Boletín 04: Julio de 1993 (Continuación)
Martes, 6 de julio de 1993
MACPELA – EL LUGAR DONDE CRISTO FUE SEPULTADO – FIBRAS DEL ARCA
La historia de este proyecto comenzó en 1979, pues en esa época fue que Ron conoció al joven árabe en un restaurante que él y sus hijos frecuentaban en Jerusalén. Este joven le dijo a Ron que algo muy raro le estaba pasando a su familia en Hebrón (para proteger la identidad de la familia, llamaremos “James” a este joven árabe).
“Fuegos extraños”
James le contó a Ron que su familia veía constantemente desde su residencia lo que parecía fuego a la distancia, en cierto punto de la propiedad. No obstante, cada vez que aparecía este fuego y ellos se acercaban para examinarlo, no encontraban nada. Ni siquiera madera chamuscada. James le pidió a Ron con insistencia que fuera a examinar el lugar. Ron, sin embargo, pensó que tal vez se trataba de un “anzuelo” para que lo siguiera y se detuvieran en la tienda de algún familiar, donde le ofrecerían un diez por ciento de descuento en alguna mercancía.
Ron y sus hijos se encontraban trabajando en el lugar del Arca del Pacto y lo menos que querían era perder tiempo, así que hizo lo que debía hacer: orar. Si llovía y no podía trabajar al día siguiente, iría con James. Al día siguiente llovió. Ron nunca decidía por su cuenta cuando se trataba de esta clase asuntos, sino que pedía una señal a Dios para saber su voluntad.
Curiosamente, James lo llevó directo a casa de su familia sin detenerse. Su familia es muy grande—muchos hermanos—y todos viven en el mismo lugar, algunos en la casa de su madre y otros en sus propias casas. Ron fue llevado al lugar de los hechos extraños, mas no encontró nada.
Nada, excepto roca una caliza que se asomaba en la superficie de la tierra, como si se tratara de un globo enterrado.
A Ron esto pareció sugerirle que había una cueva bajos sus pies. Entonces, recogió una piedra y la lanzó fuertemente hacia la piedra caliza, produciendo un sonido que resonó por el área como un tambor vacío. Ron le preguntó a James si había alguna cueva en el área. La respuesta fue afirmativa. James le mostró a Ron una pequeña entrada de una cueva, que por su tamaño, impedía que una persona entrara en ella. El lugar se utilizaba como un depósito de chatarra, igual al sitio donde estaba excavando en Jerusalén (cuando señaló el lugar que luego excavó en busca del Arca, éste era un vertedero de chatarra).
La familia se tomaba muy en serio esta historia. De hecho, estaban atemorizados por las luces que provenían de allí. Ron estaba extrañado. ¿Qué podía hacer para ayudarlos? Pero las circunstancias que lo habían llevado allí habían sido fuera de lo común.
Ron sospechó desde un principio que tal vez se trataba de la verdadera Cueva de Macpela, el lugar donde fueron sepultados Abraham, Isaac, Jacob y sus esposas. Sin embargo, no volvió a ver el lugar durante los siguientes catorce años.
“James” Entra a la cámara donde está del Arca
En 1982, James trabajó con Ron en el sistema de cuevas en Jerusalén, después que Ron y sus hijos se enfermaron y tuvieron que regresar a casa. Como era pequeño y delgado, James podía entrar fácilmente en las áreas pequeñas de la cueva y decirle a Ron si había algo en ellas. En enero, entró en una cámara oscura que Ron pensaba que era otro espacio vacío sin salida.
James se arrastraba para entrar y Ron se disponía a alcanzarle una linterna, cuando de repente James salió despavorido de la pequeña apertura: “¡¿Qué hay ahí?! ¡¿Qué hay ahí?! Estaba completamente aterrorizado. Luego de este incidente, nunca mas volvió a trabajar con Ron. Pero si él no hubiera reaccionado de esa manera, como si hubiese visto al diablo en persona, Ron nunca habría prestado mayor atención a ese sitio específico. No habría agrandado la entrada y se habría introducido él mismo el 6 de enero de 1982, a las 2 de la tarde. Nunca habría encontrado el Arca del Pacto si no hubiese sido por la reacción de terror de James.
James regresó a trabajar en el restaurante donde Ron lo había conocido; pero en 1980 tomó la decisión de viajar Jordania en un momento inoportuno. Mas tarde Ron se enteró que James había viajado precisamente cuando se había ordenado que todos los árabes que estuviesen viviendo en Israel en ese momento y que llegasen a Jordania no pudiesen regresar. Ron mas nunca volvió a verlo, aunque ha hablado con él varias veces por teléfono.
Otra reunión fortuita
A finales de 1992 ocurrió otro acontecimiento fortuito. Ron se acercó a unas personas que había conocido durante el tiempo en que conoció a James y a su familia. Ron les preguntó si sabían algo de la familia de James, si aún estaban allí, etc. El recuerdo de los acontecimientos en Hebrón no dejaba en paz a Ron. Curiosamente, Ron terminó visitando la familia en Hebrón durante ese viaje. Más curioso aun fue el hecho de que la familia lo recordaba, y estaban muy contentos de verlo.
Pero las cosas habían cambiado con los años. Todos los hermanos se habían casado y se habían construido casas en el área. Otros familiares vivían detrás de ellos. El lugar que Ron había examinado unos años atrás estaba rodeado de casas, todas a poca distancia de éste. Cuando estuvo allí en 1979, el área era básicamente un viñedo. En vista de todo lo que había ocurrido, Ron decidió que era hora de saber qué era lo que había allí. Entonces se sentó con la familia—algunos de ellos hablaban buen inglés y sirvieron de traductores para quienes no sabían.
La familia dispuesta
Ron comenzó a explicarles que el creía que Abraham y su familia habían sido sepultados en su propiedad. Era un poco delicado comunicarle a una familia musulmana que estaban viviendo junto a la “Cueva de Macpela”.
Les explicó detalladamente su investigación y por qué el sitio tradicional no podía ser el verdadero. Curiosamente, le manifestaron a Ron que pensaban igual que él. Se mostraron muy interesados en saber qué había en su propiedad y le propusieron a Ron disponer todo para entrar a la cueva mediante su propia excavación.
Ron necesitaba examinar el lugar con el equipo electrónico para localizar la cámara antes de que ellos comenzaran a excavar. Él se encontraba trabajando en otro proyecto y contaba con poco tiempo para visitarlos, por lo que les comunicó que regresaría en poco tiempo. Se despidieron y acordaron verse nuevamente.
