier cosa que esa persona esté afirmando pero que no puede demostrar en el momento. Eduquémonos en la materia y esperemos la conclusión final hasta que la evidencia sólida sea mostrada para un “sí” o un “no”.
¿Qué viene ahora?
Todo sigue como Ron lo encontró, completamente escondido y bien guardado. ¿Se hará algún día público TODO ESTO? Tal vez. Solo sé que el mayor deseo de Ron es excavar el área completamente a fin de exponer el sitio de la crucifixión hasta la cámara en donde está el Arca del pacto, pero cuándo podrá hacerlo, no lo sabemos. He aprendido que SIEMPRE las cosas suceden de manera distinta a como me las he imaginado. Pero sin duda el Arca será sacada a la luz pública. Ella está bien escondida bajo la tierra, por lo que sacarla junto con los otros objetos en este momento parece casi imposible sin intervención divina. Ron piensa que quizá las cosas de las que se ha hablado aquí se harán públicas dentro de un año, por ciertos eventos que pensamos están por suceder (y que no mencionaremos ahora). Sin embargo, si no suceden pronto, él no se rendirá. Él no está diciendo que esto sucederá EN ESTA época, sino que existen muchas posibilidades. Pedimos oración por estos lugares arqueológicos, ya que existen ciertas personas manejadas por Satanás que están tratando de sepultar el Arca más profundo de lo que se encuentra. Después de todo ¿A qué puede temerle más Satanás que a la evidencia que está enterrada ahí? Sin embargo, los acontecimientos de Dios siempre suceden en el momento adecuado, y nadie puede cambiar las cosas que tienen que suceder. Pero si somos sirvientes fieles y diligentes, tal vez sí podamos acelerar su venida terminando la obra que se nos ha encomendado.
Creemos que el mundo entero pronto VERÁ el Arca y los demás objetos y que las tablas de piedra saldrán a la luz. Creemos que el tiempo SE ACERCA. Si desea saber por qué creemos esto, no deje de leer lo que sigue.
Los requerimientos del Pueblo de Dios
Las profecías se están cumpliendo rápidamente. Pronto seremos testigos de los eventos más monumentales de toda la historia. Pero parece que la mayoría de aquellos que se definen como cristianos se han enceguecido a las GRANDES VERDADES que separarán las ovejas de los cabritos. Si vamos al Génesis y leemos la historia de Caín y Abel, veremos que desde el principio Dios NO aceptó sustituciones ni variaciones en lo que nos había encomendado. Caín estaba rabioso porque su ofrenda no había sido aceptada. Pero Dios había especificado claramente los requerimientos para los sacrificios que fueran ofrecidos -sacrificios de sangre- ya que todos debían ser representativos de la muerte de su Hijo. En medio de su rabia, Caín mató a su propio hermano Abel, a quien su sacrificio le había sido aceptado.
A través de la Biblia, leeremos una y otra vez que el pueblo nunca cesó de incorporar prácticas ajenas a la adoración a Dios que NO eran aceptables de ninguna forma, INCLUSO aunque hubiesen parecido inofensivas para el pueblo. Dios fue y es siempre MUY preciso y claro en los requerimientos para su pueblo. Estos nunca han cambiado a través de los años, aunque muchos digan lo contrario.
¡UNIDAD!
Hoy, aquellos que se proclaman cristianos están apunto de atravesar la mayor crisis que hayan enfrentado jamás. Parece difícil de creer que en esta época en la que podemos adorar sin ser perseguidos o sin escondernos, pueda suceder algo así. Se ha establecido un plan para que todas las iglesias se unan en sus puntos comunes de doctrina. Todo el sufrimiento y la persecución que ha sufrido el pueblo de Dios, que luchó por mantener la pureza de su mensaje a través de las distintas épocas, será considerado nulo. Día tras día vemos por televisión a distintos “líderes”, explicándonos cómo esta “unidad” completará la obra de Dios. En realidad sí terminará una obra, pero no será precisamente la de Dios. Las prácticas y doctrinas paganas que se introdujeron en la fe cristiana después del tiempo de Cristo dominan la “apostasía cristiana”, aunque la pureza de la fe se restauró en cierto grado en algunas iglesias durante los últimos siglos. Fue en este país, Estados Unidos de América, que se le dio la oportunidad de crecer y dar fruto a la verdadera pureza de la fe. Fue este país el que envió misioneros por todo el mundo para completar la predicación de la palabra. Pero ahora, cuando el trabajo está casi por finalizar, las iglesias que alguna vez lucharon arduamente para permanecer libres de la influencia del “cristianismo apóstata” terminarán uniéndose a este.
