Boletín 06: Enero de 1994
Sábado, 10 de enero de 1994
MT SINAI/HOREB – IN ARABIA
Cuando Ron encontró en 1978 las partes de carroza en el Golfo de Aqaba frente a la costa egipcia, concluyó que el Monte Sinaí debía estar del otro lado del mar. Como el relato bíblico narra la forma en que el pueblo llegó al Monte Sinaí después de cruzar el Mar Rojo, y en virtud de que el Golfo de Aqaba separa la península del Sinaí (Egipto) y Arabia Saudita, el Monte Sinaí debía estar entonces en Arabia. ¿Pero en qué parte de Arabia?
Ron estudió el relato bíblico y vio en los mapas aéreos del lugar que había una cadena montañosa en el noroeste de Arabia Saudita, que según se dio cuenta, tenía el potencial de tener el Monte Sinaí. Uno de los pasajes que Ron había leído era:
“Cuando estábamos en Horeb, el Señor nuestro Dios nos ordenó: Ustedes han permanecido ya demasiado tiempo en este monte” (Deut. 1:6).
Esta descripción le indicó a Ron que estas personas estaban inmersas de alguna manera dentro de los contornos de la montaña. Por esa razón, Jebel el Lawz era el candidato perfecto. Este es el pico más alto de todo el noreste de Arabia Saudita; y estaba en medio de una cadena montañosa con numerosos wadis y cañones que habrían ofrecido suficiente albergue a un tremendo número de personas junto a sus rebaños y manadas, acampando “en medio” del área con la protección de las montañas que las rodean. También estaba separada por un desierto de la región montañosa que se encuentra paralela al Mar Rojo, que podía ser el desierto del Sinaí.
Si este era realmente el Monte Sinaí, debía haber evidencias arqueológicas que lo demostraran categóricamente. Así, solicitó una visa en la embajada Saudita para visitar el área, pero nunca recibió respuesta.
Después de cuatro años y medio decidió entrar al país sin la visa. Estuvo investigando y se le explicó que cuando una persona es encontrada en territorio Saudita sin una visa, simplemente es llevado a la frontera y expulsado. En el peor de los casos, lo recluirían por un máximo de 21 días. Ron sopesó esta información y decidió que valía la pena arriesgarse. Nunca se imaginó lo que le esperaba a él y a sus hijos, Danny y Ronny.
Ron, Danny y Ronny entran a Arabia Saudita ilegalmente
El 24 de enero de 1984, Ron y sus hijos llegaron a Jordania. En Estados Unidos habían solicitado y recibido las visas jordanas. Hicieron un pequeño recorrido por Jordania para luego proceder a estacionar su auto alquilado cerca de la frontera y entrar caminando hacia Arabia Saudita sin ser detectados.
Caminando y rentando taxis llegaron a las cercanías de Jebel el Lawz, en donde Ron vio algunos pilares blancos acostados en el piso, con el sol reflejándose en ellos. Concluyó que efectivamente esta debía ser la ubicación Monte Sinaí, al ver el tope de la montaña totalmente ennegrecido como si estuviera chamuscado. Notó otras características del lugar que identificaban el área. Sobre una de las cimas había también un árbol solitario y una cueva más abajo.
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“Elías se levantó, y […] viajó […] hasta que llegó a Horeb, el monte de Dios. Allí pasó la noche en una cueva” (1 Rey. 19:8, 9).
Mientras Ron observaba la región alrededor de la montaña, vio que había un área que encajaba perfectamente con la descripción del Monte Sinaí (Horeb). Había miles de acres de tierra rodeados de una cadena montañosa que cerraban el área. ¡Se convenció de que ese era el lugar! Pero mientras se iban acercando a la base de la montaña, una pequeña camioneta Datsun se les acercó y el hombre que la manejaba pidió bruscamente al conductor que llevaba a Ron y a los muchachos que se devolvieran. Así lo hicieron, regresaron al taxi que los estaba esperando y se dirigieron a la frontera Jordana.
“Los Wyatt son espías israelíes”
Sin embargo, cuando llegaron a la frontera las cosas no salieron muy bien. Al tratar de salir del país, fueron arrestados y llevados a una prisión en Hagl, cerca de la frontera. Se les acusaba de espionaje. Solo después de su liberación fue que supieron que un hombre a quien Ron le había contado sus planes de entrar a Arabia Saudita ilegalmente, había llamado a la embajada Saudita y les había dicho que los Wyatt eran espías israelíes. Los sauditas le contaron esto a Ron cuando fue liberado.
Consciente de que su plan de entrar en Arabia Saudita conllevaba cierta dosis de peligro, Ron había confiado solo a dos amigos lo que iba a hacer, mientras que a su familia les dijo que él y los chicos iban a Jordania. Una de las personas a quien Ron le contó sus planes fue al coronel Jim Irwin, y la otra persona fue quien llamó a la embajada Saudita con la historia que ocasionó el arresto. Una vez que los sauditas descubrieron que Ron y los chicos no eran espías se encolerizaron mucho, pues este asunto pudo haber traído serias consecuencias políticas si hubiesen sido ejecutados. Ellos se ofrecieron para ayudar a Ron a identificar a este hombre y perseguirlo penalmente, pero Ron declinó la propuesta, conformándose simplemente con poder regresar a casa.
Una plaga en el lugar
Cuando Ron y los chicos llegaron a Hagi, los sauditas estaban experimentando una plaga terrible en la prisión donde los habían retenido y numerosos hombres habían muerto. Ron pudo identificar fácilmente el problema: el área estaba infectada por mosquitos.
Ron había explicado a sus captores que él era anestesiólogo, algo que ellos solo pudieron entender cuando él trató de explicarlo con la frase “doctor para dormir a la gente”. Les dijo que él podía ayudarlos si ellos lo escuchaban. En vista de la mortandad, escucharon con atención. Ron prescribió primero antibióticos para todos los enfermos, los cuales fueron preparados y enviados por la farmacia en Hagi. Después les dio aspirina para el malestar y para mantenerles la temperatura corporal en niveles aceptables.
Finalmente, pidió grandes cantidades de aceite de oliva para rociarlo en sus baños, pues los mosquitos se estaban reproduciendo en el antiguo sistema de cañerías de la prisión. También pusieron aceite en todos los depósitos de agua del área, e inmediatamente la plaga mermó. El aceite en la superficie del agua sofocó y mató las larvas del mosquito. No se presentaron nuevos casos y los que estaban enfermos cuando él llegó se recuperaron. Está de más decir que esto debió haberles ganado a Ron y los muchachos al menos cierta consideración de parte de las autoridades locales.
Interrogatorios diarios
Ron y los chicos eran interrogados de forma separada cada día por un grupo llamado equipo de interrogación. Cada uno narró su historia, sus creencias y las razones que los hacían pensar que Jebel el Lawz era el Monte Sinaí. Un oficial Saudita de nombre Abu Collet envió a varios hombres a la montaña a determinar si realmente había alguna evidencia en el lugar, pero los hombres regresaron con un reporte negativo que fue enviado al rey.
Pero algunos de los que interrogaron a Ron le creyeron. Un día, tres sauditas se llevaron a Ron en un helicóptero hasta la costa del Golfo de Aqaba en donde Ron afirmaba que la gran multitud había cruzado el mar. La historia de Ron había sido examinada minuciosamente, pues una acusación de espionaje es algo muy serio en este país, castigado incluso con la muerte.
La columna en la playa
El helicóptero aterrizó en la playa en el lado opuesto a Nuweiba, Egipto. No fue muy difícil encontrar el lugar exacto pues Nuweiba se ve fácilmente a ocho millas (12 Km.) del otro lado del golfo. En la playa donde aterrizaron encontraron una columna de granito de estilo fenicio erigida en la playa, que contenía inscripciones en hebreo arcaico. Los sauditas tomaron numerosas fotografías de esta columna, y de repente Ron comenzó a tener más credibilidad ante sus captores. El hebreo arcaico simplemente no se encuentra en Arabia Saudita, pero ahora había aquí una evidencia concreta. De hecho, podemos afirmar que posiblemente esta columna salvó la vida de Ron y de los chicos. Nadie en Arabia Saudita sabía de esta columna pues se encontraba en una zona extremadamente remota e inhabitada. Pero el hallazgo de esta columna tampoco aseguraba su liberación. Sin embargo, era idéntica a la columna que Ron había encontrado en 1978 en la playa opuesta en Egipto, ¡pero esta tenía inscripciones en ella!
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El plan de escape
Aunque la detención de la plaga y el descubrimiento de la columna en la playa pudo haber resultado en el relativo buen trato que le dieron, las esperanzas de liberación no eran muchas para Ron y los chicos. Dada la naturaleza del crimen del que se le estaba acusando, no se les permitía la llamada acostumbrada a la embajada. Ronny, el hijo menor, eventualmente comenzó a “sucumbir” bajo la insolación. Él les comunicó a Ron y a Danny que ya no aguantaba más y que se iba a escapar
Ron conocía bien a Ronny y sabía que hablaba en serio. Sabía que si lo agarraban lo matarían. Ron accedió a la propuesta, pero con la condición de que todos lo harían. El momento ideal sería el jueves en la noche, cuando comenzaba el día santo musulmán. Ron sabía que la seguridad era más vulnerable en ese momento, así que formularon un plan.