En abril de 1993 Ron regresó a Israel. Yo lo acompañé, y también Lloyd Hiler, un cirujano de Memphis, Tennessee. Ron nos dejó a Lloyd y a mi en Jerusalén y se fue solo a la primera visita. Al regresar, nos dijo que tomáramos nuestro equipaje que nos quedaríamos en el lugar.
Actualmente, Hebrón es un área de mucha tensión. Una mujer estadounidense es algo muy sospechoso, así que tuve que permanecer escondida la mayor parte del tiempo, especialmente durante el día. Incluso Lloyd y Ron debían tener cuidado de que no los vieran. El resto del día la pasábamos adentro.
Esa noche, bajo la luna llena, nos acercamos al lugar ubicado en medio de todas las casas. Había que caminar con cuidado, pues el área era un jardín y los hermanos habían sembrado árboles frutales y otras plantas. Desde esa planicie elevada podía verse la ciudad de Tel Aviv a la distancia. Los hermanos nos contaron que desde allí pudieron ver los misiles Scud cayendo durante la guerra del golfo. Mientras conversábamos, Ron escaneaba tranquilamente el lugar con los aparatos electrónicos.
Después de hora y media regresamos a la casa en donde dormiríamos esa noche. Ron, Lloyd y yo nos quedamos en una habitación—Ron y yo en un colchón en el piso y Lloyd en un sofá. En el cuarto de al lado estaba una de las esposas y la hija de un hermano que tenía dos esposas. Él nos había dicho que esa noche se quedaría con su otra esposa, quien vivía en una casa a solo seis metros de allí. Me sentí incómoda con esa situación—Ambas esposas me agradaban y no me imaginaba cómo sería vivir así. Sin embargo, debo admitir que lucían felices, aunque nunca vi a las dos esposas juntas.
Finalmente amaneció, y todos nos levantamos ansiosos y algo nerviosos. Los hermanos habían estado ocupados, incluso antes de que nos despertáramos. La noche anterior habíamos planificado todo. La familia cavaría hasta alcanzar el punto deseado. Se les diría a los curiosos que estaban cavando un pozo. No querían que los chismosos se enteraran de lo que realmente estaban haciendo. Por eso Ron no podía participar en las excavaciones, por lo menos en ese momento.
¡El trabajo comienza inmediatamente!
¡Al levantarnos, ya uno de los hermanos había conseguido una excavadora! ¡No podíamos creerlo! ¡Aquí en Estados Unidos no hay manera de conseguir una excavadora tan rápido! A la una de la tarde ya la teníamos operando. Esto me impresionó mucho. Para nosotros era como si el Señor estaba haciendo un milagro tras otro. Todo el tiempo estábamos orando para que se hiciera la voluntad de Dios y para que él nos mostrara qué debíamos hacer. Después de todo, la única razón por la que Ron pensaba que esa era la cueva de Macpela era por los extraños acontecimientos que hicieron que él llegara a este sitio. Como no podía salir, me dispuse a grabar un video desde la ventana. Cuando todo estaba dicho y hecho, traté de recopilar la mayor cantidad de documentación posible de lo sucedido.
Al mismo tiempo tratábamos de no lucir muy emocionados, aunque debo admitir que estaba un poco nerviosa. Después de todo, nadie sabía a dónde estábamos si algo nos sucedía. No estábamos precisamente en suelo amigable. Hebrón es un área peligrosa para cualquier turista, pero especialmente para los estadounidenses. La familia, sin embargo, nos trataba muy bien, y nos sentíamos muy seguros con ellos.
Tuvimos que rentar un carro israelí para poder manejar en territorio israelí y después tuvimos que rentar uno de una compañía jordana para poder manejar en los sectores árabes. También teníamos que poner ciertas cosas en el tablero, que según nos dijeron, servían como señal para que no nos apedrearan. Ignoramos lo que significaban, pero funcionó.
En ese viaje no necesité regresar de nuevo a la excavación en el jardín, aunque estaba a solo cien pasos de la casa. El trabajo había comenzado y yo debía permanecer escondida. Ron y Lloyd a menudo se acercaban al sitio, pero no se atrevían a llevar cámaras. El truco estaba en evitar la atención de los vecinos, que eran miembros de la familia. Todos sabíamos que el objetivo de la familia iba más allá de encontrar el lugar de sepultura de Abraham. Pensaban que todo esto traería grandes beneficios económicos a la familia. Nosotros no teníamos problemas por eso; después de todo, ellos eran los dueños del terreno.
Finalmente decidimos regresar a casa. Si cambiábamos el boleto del avión, tendríamos que gastar más dinero. Las primeras excavaciones serían lentas y no podíamos ayudarlos.
La familia era muy gentil con nosotros y le tomamos mucho cariño a los niños, especialmente a la pequeña de cuatro años que vivía en la casa donde nos quedábamos. El primer día había sido muy tímida con nosotros, pero el segundo día, cuando comencé a hablarle “como pajarito” a los pequeños pinzones que tenía como mascotas, entró rápidamente en confianza.
Ella conocía el alfabeto árabe y el inglés e intentaba enseñarme el alfabeto árabe desesperadamente. En esto yo era un fracaso. Ella me repetía las letras árabes, presionando mis mejillas con sus manitos, seguramente de la misma forma en que su maestra lo hacía para enseñarle a pronunciarlas. Cuando lo hacía mal, ella y su madre se reían, y entonces—para que no me sintiera mal—lo repetían una y otra vez para mi. Yo registré en video toda esta experiencia. Nunca olvidaré lo tonta que debo haber lucido. Esta pequeña de cuatro años sabía mi alfabeto, y yo, en cambio, no podía ni pronunciar el suyo. Y pensar que hay niños en nuestro país que ni siquiera saben leer cuando se gradúan.
LA CUEVA DE MACPELA
La “señal”
Antes de irnos acordamos que cuando los hermanos entraran en la cueva nos avisarían. Si no, Ron regresaría en junio. Como no se recibió la llamada, Ron planificó comprar los boletos para finales de junio; pero justo después de esto, recibimos la esperada llamada. “Sr. Ron, ¿cuándo va a venir?” Ron respondió “el 22 de junio”. La respuesta fue “¡Bienvenido entonces!” El hermano mayor, quien era el vocero de la familia, hizo lo correcto. Ron le había pedido que no discutiera el proyecto por el teléfono. ¡Nos emocionamos mucho!