La razón de quienes están luchando por esta unidad es que existen “nexos” entre sus miembros. ¿No somos todos “hijos de Dios”? ¿No podemos afianzar nuestra posición en el mundo unificándonos? Pensemos un poco acerca de estas preguntas. Honestamente, ¿creemos que por el solo hecho de que alguien diga que es un “verdadero creyente” lo es cuando enseña y cree en doctrinas que son contrarias a la Palabra de Dios? Leamos cuidadosamente las advertencias: “Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos? […].No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’ , entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?’ Entonces les diré claramente: ‘Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!’” (Mat. 7: 15). “Queridos hermanos, no crean a cualquiera que pretenda estar inspirado por el Espíritu, sino sométanlo a prueba para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas” (1 Juan 4: 1).
Deberíamos estar claros de que Dios no obliga a nadie a seguirlo, pero Satanás no escatimará esfuerzos para lograr sus propósitos. ¿Qué sucederá cuando toda la “cristiandad” se unifique? ¿Se dejarán influenciar los “buenos” por los “malos”? ¿O estaremos en peligro de ser engañados por estos “falsos profetas”? ¿Qué sucederá si somos engañados?
“Los guías de este pueblo lo han extraviado; los que se dejan guiar son confundidos” (Isa. 9: 16).
“Algo espantoso y terrible ha ocurrido en este país. Los profetas profieren mentiras, los sacerdotes gobiernan a su antojo, ¡y mi pueblo tan campante! Pero, ¿qué van a hacer ustedes cuando todo haya terminado?” (Jer. 5: 30-31).
El haber sido engañados por falsos profetas NO es excusable delante de Dios, ya que continuamente nos ha advertido de ello. Pablo sabía que esto sucedería:: “Sé que después de mi partida entrarán en medio de ustedes lobos feroces que procurarán acabar con el rebaño. Aun de entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán falsedades para arrastrar a los discípulos que los sigan” (Hech. 20: 29).
El mayor peligro que enfrentamos NO viene de los no creyentes, sino de aquellos que dicen ser creyentes pero que enseñan falsas doctrinas.: “Les ruego, hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y dificultades, y van en contra de lo que a ustedes se les ha enseñado. Apártense de ellos. Tales individuos no sirven a Cristo nuestro Señor, sino a sus propios deseos. Con palabras suaves y lisonjeras engañan a los ingenuos” (Rom. 16: 17).
“¡A la ley y al testimonio! Si no dicen conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isa. 8: 20).
Pero, ¿es realmente tan peligroso que las iglesias trabajen unidas? Amigos, NO hay mayor peligro que ese. Es fácil reconocer a aquellos que afirman no creer, pero hay uno que conoce la Biblia mejor que cualquier ser humano. Aquellos que son guiados por él (Satanás) lucirán como los “más santos” EN LA SUPERFICIE de la tierra, mientras introducen sutilmente sus mentiras mezcladas con la Palabra de Dios.
“Y esto no es sorprendente, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan de ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Cor. 11: 14).
“Esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas […]. Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él […]. Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas basadas en las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo” (Col. 2: 4).
“Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Mat. 15: 9).
Seguir a cualquier “hombre” —sea maestro, predicador, padre, madre, etc.— es un error. Solo debemos seguir a uno: nuestro Señor y Salvador Jesucristo. No debemos unirnos a aquellos que sabemos tienen creencias corruptas, aunque compartamos algunas creencias comunes. “Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clame” (Sal. 4: 3).
Antes de morir, Cristo explicó cuidadosamente la transición del “antiguo pacto” al “nuevo pacto”. Todos los cambios fueron explicados y predichos por él. Él mismo dejó su doctrina al hombre, y llegó el tiempo cuando ascendió al cielo, a la diestra de su Padre. NO habrían cambios en la fe que él mismo se había encargado de traernos personalmente. Pero muy pronto comenzaron a introducirse herejías y falsas doctrinas en el cuerpo de los creyentes. El intento de popularizar al cristianismo llevó a la introducción de tradiciones paganas en las prácticas de la iglesia. Esto continuó hasta que la verdadera fe llegó a ser prácticamente irreconocible. Aquellos que guardaban la verdadera fe se vieron forzados de nuevo a esconderse. Sufrieron la mayor persecución, NO de manos de paganos, sino de aquellos que habían pervertido la fe.
La vida eterna, un don gratuito.
Muchos creen que como el don de la vida eterna es gratuito, solo tenemos que pedirlo. Si este fuera el caso no existiría un “pacto”. Un pacto es un contrato entre dos partes, con estipulaciones que ambos lados deben cumplir. La vida eterna es un don gratuito porque no debemos hacer absolutamente nada para obtenerla. Sin embargo, debemos cooperar con Dios en nuestra salvación, y esto requiere que estudiemos su Palabra y CONOZCAMOS cuál es su verdad y cuál es la “doctrina de los hombres”. No PODEMOS comprometernos después del inmenso sacrificio que fue hecho a nuestro favor.