Cuando llegó el jueves se presentó un problema: Un oficial al que le habían tomado cierto aprecio, estaba de guardia. Él se había portado sumamente bien con ellos durante su estadía allí y Ron le explicó a Ronny que si se escapaban mientras Ali estaba de guardia probablemente lo matarían. Ronny sabía que esto era así y accedió a esperar hasta el siguiente jueves. Deprimidos de pensar que tendrían que esperar una semana más, se acostaron a dormir.
El siguiente miércoles por la mañana (el día anterior había acordado intentar su escape nuevamente) el hombre a cargo de ellos se acercó y les dijo “halas”, que significa “se acabó”. Se había ordenado su liberación y serían entregados al gobierno jordano. Sin embargo, el material confiscado no les sería devuelto. No quedaría evidencia alguna de toda su experiencia, ni una sola foto del Monte Sinaí. ¿Fue un error haber cruzado a Arabia Saudita sin una visa? ¿Habría sido muy impaciente?
La liberación
En Jordania fueron retenidos por tres días mientras duraron todos los trámites burocráticos. Fueron interrogados nuevamente y devueltos a casa. Su llegada al aeropuerto de Nashville fue transmitida en las noticias de la mañana” de la cadena CBS y también fueron entrevistados por Bill Kurtis. El martes 17 de abril de 1984 Ron explicó en televisión nacional por qué había entrado en territorio Saudita:
BILL KURTIS: “Tres exhaustos estadounidenses regresaron a casa este lunes por la noche: Ronald Wyatt y sus hijos Daniel y Ronald Jr., quienes finalizaron de esta forma una expedición arqueológica aficionada que los llevó a una prisión en Arabia Saudita. Ellos entraron ilegalmente a dicho país en busca del Monte Sinaí bíblico. Sus repetidas solicitudes por una visa Saudita fueron infructuosas, por lo que los Wyatt tomaron la decisión de introducirse por la frontera jordana, pero fueron capturados por la policía Saudita cuando se encontraban de regreso. Lo que siguió fueron 75 días de custodia por parte de las autoridades. Ronald Wyatt y sus hijos están con nosotros en el estudio de WTVF, nuestra afiliada en Nashvile, para contarnos lo sucedido. ¡Buenos días, Sr. Wyatt!
RONALD WYATT Y SUS HIJOS: ¡Buenos días!
BILL KURTIS: Sr. Wyatt, ahora que está usted sentado allí con sus hijos a su lado, pregunto, ¿por qué usted?… bueno, ¡yo no sabía que el Monte Sinaí estaba en territorio Saudita! ¿Por qué usted piensa que está ahí?
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RONALD WYATT: En el Golfo de Aqaba, al oeste de Jebel El Lawz, encontramos algunas partes de carros de guerra egipcios similares a los encontrados en la tumba del rey Tut. Estos fueron localizados en profundidades que van desde los 60 pies (18 m.) hasta los 200 pies (60 m.), en medio de un estrecho de aproximadamente una milla y media (2.4 Km.). Nosotros creemos que este fue el lugar donde ocurrió el cruce que se narra en la Biblia. Después de cruzar el Mar Rojo, los israelitas llegaron al Monte Sinaí.
El lenguaje que se utiliza en la Biblia da a entender que permanecieron ‘rodeados” por una montaña. En un mapa aéreo puede apreciarse que en Jebel El Lawz hay un gran valle cerrado en el borde de un antiguo volcán. El área tiene unos cinco mil acres de extensión (dos mil hectáreas). Pensamos que este fue el lugar. En Éxodo 24:4 y Levítico 6:28, 11:33 y 15:12 se habla de ciertos artefactos específicos que podíamos buscar. Se nombran doce pilares de piedra, un altar y alfarería. Eso precisamente fue lo que buscamos en la montaña.
La frustración que Ron sintió de haber llegado tan cerca y de regresar sin ninguna clase de videncia, fue intensa. Parecía imposible que pudiese regresar de nuevo. Después de todo, ahora era conocido en aquél país como alguien a quien se le había acusado de espionaje.
MONTE SINAÍ – LA SAGA CONTINÚA
Un “príncipe real” llega a Nashville
Ron no había pasado mucho tiempo en su casa cuando recibió una llamada de un hombre que afirmaba ser un amigo de sus captores. Samran Al-Motairy era una persona cercana al rey, de hecho, era considerado de la “realeza”. Él había escuchado las afirmaciones de Ron de que el Monte Sinaí estaba en la región. Varios de los captores de Ron habían creído sus afirmaciones y habían convencido a Samran, quien vivía en Tabuk, a solo un par de horas de la montaña. Samran le dijo a Ron por teléfono que desde que había escuchado hablar de la montaña no podía comer, dormir o concentrarse en nada; y que debía verla personalmente. Samran incluso viajó a Nashville y pasó varios días con Ron para discutir el asunto y convencerlo de regresar a Arabia Saudita.
Samran es un hombre rico con muchas esposas y una flota de automóviles que incluyen un Rolls Royce, limosinas, varios Mercedes Benz y una casa que más bien parece un castillo. Él no necesitaba dinero, pero así es la naturaleza humana. Quizá vio en Ron la posibilidad de conseguir fama e incluso una mayor fortuna. Pero lo más importante es que Samran dijo que “deseaba hacer algo por su Dios”; después de todo, el Monte Sinaí es un lugar sagrado muy importante para musulmanes, cristianos y judíos.
Samran tenía las conexiones y Ron tenía el conocimiento acerca de este lugar sagrado. Juntos podían “descubrir” el lugar e incluso hacer una película y hacerse famosos. Esas eran las aspiraciones de Samran. La aspiración de Ron era documentar la evidencia y la propuesta de Samran parecía ideal para lograrlo. El mayor problema sería poder lograr que Ron regresara al país sin problemas, pero Samran le dijo que él podía lograrlo. Pasaron solo once meses después que él y los chicos fueron liberados de la prisión en Arabia Saudita para que regresaran a Jebel el Lawz, ahora de forma legal.
Mientras tanto, ocurren otros acontecimientos
Otros asuntos mantenían a Ron ocupado. Cuatro meses después que fue liberado en agosto de 1984, Ron regresó al lugar del Arca de Noé. El interés en la “estructura con forma de barco” creció cuando Ron llevó a un grupo interesado al lugar. Luego de ver la evidencia, Marv Steffins realizó una conferencia de prensa en Ankara anunciando el “descubrimiento del Arca de Noé”. Aunque en un principio esto pareció una mala jugada para el proyecto, la verdad es que hizo que los turcos se interesaran en el lugar. Ron regresó a Turquía el 26 de octubre de 1984 y finalmente, todo parecía estarse moviendo hacia ese proyecto.
El coronel Jim Irwin también había visitado el lugar con Ron en agosto de 1984 y sabía que allí había algo que necesitaba ser investigado científicamente. Ron y Jim accedieron en ese momento a continuar sus exploraciones individuales: Jim en el Monte Ararat y Ron en el “objeto con forma de barco”. Su razonamiento fue que ambos tenían el mismo fin: encontrar la verdadera Arca de Noé. A pesar de que Jim Irwin no estaba del todo convencido de que el objeto con forma de barco era el arca, sí veía la necesidad de que se hicieran más estudios científicos antes de tomar conclusiones y que el Monte Ararat también debía ser explorado minuciosamente. Después de todo, la tradición enseñaba que el arca debía estar allí. Si no se encontraba ningún barco en la montaña, entonces quizá esta era el arca. Su conclusión fue que la verdadera respuesta en pro de estas investigaciones dependía de ambos esfuerzos.
Entonces, a comienzo de 1985 Ron recibió una llamada de un hombre que había sido referido por Jim. Dave Fasold había estado estudiando el asunto del Arca de Noé y había concluido que esta no pudo haber descansado en la ladera del Monte Ararat y haber sobrevivido. Cuando él llamó a Jim Irwin con su idea de buscar el Arca en cualquier lugar de la región de Ararat usando el relativamente nuevo radar de interfase subsuperficial, este lo refirió a Ron. De esta forma, y gracias a las referencias del coronel Irwin, Dave Fasold entró en escena.
Marzo de 1985
Dave Fasold y Ron visitan el lugar del Arca de Noé
Después que Ron le habló a Dave sobre el “objeto con forma de bote”, Dave estaba tan emocionado que quiso visitar el lugar lo más pronto posible. Se planificó un viaje para el 20 de marzo de 1985. Dave trajo consigo su generador de frecuencia molecular, un artefacto que fue de mucha utilidad en las investigaciones del arca, y que ahora nuevamente jugaría un papel importante. La participación de David durante el primer viaje al Arca de Noé fue de suma importancia; y ahora que Samran el-Motairy intentaría lograr que Ron pudiese entrar de nuevo en Arabia Saudita acompañado por Dave Fasold, la Providencia nuevamente disponía que él estuviese allí.
Samran se reunió con Ron y Dave en Turquía y los acompañó a ver el arca personalmente. Convencido de su autenticidad, Samran comenzó a hacer los trámites para que Ron y David pudieran entrar en Arabia Saudita. Ahora Samran estaba seguro de que Ron era una persona seria y que estaba realizando una investigación arqueológica válida acerca de asuntos de los que el Corán hablaba.