Llamamos a Lloyd y él asintió en acompañarnos, pero había un problema; Ron estaría solo en Hebrón los primeros días, porque la agenda como cirujano de Lloyd no le permitía viajar sino hasta el 28. Ron y yo no discutimos mucho el asunto, pero comencé a orar para que alguien pudiera acompañarlo. Nueve días antes del viaje, nos visitaron Marty y Julie, una joven pareja.
Marty nos había dicho unos meses antes que quería viajar a Turquía a ayudar con el trabajo del Arca de Noé si había una oportunidad y si Ron lo necesitaba; pero como ellos estaban esperando su primer bebé para agosto, ni siquiera les habíamos mencionado este viaje. Pero él nos hizo una pregunta mágica: “¿No tiene algún viaje planificado en el que necesite ayuda?” Para acortar la historia, en nueve días Marty sacó su pasaporte y compró su boleto para acompañarlo. Yo estaba tan agradecida a Dios de que nos hubiese enviado a Marty para que fuera con él. Ahora no solo Ron estaría acompañado, sino que Marty sería de gran ayuda, pues su ocupación es la de taladrar la tierra para inspeccionar estructuras subterráneas. Ese precisamente era el método que Ron quería utilizar en esta cueva, inspeccionarla mediante cámaras de fibra óptica.
¡ADENTRO DE LA CUEVA!
Al llegar a Hebrón Marty nos dijo que el ambiente estaba tenso. La familia no había reaccionado muy positivamente al hecho de tener un extraño en su medio. Conocían a Ron, a Lloyd y a mí; y por un momento, según Marty, los hermanos actuaron de manera sospechosa. Pero Marty se ganó rápidamente su confianza y los hermanos les mostraron orgullosamente el trabajo que habían estado haciendo. Les mostraron la cueva.
La emoción que Ron y Marty tenían de entrar a la cueva se apagó al darse cuenta de que el trabajo apenas estaba comenzando. En algún momento la cueva había sido dañada por un terremoto que había dejado muchos escombros en el fondo. Ron los hizo excavar en cierto punto para ver cuán profundo estaba el suelo de la cueva: aproximadamente a un metro y medio (cinco pies y medio). Pero lo más decepcionante fue que lo único que encontraron fueron piezas rotas de un gran plato de la época de Abraham.
No obstante, sí había lo que parecían ser tres criptas muy grandes y una más pequeña talladas en la pared, situadas a una altura un poco más alta de la cintura. En cierto ángulo, había varios hoyos en las paredes de la entrada de la cueva, que parecían haber sido usados para colocar antorchas.
Una estructura antigua justo sobre la cueva
Igual de interesante resultó ser una antigua edificación que había sido construida sobre la cueva. Ron había notado esta estructura años atrás, pero como no sabía el lugar exacto donde estaba la cueva, no había asociado la edificación con la cueva. Adentro de la cueva encontraron lo que parecía ser una ventana de ventilación en el techo y descubrieron que la edificación estaba situada justo sobre ésta.
El edificio de piedra sobre la cueva
Como este hoyo para “ventilación” se encontraba cubierto de rocas, el edificio debió estar construido inicialmente para cubrirlo, previniendo así que la lluvia, la nieve o los escombros cayeran sobre el sepulcro. Al mismo tiempo, el diseño del edificio indica que fue erigido como una especie de monumento, pues es más o menos del mismo tamaño de la cueva.
Lloyd llegó a los pocos días, y los tres documentaron cuidadosamente la evidencia en video y fotografías. Todo fue medido. Se recogieron muestras del material del fondo de la cueva y de cada cripta, que serán examinados en laboratorios en búsqueda de evidencias. Ron, Marty y Lloyd regresaron a casa.
Pero el trabajo apenas comienza. Mientras escribo esta nota, los hermanos se encuentran examinando el fondo de la cueva y los escombros en busca de cualquier cosa que sirva de evidencia.
Ahora compartiremos con ustedes la evidencia del lugar, y en el próximo boletín, esperamos tener evidencias que pensamos encontraremos. Al revisar los videos y las fotografías nos damos cuenta de que estamos en la misma situación que teníamos en 1990 con lo de Sodoma y Gomorra—no teníamos duda de eran los restos hechos cenizas de las ciudades de la planicie. Sin embargo, no teníamos la evidencia concluyente hasta que encontramos las esferas de azufre dispersas entre las cenizas. Luego de analizar la evidencia, no hay nada que nos impida decir que este lugar no es la cueva de Macpela. No dejaremos de trabajar hasta que logremos encontrar la evidencia que pensamos existe, o hasta que el Señor intervenga.
UN ANÁLISIS DE LAS EVIDENCIAS
La ubicación
La primera consideración es su ubicación. El sitio en el que estamos trabajando está ubicado en los suburbios del Hebrón moderno. Hebrón está situada en un valle que se extiende de norte a sur, rodeado de hermosas colinas escalonadas. La cueva está ubicada en una planicie que está sobre una de las muchas colinas.
La Biblia nos da muy poca información sobre el lugar. Se dice que la cueva está ubicada cerca de Mamré, es decir, que estaba adyacente a este lugar. Sabemos que Mamré era un área plana y que es el área de Hebrón:
“Entonces Abram levantó su campamento y se fue a vivir cerca de Hebrón, junto al encinar de Mamré. Allí erigió un altar al Señor”
(Gén. 13:18).
Nuestra cueva está cerca del borde de una planicie, en el tope de una colina alta. A unos pocos metros de allí la colina comienza su descenso en vía recta. Es impresionante mirar desde allí en dirección al fértil y verde valle.
La siguiente pista que encontramos es del tiempo en que el Señor vino a visitar a Abraham acompañado de los ángeles que destruirían a Sodoma y Gomorra:
“El Señor se le apareció a Abraham junto al encinar de Mamré, cuando Abraham estaba sentado a la entrada de su carpa, a la hora más calurosa del día” (Génesis 18:1).
Abraham estaba en el encinar de Mamré cuando el Señor lo visitó. Al siguiente día, después que las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas, Abraham pudo ver el humo subiendo por todo el lugar, lo que implica de que estaba en un lugar alto:
“Al día siguiente Abraham madrugó y regresó al lugar donde se había encontrado con el Señor. Volvió la mirada hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la llanura, y vio que de la tierra subía humo, como de un horno” (Gén 19:27-28)
Cuando se está en el valle bajo este lugar, lo único que se ve a la distancia son las colinas circundantes. Para haber visto lo que se describe en este versículo, Abraham debió estar ubicado en un lugar alto, no en el valle. El lugar nuevamente concuerda con el criterio.