Se han iniciado planes para anular el trabajo de aquellos que lucharon firmemente para preservar y restaurar la verdadera fe. Algunos se han referido a ella como “una religión mundial”, hecha para que “todas las religiones” se unan bajo “puntos de doctrina comunes”, con el propósito de “difundir el Evangelio de Jesucristo”. Pero esta “unidad”, que de alguna forma OCURRIRÁ, no intentará discutir estos “puntos de doctrina comunes”, sino más bien de COMPROMETERSE mutuamente. Las masas de creyentes que han permanecido en la ignorancia de las verdaderas enseñanzas bíblicas e inmersos en las teorías de los hombres, pensarán que esta nueva “unidad” de la “iglesia” proviene de Dios. La recibirán como la respuesta a la “muerte” espiritual que habrá caído sobre el mundo. Pero al igual que una serpiente que se arrastra silenciosamente por el suelo, indetectable a la vista, el verdadero carácter de esta “iglesia unificada” comenzará a desenmascararse. Los pequeños compromisos hechos por todas las iglesias en un principio, pronto se encontrarán enfrentados a otros más grandes y radicales. Pero la bola ya estará rodando y nadie podrá detenerla. Entonces, repentinamente, golpeará la libertad de conciencia y acabará con ella. Se impondrán leyes religiosas, que aunque parecerán “buenas y moralistas” no serán acordes con las dadas por Dios en el monte Sinaí, y que fueron escritas por su propio dedo.
Quienes acepten la “versión de la ley de la iglesia apóstata unida” y se identifiquen con ella, recibirán “la marca de la bestia” en sus frentes, la cual será un símbolo de su rechazo a la Ley de Dios. Quienes la acepten a sabiendas de que es opuesta a la Ley de Dios, recibirán esta marca “en su mano”; un símbolo de que están al tanto de que se encuentran en abierta desobediencia a la verdadera Ley a fin de evitar la persecución. Quienes cumplan con la Ley de Dios y rechacen esta versión “alterada” NO recibirán esta marca, y serán considerados por las autoridades civiles como quebrantadores de la ley. Esto ya les sucedió en el pasado a quienes se negaron a comprometer su fe y SUCEDERÁ de nuevo.
Será un acontecimiento de carácter mundial que unirá a los países del mundo antes del fin. En este momento los gobiernos del mundo están aliados para alcanzar acuerdos de paz y lograr acuerdos ambientales; pero tras bastidores, los fundamentos están listos para la presentación de una serie de “leyes espirituales universales”. Ahora es cuando la última gran advertencia al mundo es dada: “¡Ha caído, ha caído la gran Babilonia! Se ha convertido en habitación de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo y en albergue de toda ave inmunda y aborrecible, porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación. Los reyes de la tierra han fornicado con ella y los mercaderes de la tierra se han enriquecido con el poder de sus lujos sensuales» […]. ‘Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados ni recibáis parte de sus plagas’” (Apoc. 18: 2-4).
Las tablas de piedra con los 10 Mandamientos
Creemos que cuando llegue el momento en que estas “leyes espirituales” sean debatidas para convertirse en “leyes de la tierra”, las tablas de piedra escritas por el propio Dedo de Dios aparecerán como prueba de la verdadera ley que él promulgó en el Sinaí con su propia voz. “No olvidaré mi pacto ni mudaré lo que ha salido de mis labios” (Sal. 89: 34).
Y así como la ofrenda de Caín fue rechazada por Dios porque no era lo que él había requerido, así también serán rechazados quienes elijan honrar una ley OPUESTA a lo que Dios requiere. Entonces, la furia de Caín contra Abel cuando su sacrificio fue rechazado se manifestará de nuevo en la furia de aquellos que rechazan la Ley de Dios contra aquellos que la aceptan.
¿Suena esto demasiado increíble para ser verdad? No tienen por qué creerme, solo hay que ver y esperar.
Los eventos en el Calvario
“Rociad, cielos, desde arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra y prodúzcanse la salvación y la justicia” (Isa. 45: 8).
La tierra al pie de la cruz se abrió durante el terremoto en el momento de la muerte de Cristo (Mat. 27: 50-51). Entonces, “uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” (Juan 19: 34).
Tal como Daniel lo había profetizado, su sangre fluyó a través de la roca que acababa de abrirse, cayendo encima del Propiciatorio, el objeto central del Lugar Santísimo y trono terrenal de su Padre. “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, poner fin al pecado y expiar la iniquidad, para traer la JUSTICIA perdurable, sellar la visión y la profecía Y UNGIR AL SANTO DE LOS SANTOS” (Dan. 9: 24). La profecía de Isaías 45: 8 también se cumplió. La “salvación” y el medio para que toda la humanidad obtuviera la “justicia” de Cristo, “germinaron” después que se “abrió la tierra” y la oferta de su sangre fue aceptada por el Padre. “Tres son los que dan testimonio, y los tres están de acuerdo: el Espíritu, el agua y la sangre” (1 Juan 5: 7). En un instante, la muerte fue vencida por el sacrificio más grande en toda la eternidad. ¿Osaríamos perder de vista, así sea por un instante, el inmenso sacrificio que ha sido hecho por nosotros? Oro porque no sea sí.