El 31 de marzo de 1985 se firmó un contrato entre Samran el-Mutairy, Dave Fasold y Ron antes de que ellos fuesen a Arabia Saudita. Este contrato se hizo porque todo extranjero que desee trabajar en el Reino debe tener un contrato de trabajo válido con un residente Saudita. El contrató decía lo siguiente:
“ACUERDO ENTRE DAVID FASOLD Y RONALD WYATT CON SAMRAN EL MUTAIRY. El Sr. Samran El Mutairy acuerda pagar los viáticos y proveer a los Sres. Fasold y Wyatt alojamiento, transportación y comida mientras trabajen para su compañía en el Reino de Arabia Saudita por un período de dos o tres días. Los Sres. Fasold y Wyatt proveerán equipos especiales de detección de minerales y examinarán los lugares designados por el Sr. Samran EL Mutairy y le darán un reporte de los resultados obtenidos antes de finalizar estos dos o tres días. Si se llegasen a encontrar minerales comerciales en los resultados, estos serán explotados de acuerdo a las leyes del Reino de Arabia Saudita y el remanente que quedase de la ganancia después de lo que exige Reino de Arabia Saudita se dividirá entre las partes firmantes de este contrato. El Sr. Samran El Mutairy recibirá el 75 por ciento de estas ganancias y los Sres. David Fasold y Ronald Wyatt el 25 por ciento restante en moneda del Reino de Arabia Saudita o de los Estados Unidos de América. Este dinero se pagará a los 30 días de haber sido recibidos en la oficina del Sr.
Samran EL Mutairy.
P.D.: El primer paso será Jabal Alloz (Jabal Musa) el segundo paso será en el mar”.
De vuelta en Arabia Saudita, ¡LEGALMENTE!
Los tres firmaron y colocaron sus iniciales en el contrato y el 31 de marzo salieron de Ankara hacia Jedda, y de allí hacia Tabuk, en Arabia Saudita, donde vive Samran. Esa noche pernoctaron en casa de Samran y al siguiente día en la mañana se dirigieron a Jebel el Lawz con un chofer y un ayudante que los acompañaría. Ron era el que daba las direcciones hacia el área, por lo que en varias ocasiones se perdieron y se detuvieron a descansar. De repente apareció un beduino y aprovecharon para preguntarle dónde se encontraba Jebel el Lawz.
Dave Fasold recuerda que este contestó “Jebel Musa henna”, que significa “La montaña de Moisés está aquí”. ¡Curiosamente, la tradición local reconoce que este es el lugar correcto! Las siguientes horas las pasaron explorando. Cuando era hora de regresar, Samran sugirió que fuesen a Hagl, que estaba más cerca, pero que también era el lugar a donde Ron y los chicos habían estado detenidos. Aunque este viaje era totalmente legal, también traería pruebas tanto para Ron como para Dave.
Día del “pez de abril”, 1985
A Samran se le ocurrió una idea para jugar una broma de primero de abril: ¿Por qué no iban a la oficina del general que había arrestado a Ron y a los chicos y le decían que Ron estaba de vuelta ilegalmente? A Ron no le pareció nada graciosa la idea, pero llegó un momento en que no tuvo ni voz ni voto al respecto. Entonces, Samran manejó su auto hasta la oficina del general. Ron y Dave entraron y Samran le anunció al general que “¡Ron Wyatt estaba de vuelta sin una visa!” A Ron no le quedó otra opción que seguir el juego, esperando que Samran supiera lo que estaba haciendo. El general quedó pasmado al ver la cara familiar de Ron, aunque esta vez se mostró muy cordial. Luego de darse la mano y de saludarse, abandonaron la oficina del general y se dirigieron a la casa de uno de los amigos de Samran, en donde pasaron la noche.
Eso sucedió el primero de abril—día del “pez de abril”—y la “broma” de Samran de anunciar la visita “ilegal” de Ron, resultó ser todo, menos divertida.
Como a las tres de la mañana escucharon que tocaban la puerta. Samran les pidió a Ron y a Dave que abandonaran inmediatamente el lugar, pues alguien le había comunicado que serían arrestados. Rápidamente se vistieron, entraron en el carro y se dirigieron a la casa de Samran en Tabuk, que estaba a unas 3 o 4 horas de camino.
Visita al Sheriff local
Después de una hora o algo de camino, su carro fue conminado a detenerse a un lado del camino por un gran Mercedes negro que los había estado siguiendo desde que salieron de Hagl. Estaban frente a la oficina de policía local, un edificio en medio de la carretera en el desierto. Al entrar, Ron reconoció que el líder era uno de los hombres que los había tenido prisioneros un tiempo atrás. Ron decidió actuar como si estuviese muy agradado de verlo.
Le dio la mano e intercambio con él los tradicionales “besos” en las mejillas. Sin perder tiempo, sacó su pasaporte, su visa vigente y se las entregó al sheriff para que las revisara. El sheriff permaneció serio y quizás confundido sobre lo que estaba pasando. Él y Samran mantuvieron una conversación seria en árabe, para después Samran anunciarle a Ron y Dave que se había acordado que el equipo de interrogación de Hagl (que había interrogado a Ron y los chicos) se reuniría con ellos en Jebel el Lawz para ver la “evidencia” personalmente. Pero por alguna razón, todos lucían extremadamente incrédulos con Ron y Dave.
Procedieron entonces a abandonar la oficina del sheriff y regresar a la propiedad de Samran en Tabuk, en donde esperaron lo que sucedería.
“Al rey no le mientas”
La mañana siguiente se dirigieron a la montaña y se reunieron con el equipo de interrogación, liderado por Abu Collet, en la vía que lleva al lugar. En ese punto, Ron y Dave fueron separados y tuvieron que movilizarse en dos vehículos jeep, cada uno con oficiales que los interrogaban continuamente. Parecía que les preocupaba que el interés de Ron y Dave en el lugar fuera el de hacerse ricos mediante la excavación de artefactos valiosos y oro. Ron y Dave trataron de explicarles que su interés era meramente arqueológico.
Al llegar al lugar, Ron, Dave y Samran les mostraron a los hombres las evidencias: el altar con los petroglifos de estilo egipcio que representaban toros y vacas; el altar en la base de la montaña; los topes de las columnas de 18 pies de diámetro (5.4 m.) erigidas con una separación de 5 pies (1.5 m.), las columnas de mármol, etc. Los interrogadores estaban impresionados y complacidos. Todos, menos uno: Abu Collet.
Cuando Ron y los chicos estuvieron detenidos en Hagi, Abu Collet envió a algunos hombres a Jebel el Lawz a investigar el lugar a ver si Ron realmente estaba diciendo la verdad. Ellos debían reportar cualquier evidencia arqueológica que se encontrara en el área, pero los hombres regresaron y dijeron que allí no había absolutamente nada. Esto fue lo que se puso en el reporte que Abu Collet envió al rey. Pero ahora Abu Collet presenció que el área estaba llena de importantes hallazgos arqueológicos. Ahora, si un error como este pudo suceder en este país, es muy difícil que la persona que hizo el reporte se haya preocupado de la inexactitud del mismo. El asunto es que en Arabia Saudita, enviar un reporte inexacto al rey se considera mentir; y mentirle al rey es castigado con la muerte. Abu Collet realmente mostraba una terrible infelicidad.
El generador de frecuencia molecular de Dave
Durante este viaje, los colaboradores cavaron hasta una de las muchas columnas de doble capa de 18 pies de diámetro (5.4 m.). Pero el “alma de la fiesta” resultó ser el generador de frecuencia molecular de Dave. Los hombres estaban fascinados de su capacidad de discriminar y localizar el oro. Incluso “probaron” su eficiencia escondiendo objetos de oro para ver si Dave podía encontrarlos, y así sucedió.
Quedaron tan impresionados de las habilidades de este equipo que le hicieron una propuesta: Querían que se quedara y que los ayudara a ubicar un tesoro, y harían con él un mejor negocio que el que tenía con Samran. Dave rechazó la oferta, pero unos dos meses después recibió una llamada de la embajada Saudita con una nueva oferta para que regresara.
A la final Dave tuvo que cortar secretamente uno de los cables, empujando cuidadosamente hacia abajo el aislante para que no se notara que habían sido cortados. La idea era decirles que se había dañado. Si no hubiera hecho eso, habrían permanecido allí toda la noche. ¡A quienes habían atacado al generador de frecuencia molecular les habría sido imposible convencer a estos hombres de que este no funcionaba!
Durante ese día de exploración, los sauditas habían separado a Ron y a Dave e interrogado minuciosamente a cada uno de los hombres que trabajaban con ellos. En cierto momento en que Ron y Dave estaban en otro sitio, los sauditas excavaron algo que los exaltó en sobremanera, pero ni a Ron ni a Dave se les permitió ver lo que era. Lo único que se les informó es que quedaban a partir de ese momento bajo arresto por intentar robar artefactos valiosos en un sitio arqueológico de Arabia Saudita.
Fue durante ese viaje que Dave escribió “Dave Fasold y Ron Wyatt excavaron este lugar en 1985” en un papel y lo metieron en una botella plástica que procedieron a enterrar en uno de los hoyos que habían excavado. Si algún arqueólogo en el futuro llega a excavar, no habría la menor duda de que ellos estuvieron allí primero.