¿Quién fue sepultado en la cueva?
¿Qué deberíamos esperar encontrar en la cueva de Macpela? Abraham, Sara, Isaac, Rebeca, Jacob y Lea fueron sepultados en ella (Génesis 49:31). Sabemos que Jacob fue momificado en Egipto:
“Entonces José […] ordenó a los médicos a su servicio que embalsamaran el cuerpo, y así lo hicieron” (Gén 50:2). “Los hijos de Jacob hicieron con su padre lo que él les había pedido: lo llevaron a la tierra de Canaán y lo sepultaron en la cueva que está en el campo de Macpela, frente a Mamré, en el mismo campo que Abraham le había comprado a Efrón el hitita para sepultura de la familia (Gén 50:2).
Nuestra mayor esperanza era encontrar una momia egipcia en la cueva, pero no fue así. Existen varias posibilidades de por qué no se encontraron huesos o momias: es posible que los restos de los fallecidos se hayan degradado completamente—la cueva no era hermética, pero parecía haber estado lo suficientemente sellada como para que no pudiesen entrar animales salvajes. Tal vez haya algún trozo de lino del que se usaba para momificar entre los escombros de la cueva o quizá algunos restos de osamentas. Existe también otra posibilidad que discutiremos más adelante en el artículo “¿En qué se relacionan el Arca y la cueva?” Hay aún mucha tierra que excavar y examinar, por lo que no podemos dar por cerrado el caso. No obstante, debo decir que no esperamos encontrar los huesos. Explicaremos por qué en el artículo mencionado.
Macpela: ¿un prototipo de los sepelios judíos?
Analizamos cuidadosamente todo lo que la Biblia dice sobre los sepelios de los seguidores del Dios verdadero. Abraham fue el “padre”, por así decirlo, de la nación judía; y su sepulcro debió haber sido un modelo para los futuros sepelios judíos. Aprendimos que los judíos daban mucha importancia a la preservación de los huesos durante la sepultura. Sabemos que sepultaban a los miembros de una familia en una misma área: cuando alguien moría, el cuerpo era enterrado en un sepulcro familiar.
Cuando el resto del cuerpo se había desintegrado totalmente, colocaban los huesos en un osario, una caja o cámara para los huesos familiares. De esta forma, muchas generaciones podrían ser sepultadas en la misma tumba familiar.
Antes de entrar a la cueva, queríamos saber qué podríamos encontrar en ella de los primeros ancestros de los israelitas; pero en vista de que no se dan detalles específicos sobre los sepelios de los patriarcas, procedimos a estudiar el tema en general. Esto fue lo que aprendimos:
1) Si podía hacerse, ser sepultado junto a los familiares era importante. Gén. 47:30; Jue. 16:31; 2 Sam. 2:32, 17:23, 19:37.
2) Carecer del sepelio apropiado era visto como una evidencia de castigo divino. Ecl. 6:3; Deu. 28:26; 1 Rey. 13:22; 2 Rey. 9:10; Jer. 7:33. Aprendimos que se sabía poco de la ceremonia, excepto que (según la época):
1) Los ojos del cadáver eran cerrados al morir. Gen. 46:4.
2) Se utilizaban especias para preparar el cuerpo. 2 Cró. 16:14.
3) El cuerpo era llevado al sepulcro a la vista del pueblo. 1 Rey. 13:29,30; 2 Rey. 23:30.
4) Se erigían monumentos sobre la sepultura. 2 Rey. 23:17.
5) El cuerpo era colocado en contacto con los huesos de otras personas fallecidas con anterioridad. 2 Rey. 13:21.
Hemos provisto solo unos pocos textos. Si usted desea investigar más sobre este tema, puede hacerlo bajo los temas “osamentas” sepultura”, “sepelio”, etc.
Los sepelios paganos diferían de los judíos
Debemos señalar que existe la posibilidad de que este haya sido un sepulcro pagano, pues Hebrón estuvo habitada por paganos durante el tiempo de Abraham. De hecho, fueron los habitantes de Hebrón quienes asustaron a los doce espías que Moisés envió a espiar la tierra prometida.
Con un historial de paganismo en el área, quizá allí se haya realizado un sepelio pagano. Si esta cueva era una tumba pagana, reflejaría dicha práctica. Muchos conocemos la práctica ancestral de colocar objetos en los sepulcros de los fallecidos, basada en la creencia de la vida después de la vida. Estos objetos van desde pequeñas pertenencias, hasta joyería. Incluso se encuentran alimentos que los fallecidos consumirían durante su viaje.
De hecho, gracias al estudio de estos objetos, los arqueólogos consiguen mucha información de los pueblos antiguos y sus costumbres. Pero no se encontraría nada de esto si este era el sepulcro de un hijo de Dios. En este caso, lo que no se encuentre en la cueva es tan importante como lo que se encuentre.
Nuevamente nuestro lugar pasa la prueba. El gran plato roto fue lo único que se encontró. Resultó ser de principios de la edad de bronce, es decir, de la época de Abraham. Su tamaño y su forma—ancho y profundo—indican que debe haberse usado para preparar las especias para el sepelio o para contener agua para el lavado del cuerpo.
Se han encontrado muchas tumbas en Hebrón que contienen una gran cantidad de artículos funerarios que indican que eran enterramientos paganos. La gran mayoría aún contienen las osamentas.
Resumen de la evidencia
1) La cueva está en Hebrón, el lugar correcto, al borde de una planicie ubicada sobre una colina muy alta.
2) No hay artefactos, excepto el plato que mencionamos.
3) Hay un nicho con forma de escudo tallado en una pared de la cueva que pudo haber sido la mesa donde se preparaban las especies para la sepultura. Este mide 1.4 metros de largo por 78 centímetros de ancho. El área sobre esta “mesa” está esculpida de una manera que indica que también se usaba como área de trabajo.
4) Se encontraron hoyos tallados en ángulo en la parte superior de las paredes de la cueva, que indican que se utilizaban para sostener antorchas (tallos de pino encendidos).
5) Hay tres criptas talladas en tres lados de la cueva (el cuarto lado es la entrada a la cueva). Sus medidas son las siguientes:
a) 3.5 m. de largo por 1.25 m. de ancho;
b) 3 m. de largo (un borde no está limpio, por lo que parece ser más largo) por 1.20 m. de ancho;
c) 3.75 m. de largo por 1.33 metros de ancho. El tamaño de cada cripta parece ser relativamente uniforme. El hecho de que haya tres y no seis podría indicar que la esposa de cada patriarca fue sepultada en la misma cripta de su esposo.
6) La cueva tenía una entrada que aún puede verse tallada cerca de la entrada actual. La roca que sellaba la entrada parece haberse perdido, aunque podría estar bajo los escombros en el fondo de la cueva. Sin embargo, aún puede verse la forma de la puerta y los hoyos paralelos a cada lado de ésta, que servían para asegurarla.
7) Hay una antigua estructura situada directamente sobre la cueva. Esta estructura, o lo que queda de ella, parece indicar de que se trataba de algún tipo de capilla. A un lado tenía una especie de cerca, justo debajo de la terraza sobre la que se levantaba el edificio. Esta área cerrada rodeaba la entrada a la cueva, justo debajo de la pequeña estructura. También están los restos de un objeto en medio del área que parece un altar oblongo hecho de piedras.
8) Dentro de la capilla hay una ventana o entrada hacia la cueva; pero su propósito no está claro, pues está ubicada en el techo justo encima de ésta. Quizá fue una fractura que sufrió la cueva por un terremoto, pues está sellada por muchas rocas.
9) Adentro de la cueva hay una sección de la pared que está llena de rocas que parece ser la entrada a otra cámara. Existe una tradición muy arraigada entre los judíos de que la cueva de Macpela tenía dos cámaras. Cuando Ron lanzó la roca en este sitio en 1979 y escucho la reverberación, intuyó que había una gran cámara bajo sus pies. Esta área estaba adyacente al edificio o monumento que se yergue justo sobre la cámara a la que entraron. Esto parece indicar la presencia de otra cámara o cueva en el área inmediata.
Muchos otros sepulcros en el área
La familia que posee esta tierra ha construido o sembrado en casi toda su extensión. Como resultado, han excavado casi todo el terreno adyacente y sus alrededores. Ellos le mostraron a Ron, Marty y Lloyd numerosos sepulcros que han encontrado a medida que han ido cultivando sus tierras. Estaban enterrados profundamente, y cuando los descubrieron, colocaron los huesos en bolsas plásticas y los volvieron a enterrar en el mismo lugar.
Uno de los hermanos le contó a Ron que habían encontrado 51 sepulcros en los alrededores de la cueva y que lo único que había en ellos eran huesos. La falta de utensilios o artículos personales es una evidencia sólida de que los fallecidos eran adoradores de Dios.
En Josefo encontramos una referencia sobre los ancestros de Jacob y de José, que nos da cierta información sobre estos enterramientos:
“Con el tiempo, sus hermanos [de José] murieron, después de que vivieron felices en Egipto. Los hijos y los descendientes de estos hombres, después de un tiempo, se llevaron sus huesos y los enterraron en Hebrón […]” Antigüedades judías, libro II, capítulo VIII, párrafo 2.
Se dice que los hermanos de José, los hijos de Israel, fueron enterrados en Hebrón. Si pensamos que ni siquiera Abraham vivía allí al momento de su muerte o la de Sara, podemos concluir que la única tierra en Hebrón en la que pudieron ser sepultados fue la tierra que Abraham compró—el campo con la cueva. Abraham tenía tenia muchos siervos que habrían deseado ser sepultados junto a él. Quizá las osamentas encontradas son las de ellos. Podemos estar seguros de que todos los miembros de su familia eran creyentes en el Dios verdadero, por el simple hecho de que Abraham tenía el mandato divino de permanecer alejado de los impíos.
La cueva tendría sepulcros tallados
Hasta ahora, no hay nada que anule la posibilidad de que esta sea la cueva de Macpela. Hay también otra afirmación en las Escrituras que se ajusta a esta cueva. José le habla al faraón y le pide permiso para sepultar a Jacob en Canaán:
“Mi padre, antes de morirse, me hizo jurar que yo lo sepultaría en la tumba que él mismo se preparó en la tierra de Canaán. Por eso le ruego encarecidamente me permita ir a sepultar a mi padre, y luego volveré” Génesis 50:5. Las palabras hebrea para “tumba” (qeber) y “se preparó” (karah) están traducidas literalmente en este pasaje. José dice que su padre Jacob cavó literalmente su propio sepulcro. Los tres sepulcros encontrados están literalmente tallados a mano. De hecho, aún pueden verse las marcas del cincel.
La estructura sobre la cueva
Leyendo a Josefo encontramos otra referencia interesante sobre la cueva de Macpela: se tenía conocimiento de que una capilla había sido construida allí. Hablando del sepulcro de Isaac, dice que en Hebrón hay un monumento que fue erigido por sus “antepasados”. La única tierra que la familia poseía en ese lugar era la cueva y el terreno. Isaac fue sepultado en la cueva de Macpela, así que Josefo tal vez esté refiriéndose a la edificación que encontramos sobre la cueva:
“Isaac murió poco después de la llegada de su hijo, y fue sepultado por sus hijos junto a su esposa en Hebrón, en donde había un monumento que habían heredado de sus antepasados” Antigüedades judías, libro II, capítulo XXII, párrafo 1.
“Se trata de la cueva de Macpela, frente a Mamré, en la tierra de Canaán. Está en el campo que Abraham le compró a Efrón el hitita, para que fuera el sepulcro de la familia. Allí fueron sepultados Abraham y su esposa Sara, Isaac y su esposa Rebeca, y allí también enterré a Lea” (Gén. 49:30, 31). Ya mencionamos que hay un hoyo, ventana o puerta desde la estructura hasta la cueva que está sellada por piedras muy antiguas. Hay evidencia de que la cueva se fracturó a consecuencia de un terremoto en algun momento de la historia. Hay varios lugares donde penetraron rocas en las grietas y las sellaron, pero no entendemos muy bien este hoyo que da desde la estructura hasta la cueva.
Dentro del área cercada hay lo que parece ser una especie de altar. Nuestro estudios de la Biblia mostraron que Abraham erigía altares a dondequiera que iba:
“Abram atravesó toda esa región hasta llegar a Siquén, donde se encuentra la encina sagrada de Moré. En aquella época, los cananeos vivían en esa región. Allí el Señor se le apareció a Abram y le dijo: ‘Yo le daré esta tierra a tu descendencia’. Entonces Abram erigió un altar al Señor, porque se le había aparecido. De allí se dirigió a la región montañosa que está al este de Betel, donde armó su campamento, teniendo a Betel al oeste y Hai al este. También en ese lugar erigió un altar al Señor e invocó su nombre” (Gén. 12:6-8).