Arqueólogos de la Universidad Riyadh llegan al lugar
Al cabo de unos días un arqueólogo voló desde la Universidad Riyadh hasta donde Samran. La evidencia era tan concluyente ahora que se tomaron decisiones importantes. Ron y Dave le hablaron de toda la evidencia en la montaña y vieron el video que Dave hizo del altar del becerro de oro y de los petroglifos. Aunque tenían el sistema PAL, la cinta de tipo NTSC pudo ser vista en blanco y negro y sin audio. Mientras le mostraban las evidencias arqueológicas, la emoción se hacía evidente en el arqueólogo al ver las fotos de los toros y becerros en estilo egipcio grabados en el altar del becerro de oro. Él les comunicó que ese estilo de petroglifo no se encuentra en ninguna parte de Arabia Saudita.
Él había trabajado en algún punto al sur de esta área y se mostraba absolutamente sorprendido de este tipo de hallazgo arqueológico en el área. “¡Este es un tremendo descubrimiento!” les dijo. En varias oportunidades le dio la mano a Ron y lo felicitó por el hallazgo.
Al día siguiente era viernes, el día santo de los musulmanes, por lo que no hicieron nada. Técnicamente, Ron y Dave seguían bajo una especie de “arresto” domiciliario. Ron no podía abandonar la propiedad, pero a Dave se le permitía un poco más de libertad y logró contactar a alguien para que lo sacara en algunos momentos del día. Ron pasaba el día en su habitación y lo único que podía hacer era ver televisión. En una ocasión encendió el televisor y escuchó a un imán musulmán leer el Corán durante quince minutos.
Sin saberlo, esos quince minutos de televisión iban a jugar un importante papel en la aceptación de Jebel el Lawz antes de que finalizara su viaje.
La reunión en la “oficina del príncipe”
El martes 9 de abril fueron a la oficina local del príncipe en Tabuk, donde se encontraron de nuevo con el equipo de interrogación de Hagl, el arqueólogo de la universidad Riyadh, el representante del príncipe, varios imanes, Samran y un traductor. Lo interesante de todo esto es que nadie se presentó ante Ron y Dave como el príncipe. Su representante estaba ahí, pero todos se inclinaban era ante Samran. En la habitación se dispusieron sillas en círculo y todos tomaron asiento. Entonces Ron y Dave comenzaron a ser interrogados en relación a Jebel el Lawz.
El representante del príncipe, a través del traductor, preguntó a Ron, “¿Por qué Musa (Moisés) trajo a su pueblo a esta área aislada e inapropiada habiendo tantos otros sitios más aptos en el área?” Esta era una pregunta válida, pues Jebel el Lawz no es un lugar ideal para sustentar la vida. Ni siquiera hay fuentes de agua. Ron replicó que simplemente “Moisés seguía a la nube, la cual los guió allí”.
Uno de los imanes respondió fervoroso en árabe, “¡Eso no está en el Corán! Ron conocía el Corán y sabía lo que decía, pero también sabía que no era conveniente un intercambio de palabras con un imán. Entonces mediante una pequeña oración, la respuesta llegó a su boca: Citó las palabras del imán que había escuchado en la televisión. “Todo musulmán genuino cree en cada uno de los profetas. Si alguien no cree en todos los profetas, entonces esa persona no es un verdadero musulmán”.
Ron preguntó, “¿Acaso Musa no era un profeta?” Apenas pronunció estas palabras, los presentes comenzaron a mover sus cabezas y a responderse afirmativamente entre ellos. Lo curioso es que todos contestaron antes de que las palabras de Ron fueran traducidas. No hay duda de que todos escucharon lo que Ron estaba diciendo en árabe, aunque Ron está seguro de que respondió en inglés, pues él solo sabe unas pocas palabras en árabe.
“Queremos que se quede a excavar”
Con esta afirmación terminó el interrogatorio. Los sauditas estaban convencidos de la autenticidad de Jebel el Lawz: esta era la verdadera montaña santa de Dios. El representante del príncipe, mediante el intérprete, procedió a pedirles a Ron y a Dave que se quedaran, excavaran y preservaran el lugar.
El arqueólogo volvió a darle la mano a Ron, felicitándolo por el descubrimiento. Se les prometió que el rey proveería los fondos necesarios para el proyecto, se pagaría una recompensa y Ron sería presentado ante el rey.
Pero Ron tenía en esos días una reunión muy importante en Ankara que no podía perder. Los sauditas no lucieron muy alegres cuando Ron y Dave rechazaron la oferta, pues son personas que no están acostumbradas a la desobediencia. El representante del príncipe preguntó a Ron por qué no hacía el trabajo, si eso es lo que había estado buscando durante seis años. Ron le explicó que él era “como un caballo hambriento al que se le ponen de repente dos enormes pilas de comida a cada lado”. Quiere comerse las dos, pero solo puede comerse una a la vez. No obstante, desea que la otra siga allí cuando tenga hambre de nuevo.
Unas semanas antes de que Ron llegara a Ankara, Mine Unler, su contacto en el gobierno, había hecho los arreglos para concertar una cita de alto nivel. Habían logrado programar reuniones con los ministros pertinentes a fin de presentarles la evidencia del “objeto con forma de bote” o Arca de Noé.
Le dijeron que tendría la oportunidad de hablar en inglés ante estos funcionarios gubernamentales, algo que no se había hecho anteriormente. Era una reunión que no podía perderse. Es cierto que desde 1978 Ron había deseado visitar Jebel el Lawz, pero desde 1977 también había estado trabajando en el Arca de Noé. Tenía que hacer una elección y no tenía la menor duda de cuál era. Su elección fue la correcta, pues esa reunión echó a rodar la bola que resultaría en la formación del equipo de investigación turco.
Veinte meses después, en diciembre de 1986, sería aceptada a nivel oficial el Arca de Noé. A los sauditas les importaban un bledo las razones de Ron y su molestia era evidente. El video de Dave fue confiscado por los hombres de Abu Collet, así como las fotografías que había revelado unos días atrás. “Ni siquiera mencione que vino para acá. No queremos ver esto en ningún libro o película”. Ron y Dave presumieron estar de acuerdo, aunque sin hacer ninguna promesa directa.
¿Leer el Corán en inglés? ¡Imposible!
Antes de que Ron partiera, sucedió otra cosa interesante. Él había escuchado al imán en la televisión leyendo el Corán un viernes, y en vista de que había entendido completamente lo que había dicho, asumía que este había hablado en inglés. Más tarde se enteró que es en contra de la ley musulmana que el Corán sea leído en inglés. De hecho, esto sería algo tan grave que se castigaría con la muerte.
El imán había hablado en árabe, pero Ron lo había entendido. No solo eso, los sauditas en la reunión reaccionaron con asombro al ver que habían entendido los que él les había respondido al citar el Corán. Después de haber analizado esta circunstancia durante años, hemos alcanzado un mejor entendimiento del concepto de “hablar en lenguas”. Cuando Dios hace las cosas, las hace con un propósito.
Otras evidencias en Jebel el Lawz
Mientras estaban en la montaña encontraron los restos de una estructura de mármol blanco que había sido levantada cerca del altar, en la base de la montaña. Estas eran las columnas blancas que Ron había visto en su primer viaje en 1984. La estructura había sido destruida, pero los remanente de las columnas de 20.6 pulgadas de diámetro (52 cm.) aún estaban desperdigados por el área.
Los beduinos les dijeron que la piedra que representaba el “tabernáculo” había sido desmantelada para ser usada en una mezquita en Hagl. Mientras Dave y Ron estuvieron separados, Ron encontró una sección de este mármol con una inscripción en hebreo arcaico. Temiendo mostrársela al equipo de interrogación, simplemente la enterró en el lugar. No hay duda de que aún permanece allí.
Una cosa que Ron aprendió durante esta temporada fue ser muy cauteloso a la hora de mostrar las evidencias. Después de todo, a causa de haber compartido libremente la información del Arca con otros buscadores, la tumba de la esposa de Noé había sido excavada y las lápidas habían sido quebradas en pedazos. Otros objetos que contenían petroglifos cerca del arca fueron dañados o removidos de sus lugares. Estos actos vandálicos resultaron en la pérdida de evidencias arqueológicas muy importantes.
Moisés incinera el becerro de oro
Como dijimos anteriormente, Dave Fasold usó su generador de frecuencia molecular en el lugar para ubicar oro. Se obtuvo una lectura positiva en él área del altar que contenía los petroglifos de la vaca y el becerro. No cabía la menor duda en las mentes de Ron y de Dave de que este era el altar del “becerro de oro” que construyó Aarón, pues era evidente que las piedras habían sido ordenadas por manos humanas.
Pero había otra evidencia muy emocionante que Ron nunca compartió con nadie: Cuando escaló el altar y miró por encima de este, algo rojo y brillante llamó su atención. Notó que había un pequeño charco de agua producto de una ligera llovizna mañanera que había caído sobre la roca, que lucía como un charco de sangre.
Al examinarlo cuidadosamente, vio que esta sección de la roca tenía una pequeña depresión de 4 x 6 pulgadas (10 x 15 cm.) que parecía tallada o desgastada. De cerca, pudo observar que el “rojo sangre” era el resultado de pequeños puntos de oro incrustados en toda la depresión situada en el tope de la roca.