“Desde el Néguev, Abram regresó por etapas hasta Betel, es decir, hasta el lugar donde había acampado al principio, entre Betel y Hai. En ese lugar había erigido antes un altar, y allí invocó Abram el nombre del Señor” (Gén. 13:3, 4).
“Entonces Abram levantó su campamento y se fue a vivir cerca de Hebrón, junto al encinar de Mamré. Allí erigió un altar al Señor” (Gén. 13:18).
Por lo tanto, es lógico que exista un altar en un lugar que era sagrado para Abraham. No hay que esforzarse mucho para esperar que en el lugar que él escogió para el descanso final de su esposa, sus descendientes, y él mismo, también hubiese hecho uno. Esta, por lo tanto, es otra evidencia que señala que esta es la verdadera cueva de Macpela.
La cueva de Macpela tradicional
Entra las observaciones finales que podemos ofrecer en consideración de este lugar como la verdadera cueva donde fue sepultado Abraham, está que es sabido que la cueva que actualmente se conoce como la de Macpela no es la verdadera. De hecho, no existe una sola referencia de la cueva que enfatice con certeza que es auténtica. Mas bien las fuentes reconocen su imposibilidad, pues no cumple con ninguna de las características y es de una fecha mucho más reciente. Por ejemplo:
“El único hecho discutible en todo esto es que la cueva en Hebrón no puede ser la cueva de Macpela bíblica. De hecho, se trata de una cisterna artificial, impermeabilizada cuidadosamente para prevenir que el agua se filtrara entre la roca”. Magnus Magnusson, Arqueología de la Biblia, p. 42.
Según parece, la verdadera ubicación de la cueva se perdió hace muchos años—probablemente cuando los judíos estaban en el exilio, o quizá antes.
Para nosotros, la evidencia más sólida de que esta es la verdadera cueva de Macpela es la forma en que sucedió todo. Hace catorce años llamó la atención de Ron por los extraños sucesos que se estaban suscitando en la propiedad de esta familia. Ron no pretendió en ningún momento trabajar allí; más bien estaba deseando terminar su trabajo en el exterior lo mas rápido posible. Además, no había otro proyecto planificado en ese momento. Pero repentinamente todo se dio. Como no teníamos más “evidencia” que esa para continuar, procedimos y encontramos una cueva que ciertamente reúne todas las características de la cueva de Macpela, con la única excepción de que los “muertos” no están allí. Los mantendremos informados del avance de los acontecimientos.
El Arca y la cueva
(La cueva está vacía – ¿A dónde está Abraham?)
Nos sentimos muy desilusionados al ver que no habían huesos en la cueva, mucho menos la momia de Jacob. Pero ya habíamos considerado y discutido esta posibilidad ampliamente. De hecho, habíamos estudiamos bastante sobre esto incluso antes de iniciar el trabajo en la cueva. Leamos de nuevo un versículo que habíamos discutido con anterioridad.
“Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y entregó su espíritu. En ese momento la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas. Se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron. Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos” (Mateo 27:50-53). Creemos que existe la posibilidad de que Abraham y los que estaban en la cueva estaban entre aquellos que resucitaron junto a Cristo. De hecho, la cueva está a poca distancia de Jerusalén (a unos 30 km). Nadie puede decir que Abraham, Isaac y Jacob no califican como “santos”. ¿Habrán sido llamado a la vida al momento de la resurrección de Cristo?
Hay un versículo que parece sugerir que Abraham, Isaac y Jacob ya están en el cielo al momento de la llegada de los santos con Cristo:
“Les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos” (Mateo 8:11). Este versículo casi dice que ellos estarán esperando la llegada de los santos, como el versículo que describe a Cristo sentándose junto a su Padre que lo estaba esperando:
“Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:3). Es lógico que las leyendas judías no nombren nada que esté relacionado con Cristo. La Biblia es clara en el hecho de que los sacerdotes y los gobernantes trataron de ocultar los acontecimientos relacionados a la resurrección de Cristo, para que no quedara registro de estos santos que resucitaron.
Si Abraham, Isaac y Jacob estaban entre los que resucitaron, ¿qué les sucedió después? ¿Regresaron al sepulcro cuando Cristo ascendió al cielo? NO, ellos también fueron llevados al cielo:
“Por esto dice: ‘Cuando subió a lo alto, llevó consigo a los cautivos y dio dones a los hombres’” (Efesios 4:8). Este texto se refiere claramente a algo que ocurrió cuando Cristo ascendió, no cuando estaba en la cruz ni cuando resucitó (que fue cuando los santos salieron de sus tumbas). El evento que aquí se describe como “Cuando subió a lo alto” es el cumplimiento físico de su promesa. La seguridad de la vida eterna para los hombres quedó probada al llevarse consigo a los santos que se levantaron con sus cuerpos glorificados al momento de su resurrección. Esto había sido profetizado por Isaías en el pasado:
“Pero tus muertos vivirán, sus cadáveres volverán a la vida. ¡Despierten y griten de alegría, moradores del polvo! Porque tu rocío es como el rocío de la mañana, y la tierra devolverá sus muertos” (Isaías 26:19). ¡Dios el Padre, aparte del Cristo resucitado, proveyó evidencia extraordinaria de que el sacrificio de Cristo había sido aceptado! ¡Resucitó a un grupo de santos como prueba! La muerte de Cristo, el gran sacrificio final, ocurrió en la cruz casi dos mil años atrás y el hombre no tuvo esperanza hasta que esto ocurrió:
“Y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria y todavía están en sus pecados. En este caso, también están perdidos los que murieron en Cristo” (1 Corintios 15:17, 18). Pablo dejó claro que si Cristo no hubiese muerto, todos estaríamos perdidos. Hasta entonces, Satanás tenía el derecho legal sobre todos los habitantes de este planeta, pues todos pecaron. ¿Recuerdan cómo contendió por el cuerpo de Moisés?
“Ni siquiera el arcángel Miguel, cuando argumentaba con el diablo disputándole el cuerpo de Moisés, se atrevió a pronunciar contra él un juicio de maldición, sino que dijo: ‘¡Que el Señor te reprenda!’” (Judas 1:9). Satanás tenía el derecho legal sobre el cuerpo de Moisés en ese momento. Nótese que no se le dice que no lo tiene, sino simplemente que el Señor estaba sobre él, en este caso, dándole una orden—“¡Que el Señor te reprenda!”.
Pero después que Cristo murió las cosas cambiaron—Satanás ya no podía argumentar que los hombres eran su posesión legal. Ya Cristo había pagado el precio. Algo sucedió entre la muerte de Cristo y su resurrección que ratificó el pacto: su sangre fue derramada sobre el propiciatorio. Su Padre vio que la ofrenda había sido perfecta en todos los sentidos, y que había sido presentada de una manera consistente con sus requerimientos. ¡Fue aceptada! ¡Cristo fue resucitado y un grupo de santos salieron de los sepulcros!
Aunque no sabemos quiénes eran, sí podemos afirmar que Abraham, Isaac y Jacob eran candidatos merecedores de ese honor—de hecho, fueron los hombres mediante los cuales fue dada la promesa y que cumplieron con fe los sacrificios de sangre que representaban al Salvador venidero.
La ausencia de huesos es una evidencia importante. Tanto paganos como creyentes en Dios daban mucha importancia al sepulcro de las personas. Hacían todo lo posible por preservarlas. En todos estos pueblos y creencias era un tabú molestar un sepulcro. Hasta donde pudimos comprobar, esta cueva no había sido alterada.
No podemos sino pensar que el descubrimiento de la cueva está asociado al Arca por la forma en que la cueva llamó la atención de Ron mientras trabajaba en el Arca. El hombre que le habló a Ron de la cueva es el mismo hombre que entró en la cámara donde está el Arca en 1982. La familia quería que Ron examinara el área de la cueva por los eventos sobrenaturales que habían presenciado—el “fuego” que no dejaba rastros cuando se acercaban a examinar detalladamente. Sucesos extraños, ciertamente, pero sabemos que la cueva reúne todos los requisitos para ser el lugar verdadero. Contiene el número exacto de nichos y hay evidencia de que fue resquebrajada por un terremoto. Además las criptas están vacías.
A Abraham se le había dado el conocimiento acerca de Cristo, Redentor venidero:
“Abraham, el padre de ustedes, se regocijó al pensar que vería mi día; y lo vio y se alegró” (Juan 8:56).
El único hombre en la Biblia al que se le llama “amigo de Dios” es a Abraham. No hay duda de que fue un personaje especial en la historia del pueblo de Dios:
“Así se cumplió la Escritura que dice: “Creyó Abraham a Dios, y ello se le tomó en cuenta como justicia”, y fue llamado amigo de Dios” (Santiago 2:23).
Nunca sabremos con certeza si ellos fueron resucitados hasta que lleguemos al cielo. No obstante, el acontecimiento de los santos resucitados quedó registrado en la Biblia por inspiración, y es un tema digno de nuestro estudio y entendimiento. Dios está llamando la atención a las grandes verdades que han sido pasadas por alto durante años y que se relacionan a los misterios de la vida eterna y a la veracidad absoluta de su santa Palabra.
Este planeta cada día se hace más inapropiado para vivir. Cristo nos dice en su Palabra que aquellos que lo aman serán perseguidos e incluso eliminados a causa de su fe:
“Recuerden lo que les dije: ‘Ningún siervo es más que su amo’. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán” (Juan 15:20).
Nosotros podremos soportar cualquier cosa porque tenemos la seguridad de la vida eterna con él y a través de él, según nos lo dice Pablo:
“Así está escrito: ‘Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero’. Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:36, 37).
El sepulcro de Jesucristo
“Se le asignó un sepulcro con los malvados, y murió entre los malhechores, aunque nunca cometió violencia alguna, ni hubo engaño en su boca. Pero el Señor quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir, y como él ofreció su vida en expiación, verá su descendencia y prolongará sus días, y llevará a cabo la voluntad del Señor. Después de su sufrimiento, verá la luz y quedará satisfecho; por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos” (Isaías 53:9-11)
Este texto se refiere específicamente a lo que Cristo lograría en la tierra y en donde sería sepultado. Hemos estudiado con mucha oración y cuidado el sepulcro de nuestro Salvador. Como sabrán, existen tradiciones que pretenden hacernos creer que él no murió, sino que “emigró a América” y quizá a otros lugares.
Los musulmanes enseñan que una “imagen” fue usada durante la crucifixión y la sepultura, y que Cristo nunca murió. Su “profeta” les instruyó a creer en los evangelios y en el Nuevo Testamento, pero nunca se les enseñó la gran verdad que Pablo explica:
“De hecho, la ley exige que casi todo sea purificado con sangre, pues sin derramamiento de sangre no hay perdón” (Hebreos 9:22).
Ellos ignoran la justicia absoluta de Dios, o que él está al tanto de toda injusticia (Apoc. 6:9; Gén. 4:10 y Gén. 9:6).
Incluso entre aquellos que creen que Cristo murió y fue sepultado, hay diferentes opiniones.
Hay muchas cuevas sepulcrales y sepulcros cerca de Jerusalén. Parece que mucho de los seguidores profesos de Dios deseaban ser sepultados cerca de Abraham en Hebrón, como ya lo mencionamos. Jerusalén, el lugar donde estaban ubicados el primer y segundo templos, fue considerada después la primera opción para ser sepultado.
La afirmación de que a Cristo “Se le asignó un sepulcro con los malvados, y murió entre los malhechores” siempre me ha intrigado. José de Arimatea era rico, pero no era malvado. Su tumba era nueva, ¿por qué dice que fue sepultado entre “los malvados”? En nuestro último viaje a Jerusalén y Hebrón, se esclarecieron muchas cosas.
Aquellos que han participado en nuestras excursiones han podido ver las marcas talladas en la cara del Sepulcro del Jardín, donde una gran losa de piedra fue extraída para ser convertida en la enorme rueda que se utilizó como sello del sepulcro. Han podido observar el eje de hierro desgastado que los romanos utilizaron como tranca en el borde izquierdo de la parte frontal del sepulcro, donde fue colocada la piedra de trece pies (cuatro metros). Este se hizo para evitar que la piedra fuera rodada hacia un lado para abrir el sepulcro (Mateo 27:60, 66).