Aunque la Biblia no habla de esto, Ron dedujo que tal vez este fue el sitio donde Moisés hizo polvo el becerro de oro antes de ponerlo en agua para que el pueblo lo bebiera.
“Tomó entonces el becerro que habían hecho, lo arrojó al fuego y, luego de machacarlo hasta hacerlo polvo, lo esparció en el agua y se la dio a beber a los israelitas” (Éxo. 32:20).
Pero las esperanzas de una inspección más detallada de Jebel el Lawz descansan ahora en que los sauditas no guarden ningún resentimiento. Cuando su situación financiera lo permita, Ron planea notificarles que desea realizar la excavación. Con el tiempo, sin embargo, Ron se ha dado cuenta de que Jebel el Lawz es un tema que los sauditas no quieren hacer público.
Jim Irwin
En 1984, después de su arresto en Arabia Saudita, Ron visitó al coronel Jim Irwin en su oficina para hablarle del “objeto con forma de barco” y de Jebel el Lawz. Aunque el interés principal de Jim se enfocaba en la exploración del Arca de Noé, también expresó interés en el sitio Saudita y ofreció lo que estuviera a su alcance.
Ron sugirió una expedición conjunta con la organización del coronel Irwin, de nombre “High Flight”. Dave Fasold le había comunicado a Ron que no estaba interesado en asumir el proyecto, posiblemente porque su trabajo en el Arca de Noé le era prioritario y Ron sentía que el proyecto de Jebel el Lawz era demasiado grande para él solo. Además de las conexiones, Jim Irwin gozaba de una probada integridad y era todo un caballero cristiano. Jim había ofrecido ayudarlo con lo que estuviera a su alcance.
Así, en 1986, Ron se reunió en Dallas, Estados Unidos, con varias personas de la organización “High Flight” de Irwin y otros interesados. Allí presentaron las evidencias (a nivel verbal, obviamente) y el proyecto de excavación y documentación. Se alcanzó un preacuerdo y Ron explicó cómo llegar al lugar y describió los artefactos que se encontrarían allí.
Jim hizo varios contactos relacionados al proyecto del Monte Sinaí, que incluyeron expediciones submarinas para buscar partes de carros egipcios en la costa Saudita del Mar Rojo (Golfo de Aqaba). Escribió al “Departamento de Antigüedades del Reino Hachemita de Jordania” solicitando permiso en nombre de Ron para la expedición en busca de las partes de carros egipcios.
Su respuesta al “Sr. Irwin” de fecha 20 de julio de 1986 fue positiva: “En relación al reporte de restos de partes de carros antiguos en el Golfo de Aqaba de su amigo Ron Wyatt, el Departamento de Antigüedades de Jordania ha considerado aprobar una expedición arqueológica submarina cuya finalidad sea la de rescatar y estudiar estas partes, de estar ubicadas en aguas jordanas”. El problema era que estas no estaban en aguas jordanas. El área que Ron deseaba explorar desesperadamente estaba en aguas sauditas.
Los sauditas cambian de opinión
El coronel Irwin también le había escrito al Departamento de Antigüedades y Museos del Reino de Arabia Saudita” en Riyadh, explicándoles en detalle los descubrimientos de Ron en Jebel el Lawz y solicitando permiso para trabajar allí. Su actitud había cambiado significativamente desde el viaje de Ron y Dave en 1985 cuando les pidieron que se quedaran a excavar. La carta decía lo siguiente:
“Estimado Sr, Irwin, gracias por su carta del 15 de octubre de 1986. Nos complace su interés y el de su colega en Jebel el Lawz. Incidentalmente, este sitio fue investigado minuciosamente por arqueólogos especializados de nuestro departamento en 1983 y en 1986. Sus investigaciones revelaron que Jebel al Lawz pudo haber sido originalmente una mina de cuarcita blanca, la cual fue utilizada eventualmente en los edificios de Petra (Jordania) y Madain Saleh (Arabia Saudita). Los restos de edificaciones de estructuras cerca de la mina y en las cercanías de Jebel al Lawz posiblemente sean donde vivían los trabajadores que laboraban en ella.
Estas estructuras eran temporales y no muestran señales de haber sido permanentes. Las piedras extraídas fueron cortadas y moldeadas en el mismo sitio. Las columnas reportadas por el Sr. Wyatt son piedras desechadas que quedaron en el lugar. El análisis de los artefactos del lugar no revisten relevancia a las conclusiones a las que llega el Sr. Wyatt, que a nuestro entender, no cuentan con una base arqueológica sólida. Nuestros resultados no muestran nada que se relacione con Salomón o el profeta Musa.
Los artefactos hallados en Jebel el Lawz son similares a otros recuperados en toda la región que rodea al lugar. Queremos asegurarle, en base a investigaciones exhaustivas y amplias, que no existe tal relación.
Sin embargo, me gustaría añadir a su información que en nuestro departamento tenemos personal entrenado y calificado que hace uso de técnicas y métodos modernos en su investigación de las fuentes arqueológicas que se hallan en el Reino”.
La carta está firmada “Atentamente, Dr. Abdullah H. Masry; Asistente del Ministro de Museos y Antigüedades”
Era obvio que los sauditas habían cambiado totalmente de opinión acerca de excavar en el lugar, y las razones se estaban mostrando. Los problemas con esta respuesta son:
1) Cuando los carceleros de Ron y los muchachos en Arabia Saudita contactaron a las autoridades y les informaron las afirmaciones de Ron de que Jebel el Lawz es el Monte Sinaí, se les instruyó a enviar a alguien a buscar restos arqueológicos. Esto no habría sido necesario si los sauditas lo hubieran explorado minuciosamente en 1983, ya que Ron estuvo allí en 1984.
2) Solo hay dos pequeñas áreas que muestran cuarcita blanca en el lugar, ambas demasiado pequeñas como para ser explotadas. El resto del área es piedra arenisca, granito y volcánica. Es el lugar menos indicado para realizar excavaciones mineras, mucho menos para ser considerado una mina.
3) Las columnas presentes en la montaña son de mármol blanco y este material no se encuentra en ninguna parte en la región. No hay duda de que estas columnas fueron traídas de otro lugar.
4) La carta admite que los artefactos son similares a otros encontrados en las regiones inmediatas, lo que de hecho es una prueba; pues sabemos que dos o tres millones de personas habrían necesitado entrar a la región a acampar.
5) Finalmente, dejaron claro que tienen arqueólogos “muy competentes” en su equipo y que no necesitan la ayuda de nadie. Qué actitud tan diferente a la de marzo de 1985, cuando el arqueólogo de la Universidad Riyadh les pidió desesperadamente que se quedaran a excavar, prometiéndoles incluso que el rey les daría los fondos.
¿por qué este cambio de actitud? Estudiando antiguos escritos judíos, hemos encontrado referencias a una vieja creencia de los judíos de que toda tierra donde se consigan sepultados sus ancestros tiene derecho a ser reclamada. No hay duda de que los Sauditas saben esto y que harán todo lo posible por evitar que los israelitas tengan el más mínimo motivo de reclamar algún derecho sobre esta área.
Nosotros hemos escrito cartas al rey probando que la Torá (el Antiguo Testamento) es clara al afirmar que el área del Monte Sinaí no formaba parte de la “tierra prometida”. No obstante, por el tiempo que ha pasado, creemos que va a ser muy difícil que Ron pueda regresar al lugar nuevamente.
Redescubierto el “verdadero” Monte Sinaí
Así, Ron continuó su trabajo en otros proyectos, pidiéndole a Dios que proveyera los medios para obtener la evidencia que él estaba seguro que existía. Ni Jim Irwin, con sus impresionantes contactos en la región, pudo obtener el permiso necesario para la expedición propuesta por Ron a su organización. Entonces, en la edición de julio de 1988 del boletín “High Flight Foundation Newsletter”, de Jim Irwin, se hizo el siguiente anuncio:
“¡Tenemos excelentes noticias! Creemos firmemente que el verdadero Monte Sinaí ha sido descubierto. Desde febrero hemos estado explorando Egipto y Arabia Saudita en un intento por encontrar el verdadero Monte Sinaí, que hasta ahora se pensaba que estaba en Egipto… Larry Williams y yo [Bob Cornuke] hemos hecho dos viajes a Jabel al Lawz en Arabia Saudita….”
Más tarde, Larry Williams publicó su libro llamado, “La montaña de Moisés” en el que documenta cómo él y Bob Cornuke (vicepresidente de “High Flight”) Lograron entrar en Arabia Saudita y “descubrir” el verdadero Monte Sinaí.
La parte más triste para Ron fue que estas personas nunca lo contactaron a él o le permitieron ver sus fotografías después que él suministro al equipo de “High Flight” la dirección del lugar y hasta les hizo un diagrama de la ubicación. Más tarde supimos que ellos le pidieron a Dave Fasold información más precisa que les permitió “hacer el descubrimiento”. ¿Por qué no? Dave había visto la evidencia y sabía que estaba allí. Ron no había hecho más nada relacionado al asunto en los últimos tres años y la gente debía saber la verdad sobre el lugar.
Al leer el libro de Larry Williams vemos que aunque fueron a Jebel el Lawz, nunca encontraron partes de carros egipcios en el Mar Rojo. Al parecer exploraron el lecho marino del estrecho de Tiran, mucho más al sur del lugar en donde Ron encontró las ruedas de carro. Sin esta importante evidencia la historia continuaba incompleta. ¿Sería este un fragmento de la evidencia de Jebel el Lawz- el verdadero Monte Sinaí?