Marcos 16:4 nos dice que la piedra que sellaba la tumba de Cristo no solo era “muy grande”, sino que había sido sellada. En el rollo de Copper (encontrado entre los Rollos del Mar Muerto) se dice que cierta cantidad de plata estaba oculta detrás de la gran piedra que sellaba el sepulcro de la “tumba de Zadok”. Zadok significa “el justo”; es decir, Cristo.
La tumba del jardín
Hay evidencia contundente de que la tumba del jardín es la tumba de José de Arimatea, donde Cristo descansó durante el sábado y resucitó, ganando para nosotros la victoria sobre el sepulcro. Pero si fue sepultado en la tumba de un hombre rico, ¿por qué se dice que fue sepultado “entre los malvados”?
A unos quince metros (cincuenta pies) a la izquierda de la tumba del jardín, como mirando el sepulcro, se encuentra un gran complejo de tumbas que pertenecían a judíos adinerados. Una de ellas tiene las mismas medidas del lugar santo y del lugar santísimo del Templo de Salomón.
La unidad de medida utilizada es el codo egipcio (20.6 pulgadas=un codo). Había una caja metálica enterrada en el piso, que según dicen, fue robada; y la cámara que aún permanece esculpida en el piso de piedra, tiene las mismas dimensiones de la tabla de los panes de la proposición (20.6 pulgadas de ancho por 41.2 pulgadas de largo, o un codo por dos codos). ¡La cripta fúnebre en esta cámara tiene el mismo tamaño y la misma posición del lugar santísimo! Es decir, los dueños y los usuarios de esta tumba se consideraban semejantes a Dios
¿Puede alguien llegar a ser peor? Haber sido sepultado a solo unos pocos metros de esta tumba blasfema ciertamente es estar “entre los malvados”.
Tumbas adyacentes a la tumba del jardín
Este complejo de tumbas al noroeste del sepulcro de José (el de Cristo) fueron esculpidas en la superficie de la fosa seca que fue cavada al pie del monte Moria. Esta fue creada para que la pared norte de Jerusalén fuera menos vulnerable a los ataques. Las tumbas están cavadas en una progresión que va del noreste al sureste. Es obvio que estas tumbas pertenecían a las clases pudientes y sacerdotales. Fueron hechas durante el período del primer templo y usadas hasta el cautiverio babilónico.
Durante este tiempo fue creado y usado el osario portátil, según se revela en el registro judío antiguo. Estas cajas de piedra tenían un tamaño que podía contener los huesos de un individuo y estaban diseñadas para hacer posible que los huesos de los judíos fueran transportados nuevamente a Jerusalén para ser enterrados en la tumba familiar. Las familias que poseían estas tumbas comenzaron a usarlas a su regreso del cautiverio y durante los períodos persa y griego.
En algunos casos las entradas de las tumbas estaban selladas con losas de piedra que contenían inscripciones en griego. Algunos investigadores presentan este hecho como prueba de que las tumban datan del período griego. Esto, sin embargo, no toma en cuenta que tanto dichas tumbas como su ubicación era un motivo de orgullo para la familia; y que ellos seguramente renovaban las inscripciones en el idioma que más se utilizara a medida que los miembros de la familia iban muriendo e iban siendo enterrados allí.
La tumba del jardín está ubicada inmediatamente al sureste de este complejo de tumbas del período del primer templo. No había necesidad de que las familias ricas y sacerdotales antiguas cavaran nuevas tumbas. Ningún judío deseaba ser sepultado en otro lugar que no fuese la tumba de sus ancestros. Los reyes extranjeros tenían sus sepulcros cerca de los puntos más altos de la ciudad, como señal de su rango. La tumba del jardín es la primera opción lógica en donde pudo haber sido sepultado un “nuevo rico” de los tiempos de Cristo, y precisamente eso era José de Arimatea. Los eruditos bíblicos y los creyentes no tienen ninguna duda de que su tumba fue dispuesta por la Divina providencia justo en el momento en que debía cumplirse la profecía de Isaías acerca de la sepultura de Cristo.
LAS FIBRAS DEL ARCA DE NOÉ
Por Richard Rives
En 1985, un hoyo de seis pulgadas fue taladrado a un lado del Arca. A través de él se tomaron muestras de material del interior de la estructura. Un examen cuidadoso de las muestras a simple vista reveló fibras que parecen ser pelo. Estas fibras fueron recientemente evaluadas por un experto en fibras en uno de los mejores laboratorios de criminología del país.
Al ser analizados bajo el microscopio mediante luz blanca y luces polarizadas, las fibras revelaron todas las características propias del pelo de los mamíferos. De hecho, se pudo determinar que el pelo sí pertenecía a un animal al poder apreciarse claramente una médula unicelular (estructura central de la célula).
También se pudieron ver “bandas de colores”. Con esto nos referimos al cambio de color en el pelo de un extremo al otro, muy común en el pelo de los mamíferos de la familia de los Felidae (felinos). Solo quedaba una pequeña parte de la raíz, sin embargo, la apariencia de lo que queda de ella indica de que se trataba de un felino.
También fueron evaluadas otras fibras extraídas de este material. Una de las muestras resultó ser una especie de fibra vegetal, pues su estructura celular pudo verse claramente.
Otra fibra que al parecer también era pelo reveló características inusuales al ser evaluada: la forma de la fibra era alargada y cilíndrica como un cabello, pero no reveló ninguna de las características asociadas normalmente al cabello. Por sobre la superficie externa de ésta se extendían espinas angulares que salían de ella. Los especialistas creen que se trata de alguna clase de fibra vegetal, pero concuerdan en que nunca habían visto algo semejante.
Finalmente, una de las fibras tomadas del interior de la muestra no tenía características animales ni vegetales. ¡Los especialistas piensan que si esta fibra hubiese sido recolectada como evidencia moderna, no habría la menor duda de que sería declarada artificial!
Las muestras están en proceso de ser fotografiadas al microscopio a fin de poder ser compartidas con otros expertos de alrededor del mundo. Esperamos poder alcanzar conclusiones sobre la naturaleza de las muestras que aún no han sido identificadas. Se ha planificado examinar muestras de pelo que aún se encuentran dentro del material y que mantienen intacta su raíz. Existe la remota posibilidad de que pueda extraerse información de ADN de estas raíces.
Estos planes futuros requieren de una metodología científica que incluya tecnología de punta. Mientras tanto, podemos concluir a manera humorística que estos animales ¡definitivamente estaban a bordo del Arca de Noé!
Última actualización ( sábado, 12 de noviembre de 2005 ).