La frustración. ¿Era este el final de Jebel el Lawz?
Yo, Mary Nell Wyatt, continuaré ahora narrando los acontecimientos que ocurrieron desde mi punto de vista, ya que aunque no estuve en los acontecimientos que se suscitaron antes de 1988, sí fui testigo de lo que voy a relatar. Quiero aclarar desde ya que no puedo dar los nombres reales de algunas de las personas involucradas, pero todo está completamente documentado por quienes participamos. Cuando haya seguridad absoluta, todo se dará a conocer, incluso los testimonios en video de las partes involucradas, aunque no nombradas hasta ahora.
Desde que conocí a Ron estoy al tanto de su intenso deseo de regresar a
Jebel el Lawz. Hemos discutido este asunto muchas veces con lujo de detalles y ya lo conozco casi como si hubiese estado allí. He conversado tanto con Danny como con Ronny sobre su “aventura” en Arabia Saudita. El asunto es que nunca creí que veríamos algo más de Jebel el Lawz aparte de las fotos en el libro de Larry Williams o en el programa de televisión en el que apareció Bob Cornuke, pero sé por experiencia que Ron nunca se dio por vencido en este asunto. Y créanme, él hizo todo lo que tuvo a su alcance para poder lograr entrar legalmente a ese país.
¿”Capitán” Ronald E. Wyatt?
Cuando explotó la Guerra del Golfo Ron contactó a la oficina de reclutamiento de la Armada para alistarse en la Reserva. La idea era solicitar una posición como anestesista en Arabia Saudita, y estando allí, visitar la montaña. Mi opinión era que estaba llevando las cosas demasiado lejos. Le respondieron que debía alistarse por un mínimo de seis meses, lo que representaba una traba para sus investigaciones de otros proyectos. Sin embargo, al principio parecía que el plan iba a funcionar. El oficial de reclutamiento estaba muy emocionado y esperanzado, pues al parecer necesitaban anestesistas, y como Ron había cumplido ocho años de servicio y era veterano de Corea, podría entrar como capitán en el puesto que había solicitado.
No obstante, el papeleo atrasó todo y la guerra terminó. Hay una forma de abordar cada uno de sus trabajos arqueológicos que él nunca cambiado: Él ora primero y después actúa. Si no es la voluntad de Dios, él cree firmemente que Dios cerrará las puertas. Y la puerta se cerró con esta idea. Al terminarse la guerra ya no hubo necesidad de reclutar personal y nunca se concretó su ofrecimiento.
Enero de 1992, los doctores coreanos
En enero de 1992 fuimos contactados por unos doctores coreanos que afirmaban tener una gran cantidad de dinero. Según ellos, querían financiar a Ron para que continuara su trabajo arqueológico. Vinieron a nuestra casa y compartimos con ellos todas las evidencias que pudimos. Dijeron que querían ir a Egipto y a Israel a ver personalmente los sitios.
Según nos dijeron, no necesitaban ir a Turquía porque habían visto suficiente evidencia convincente en nuestra casa. Su interés especial estaba en el Arca del Pacto y era obvio que tenían sus razones particulares. Nos preguntaron cuánto pensábamos nosotros que valía el Arca. Sin tener una idea al respecto, Ron les contestó que era invalorable, o algo así.
Entonces uno de ellos preguntó si valdría varios millardos de dólares, a lo que Ron respondió “claro” y “por lo menos”, aunque considerando la increíble cantidad de oro que contiene, su verdadero valor quizá no pueda calcularse en dólares. Aunque ese era un punto discutible, Ron calculó que valía al menos tres millardos (tres mil millones) de dólares. Para nuestra sorpresa, uno de los doctores gritó, ¡Nos la llevamos! Al principio pensamos que estaba bromeando, pero después nos dimos cuenta que en realidad quería comprársela a quien la encontrase.
Continuando la historia, al poco tiempo nos encaminamos al Medio Oriente para reunirnos con estos doctores en El Cairo. Ellos querían ver el lugar y nos prometieron que financiarían todos los trabajos de excavación.
¡Una llamada de Arabia Saudita!
Antes de partir, uno de los amigos sauditas de Ron lo llamó. Esta persona había llamado a Ron varias veces en el pasado, tratando de llegar a un acuerdo para venderle las fotos y las películas que Ron había tomado mientras estuvo en Jebel el Lawz en 1985.
El problema era que estaba pidiendo cientos de miles de dólares. Pero esta vez, el Saudita “sin nombre” quería otra cosa, cierto equipo electrónico que necesitaba. La verdad es que no teníamos tiempo de comprarlo antes del viaje. Ron decidió llamar a su amigo Saudita desde el hotel en Nuweiba con la esperanza de que este pudiese acercarse al lugar y se reuniera con nosotros para discutir su propuesta. En el pasado él se había reunido en Nuweiba con Ron sin ningún problema. La idea era que trajera las fotos y la película para ver que era lo que realmente tenía.
Lo que entendíamos era que las fotos y la película habían sido confiscadas por las autoridades y que este amigo Saudita no podía haber tenido acceso a ellas. Pero si las tenía, trataríamos de negociar con él el equipo que necesitaba.
De esta forma, apenas llegamos a Nuweiba con los doctores coreanos, Ron trató de llamar al “Saudita”. Para poder hacer esto desde el hotel en Nuweiba, Ron debía bajar a la recepción y usar una antigua central telefónica allí ubicada.
El caballero que operaba esta central notó que Ron tenía problemas tratando de entender a la persona que respondió la línea del “Saudita”. El Saudita hablaba bien el inglés, pero quien respondió el teléfono del otro lado no. Entonces, este caballero egipcio (a quien llamaremos “Sr. Sayadin”) que operaba la central telefónica, y quien hablaba muy bien árabe e inglés, ofreció sus servicios de “intérprete”, los cuales Ron aceptó alegremente. Ron le explicó un poco la situación al “Sr. Sayadin” para que pudiera conversar con quien respondió el teléfono de una manera fluida e inteligente.
Intentamos todos los días y la respuesta que nos daban era que “el Saudita” no estaba pero que regresaría la llamada en unas pocas horas; sin embargo, después de cuatro días de poca suerte, llegó la hora de abandonar Nuweiba.
Esperanza de una fuente inesperada
Yo estaba empacando en mi habitación cuando Ron vino y me dijo que había estado orando por lo de las fotografías de Jebel el Lawz y que había sentido la impresión de que debía contarle al “Sr. Sayadin” la historia completa. ¡Para sorpresa de Ron, este hombre le dijo que él podía ir a Arabia Saudita por las fotos!
Ambos sabíamos que era prácticamente imposible para un egipcio entrar en Arabia Saudita. Al igual que con los estadounidenses o con cualquiera, debía obtener un trabajo para poder entrar al Reino. Los sauditas no andan buscando turistas, ellos tienen todo el dinero del mundo y no quieren que su pueblo, especialmente las mujeres, se expongan al mundo occidental. Pero el “Sr. Sayadin” le contó a Ron que su padre trabajaba en el gobierno y que tenía amigos que podían pasarlo a Arabia Saudita
A lo mejor estaba diciendo la verdad. A lo mejor el Señor iba a contestar nuestra oración. Pero entonces, Ron me habló del “negocio” que había hecho con el “Sr. Sayadin”.
Ron le dijo al “Sr. Sayadin” que le pagaría 25 mil dólares si lograba su cometido, eso incluía que las fotografías y el video estuviesen en buen estado y fueran de calidad. En ese momento casi me desmayé. Ron había hecho esta generosa oferta para asegurarse que el “Sr. Sayadin” estuviera bien motivado. Ron ofreció la suma basándonos en el hecho de que nuestros amigos coreanos nos habían prometido esa cantidad de dinero para el proyecto del Monte Sinaí. Yo no estaba tan optimista por el hecho de recibir ayuda de estos señores. Ron, por otra parte, sentía lo contrario. Él suele tomarle la palabra a las personas.
“Sucede que tengo un mapa”
Cerrado el “trato” con el “Sr. Sayadin” de ir a Rabia Saudita, le conté a Ron algo que yo había hecho. Acabábamos de comprar una fax hacía unas semanas y la noche anterior a nuestra partida yo había hecho tres copias (usando el fax) del mapa del noroeste de Arabia Saudita y las tenía en mi cartera. No teníamos fotocopiadora y recuerdo que los hice rápidamente, los doblé y los guardé en uno de los compartimientos de mi cartera, sin pensar que los íbamos a necesitar. Solo lo hice, ¡y ciertamente ahora eran oportunos!
Tomamos los mapas y junto al “Sr. Sayadin” trazamos cuidadosamente la ruta para llegar a Jebel el Lawz desde los pueblos que se encuentran tanto al norte como al sur. Marcamos todos los cauces secos y los cañones (no hay muchas vías en la región, por lo que el área debía ser atravesada en un vehículo de doble tracción a través de esos cauces secos).
Detrás del mapa hice algunos dibujos basados en los dibujos que años atrás Ron había hecho de los toros tipo egipcio en el becerro de oro. Dibujé los dos cantos rodados con un árbol solitario en medio de ellos que señalan el área del precinto santo al pie de la montaña.
Dibujé todo lo que Ron recordaba que podría servir para identificar el lugar y se lo dimos al “Sr. Sayadin”. En un área tan aislada e inhóspita (sin señalizaciones o referencias) estos dibujos eran imperativos. Sin ellos no tendría la menor idea de qué buscar.
En nuestra reunión de esa tarde se formuló el plan detalladamente. El “Sr. Sayadin” necesitaría una cámara de video, una cámara fotográfica, rollo de película, boletos aéreos y dinero para alquilar el vehículo. Yo pasé el resto de la tarde explicándole cómo usar mi cámara de video (la mayoría funcionan igual) y le recomendé dos modelos que seguramente podría adquirir en El Cairo. El “Sr. Sayadin” era un hombre muy inteligente que aprendía rápido. Luego él hizo una estimación de que necesitaría mil dólares para hacer el trabajo. Ron le dio mil quinientos en efectivo, para estar más tranquilos.
Ron y yo le pedimos encarecidamente que no dijera una sola palabra sobre esto. Jebel el Lawz había sido declarada zona arqueológica después el viaje de 1985 y ahora estaba cercada y bien resguardada. Debía tener mucho cuidado. De hecho, esa fue una de las condiciones de nuestro contrato, que todo debía permanecer bajo confidencialidad. El “Sr. Sayadin” estuvo de acuerdo en esto.
También le hablamos al “Sr. Sayadin” de los otros trabajos arqueológicos de Ron y le mostramos fotografías del Arca de Noé. Queríamos que entendiera nuestro propósito al conseguir las fotografías del área. Pensábamos que mientras más entendiera de qué se trataba, más sabría qué buscar y fotografiar. Como buen musulmán, el “Sr. Sayadin” sabía del Arca de Noé y del Monte Sinaí (o la montaña de “Musa”), pero solo tuvimos una tarde para darle toda esta información.
Mary Nell, la pesimista
No olvidemos que estoy narrando lo sucedido desde mi punto de vista, por lo que debo ser honesta y decir que yo no estaba nada optimista con el plan. Ron es el optimista y yo soy la pesimista. Mi opinión era que hasta ahí llegaba ese dinero, aunque Ron estaba sumamente confiado de que estaba haciendo lo correcto. Estaba en paz con la situación y despreocupado, pues había orado pidiendo sabiduría para no cometer errores.
Mis pensamientos, no obstante, eran, “¿qué vamos a hacer si este hombre consigue las fotos y los videos? ¿De dónde vamos a sacar los otros 23.500 dólares restantes que hay que pagarle?” No era la primera vez que alguien nos había prometido financiar las expediciones arqueológicas, pero hasta ese momento nadie nos había cumplido. En ningún momento creí que los doctores coreanos cumplirían sus promesas. ¿De dónde íbamos a sacar el dinero para pagarle al “Sr. Sayadin”? No tenemos una casa que podamos hipotecar; y los carros son modelos viejos que si se venden, no llegaríamos ni a cinco mil dólares. Esta situación me estresó enormemente y cuando finalmente pasó, me dejó una tremenda lección, la cual veremos a continuación.
Pidiendo más dinero
Pasó una semana y llegamos a casa. Todos los días orábamos, “Señor, si es tú voluntad, permite que podamos conseguir las fotos y los videos del Monte Sinaí”. Ignorábamos que a nuestras espaldas se estaban suscitando una cadena de acontecimientos sorprendentes. Días después de haber llegado a casa, sonó el teléfono y era el “Sr. Sayadin”. Me dijo que había subestimado los costos del trabajo y que necesitaba que le transfiriéramos dos mil dólares más.
Me sentí descorazonada, como si estuviésemos tirando el dinero por un hueco. Incluso con sus conexiones políticas no estaba convencida de que este hombre realmente sería capaz de entrar a Arabia Saudita, mucho menos a un área aislada como Jebel el Lawz. Y aun si lograba hacerlo, ¿sería capaz de obtener las fotos apropiadas con las cámaras de video y fotográfica, incluso operarlas correctamente? Mis dudas eran razonables.
Llamé a Ron y le conté acerca de la llamada y me dijo que fuera al banco y que transfiriera los dos mil dólares; que de paso, era casi todo lo que teníamos en ese momento.
Fui al banco con las instrucciones que el “Sr. Sayadin” me había explicado. Aún recuerdo el viaje al banco como si hubiese sido ayer. Estuve orándole a Dios todo el camino, pidiendo que si no era su voluntad interviniera para evitar que perdiéramos ese dinero. A la final, no era “nuestro dinero” sino “el suyo” y anhelábamos de corazón ser buenos mayordomos. Pedí específicamente que si esto no iba a cumplir un propósito divino, impidiera que la transferencia se realizara. La única cosa que podría impedirla sería que los datos estuviesen incorrectos.
Yo había trabajado para una firma de corredores de valores por doce años y había hecho transferencias cientos de veces. Hasta donde sabía, tenía toda la información necesaria para transferir el dinero a El Cairo. A la una y media de la tarde hice el depósito. Sabía por experiencia que si la transferencia era rechazada se sabría en pocos minutos. El banco cerraba a las cuatro, pero se hicieron las dos, las tres y nada que me avisaron.
“Disculpe, su transferencia fue devuelta”
Como a las 5:20 respondí el teléfono. El banco llamó para decir que por algún motivo la transferencia había sido devuelta. ¡Mi corazón se sobresaltó! Le conté a Ron que había orado pidiendo que si no era la voluntad de Dios, se devolviera la transferencia. Pensé que este era el final de todo el asunto, pero me equivoqué.
Esa había sido mi oración, ciertamente, pero Ron tenía una metodología establecida para sus cosas. Él intentaba tres veces hacer algo antes de rendirse. Me pidió que llamara al “Sr. Sayadin” a ver si había alguna información sobre la transferencia que quizá pasó por alto e intentar de nuevo a primera hora de la mañana.
Llamé al “Sr. Sayadin” a su casa y efectivamente había omitido darme el número de identificación del banco. Al parecer este banco no tenía una oficina en Nueva York y la transferencia debía hacerse a través de un importante banco estadounidense. Recibí el número correctamente para suministrárselo al banco en Nueva York y tenía su número de cuenta bancaria de El Cairo, pero no tenía el número “de cuenta” de su banco en el banco de Nueva York. Él procedió a dármelo, pero ya era muy tarde para hacer la transferencia ese día, así que tuve que esperar el siguiente día.
En la mañana llamé a nuestro banco a las 10:30 y les pedí que reenviaran la transferencia, ahora con la información necesaria. La respuesta fue que por teléfono no podía hacerse, que debía estar presente para firmar la transferencia, así fuese una retransmisión. Les dije que iba para allá, pero la dama que me atendía me pidió que esperara hasta la una y media de la tarde porque en ese momento “no había línea” en el sistema o no estaba funcionando.
Esperé y miré el reloj. No quería llegar tarde pues sabía que el sistema de transferencias cerraba a las dos de la tarde hora central y si llegaba a la una y media podría nuevamente perder el día. En medio de la espera sonó el teléfono.
Una extraña llamada
Ron estaba en casa cuando sonó el teléfono y lo respondió. Al escuchar lo que decía me di cuenta de que era una llamada extraña. Sacó su bolígrafo y escribió algunas cosas. Luego colgó y se puso pálido. Le pregunté quién era y me respondió que era una persona que vivía en nuestra área y que esta persona le preguntó si el era Ron Wyatt. Él respondió afirmativamente; entonces le explicaron que ellos no tenían idea de qué se trataba esto, pero que un “amigo” los había llamado de Arabia Saudita pidiéndoles que trataran de localizar a alguien de nombre “Ron Wyatt” que vivía en Nashville y que le pidieran que llamara inmediatamente a Arabia Saudita. Esta persona le dio a Ron el número de teléfono. Ron procedió a llamar y escuchó lo siguiente del otro lado de la línea.
(Llamaremos a este hombre en Arabia Saudita “Abu Hesham”). Cuando Ron llamó, este hombre le contó la extraña historia de que él había estado en Egipto hacía unas semanas atrás (los mismos días en que nosotros estuvimos allí) y que estaba particularmente interesado en visitar el Monte Sinaí tradicional. Había alquilado un carro y había manejado hasta el Monasterio de Santa Caterina.
Explicó que pasó varios días explorando la región y que había llegado terriblemente desilusionado. Sabía que este sitio tradicional no era el verdadero, puesto que no habían evidencias ni cumplía con la descripción bíblica. En su camino a Santa Caterina, se detuvo a dormir en el mismo hotel en Nuweiba en el que nosotros nos habíamos quedado. De hecho, él había abandonado el hotel uno o dos días antes de que nosotros llegáramos. En ese momento conoció al “Sr. Sayadin” y le contó que él vivía en Arabia Saudita.
Bien, “Abu Hesham” visitó Santa Caterina y una semana después regresó al motel en Nuweiba, llegando media hora después que nosotros nos habíamos ido. Le contó a Ron que al llegar, el “Sr. Sayadin” salió apresuradamente hacia su carro con una “muy extraña” alegría de verlo. Mientras “Abu Hesham” se registraba, el “Sr. Sayadin” comenzó a contarle de este “Monte Sinaí” en Arabia Saudita e incluso reprodujo el mapa que le habíamos dado esa misma tarde.
“Abu Hesham” estaba muy confundido acerca de la situación, pero escuchó atentamente. Después de todo, él había venido a Egipto a ver el Monte Sinaí. Al progresar la conversación, el “Sr. Sayadin” comenzó a hablar de Ron (aunque no de nombre) e hizo referencias sobre el Arca de Noé. Es aquí donde la historia da un vuelco increíble, que les aseguro es verdadero.
“¡Ese es el hombre!”
“Abu Hesham” le contó a Ron que hacía un año un amigo suyo de Estados Unidos le había enviado una copia en video de un programa de televisión que presentaba a un hombre que había descubierto el Arca de Noé. Él solía transferir las cintas que recibía al formato que usaba en la videograbadora de su casa, a fin de poder usar nuevamente las cintas en su cámara de video. No era muy fácil adquirir ese tipo de cintas de video por allí.
Así que en este viaje a Egipto, “Abu Hesham” había traído diez cintas de video usadas para grabar su viaje. Al llegar al motel en Nuweiba ya había usado nueve de ellas. Después de escuchar al “Sr. Sayadin” hablar de “este hombre” que encontró el Monte Sinaí y el Arca de Noé, se acordó de la cinta que le habían enviado desde Estados Unidos. Buscó en el bolso de su cámara y sacó la cinta que le quedaba sin usar; la colocó en la cámara y le dio a “reproducir”.
Al momento apareció este hombre de barba y cabello gris que había estado en el programa hablando del Arca de Noé y le pasó la cámara de video al “Sr. Sayadin” para que lo viera. Apenas lo vio, comenzó a gritar, “¡Ese es él! ¡Ese es el hombre que se acaba de ir! ¡Él fue el que me dio el mapa!” Está demás decir que todos estaban pasmados.
La cinta era de un programa de TV llamado “Buena Vida” en el que Ron apareció en febrero de 1990 en Clearwater, Florida, en donde habló del Arca de Noé.
Ahora, mientras nosotros estábamos en el hotel, el “Sr. Sayadin” sabía que “Abu Hesham, de Arabia Saudita” regresaría al hotel, puesto que su reservación estaba hecha. El asunto es que mientras él “accedía” a ayudarnos, ya tenía sus propios planes personales. Le daría a “Abu Hesham” el mapa de Jebel el Lawz y le pediría que grabara el área en video para luego viajar a Arabia Saudita y recoger ese video que “Abu Hesham” grabaría. Lo que no le mencionó a “Abu Hesham” era que por hacer eso obtendría 23.500 dólares de parte de Ron.
Mis temores resultaron ser ciertos. El “Sr. Sayadin” no tenía conexiones para entrar en Arabia Saudita como nos había dicho, sino lo que quería era aprovecharse del viaje a Arabia Saudita que se le permite a cada musulmán: el “Haj” o peregrinación a la Meca. Su plan era ir a Arabia Saudita usando su visa “haj” y recoger la película que tomaría “Abu Hesham”.
Debo admitir que el “Sr. Sayadin” fue inteligente. Le extendió a “Abu Hesham” la “alfombre roja”: su habitación, comidas y todo lo que había “en la casa”. El “Sr. Sayadin” estaba motivado, tal como Ron quería, pero su plan no funcionó.
Después de que “Abu Hesham” salió del asombro de todos estos acontecimientos, de haber escuchado la historia del “verdadero Monte Sinaí” y del Arca de Noé y de la “coincidencia” de que el hombre en el video era el mismo que había conocido el “Sr. Sayadin”, regresó a Arabia Saudita donde su propio vehículo lo esperaba al otro lado del golfo. Con el mapa que el “Sr. Sayadin” le dio, manejó directamente hasta Jebel el Lawz y fue a cada uno de los lugares que estaban en el mapa. Tomó fotos y videos de todo lo que pudo. Solo pudo usar la única cinta de video que le quedaba, la del programa de televisión de Ron. Al llegar a su casa puso la copia de ese mismo video que tenía en casa y se enteró que el hombre en el programa de televisión se llamaba Ron Wyatt y que vivía en Nashville, Tennessee, Estados Unidos. ¡Lo primero que hizo fue llamar a un amigo que casualmente se había mudado al área de Nashville y le pidió que ubicara a Ron Wyatt en la guía telefónica, lo llamara y le dijera que llamara a Arabia Saudita inmediatamente!
¡Las oraciones son contestadas!
Volvamos entonces al punto donde Ron llamó a “Abu Hesham”. Cuando “Abu Hesham” terminó de contar su asombrosa historia, este le dijo que quería entregarle el video y todas las fotografías. ¡Nuestras oraciones habían sido contestadas! ¡La llamada se suscitó justo antes de que yo fuera al banco a transferirle al “Sr. Sayadin” los dos mil dólares extra! No solo las oraciones de Ron por la documentación de Jebel el Lawz fue contestada, sino también mi oración por lo del envío del dinero.
El “Sr. Sayadin” había violado flagrantemente el contrato que había hecho con nosotros, lo que nos liberaba automáticamente de cualquier obligación. De hecho, el boleto de avión de Ron al medio oriente para encontrarse con “Abu Hesham” a fin de recibir el video y las fotos del Monte Sinaí costó unos dos mil dólares, ¡la cantidad que íbamos a enviar!
Al cabo de unas semanas teníamos la documentación que Ron había estado esperando desesperadamente durante años.
Ron pasó varios días discutiendo con “Abu Hesham” acerca de Jebel el Lawz y otros temas. Durante su visita, “Abu Hesham” contó su relato y fue grabado en video. Cuando Ron regresó a casa y vio el video, casi no podía creer todo lo que sucedió. “Abu Hesham” se convirtió en un amigo cercano y fue capaz de documentar completamente el área de Jebel el Lawz, Rephidim, Elim, la playa en el Mar Rojo donde la multitud llegó después del cruce y mucho más.
¡Ahora tenemos más de doce horas de video y unas cuatrocientas fotografías! Este es quizás el milagro más espectacular que yo he presenciado. Por ahora, debemos proteger la identidad de “Abu Hesham”. Él nos ha hecho saber que si se descubre que él fotografió esta área correría serio peligro, pues los sauditas la vigilan celosamente en la actualidad.
¿Qué pasó con el “Sr. Sayadin”?
Si les interesa saber qué pasó con el “Sr. Sayadin”, quien trató de aprovecharse de nosotros, él sigue siendo un buen amigo. Nosotros lo llamamos y le dijimos que no le íbamos a transferir el dinero pero que lo veríamos en Egipto en uno o dos meses. Cuando Ron se reunió con él y le dijo que no había ninguna necesidad de que fuera a Arabia Saudita, el “Sr. Sayadin” no hizo objeciones e incluso ofreció devolver los mil quinientos dólares al no haber podido completar el trabajo. Ron y yo estuvimos de acuerdo en decirle que olvidara lo del dinero; de hecho, le dimos más para ayudarlo a montar su propio negocio. Actualmente, tanto él como su familia son buenos amigos y hasta hemos cenado en su casa.
Nunca se hicieron preguntas ni se dieron explicaciones. El “Sr. Sayadin” estaba alegre, “Abu Hesham” extasiado de saber que el Señor lo había usado en una forma tan espectacular, y Ron emocionadísimo. Yo también estaba muy emocionada de ver cómo Dios responde nuestras oraciones. Jamás olvidaré todos estos acontecimientos.
Estamos ansiosos de hacer públicas todas las evidencias. ¿Cuándo? No lo sabemos. Sin embargo, debemos esperar que el Señor disponga el momento y “esperar en él” ¡sin preguntas!
“Abu Hesham” nos dijo que lo más impresionante para él fue el hecho de que él estaba buscando desesperadamente en ese viaje visitar el verdadero lugar a donde Dios entregó los Diez Mandamientos a su pueblo. Deseaba caminar en “tierra santa”. Había pensado que su deseo se haría realidad yendo al Monte Sinaí “tradicional” en Egipto, pero regresó absolutamente decepcionado de allí.
A unos 30 minutos de su llegada al hotel en Nuweiba, tenía en sus manos un mapa que mostraba la ruta a una montaña que cierto hombre afirmaba era el verdadero Monte Sinaí. Siguiendo este extraño mapa, hizo realidad su sueño y más; y como fue obediente a Dios y no aprovechó la oportunidad de presentarse como el “descubridor del Monte Sinaí”, como ciertamente podía haber hecho, ha hecho posible que muchos puedan apreciar muy pronto las maravillosas evidencias del Monte Sinaí. ¡Dios sabe a quien puede confiarle su obra, nosotros no!
“Espera en el Señor”
Honestamente nunca pensamos que llegaríamos a tener la documentación de Jebel el Lawz. ¿Por qué? Porque ya habían pasado cinco o seis años desde que Ron lo había hallado y en cada intento que hacía de contactar a los sauditas lo que obtenía por respuesta era un silencio sepulcral. Pero mi actitud no era la correcta. Mas bien, debo estar dispuesta a hacer lo que el Señor escoja, entendiendo que él tiene un momento para todo. Él espera que todos nosotros lleguemos a ese punto, pues solo así seremos capaces de esperar en él y no confiar en nuestro pobre razonamiento humano, sino ser siervos fieles.
“Sabrás entonces que yo soy el Señor, y que no quedarán avergonzados los que en mí confían” (Isa. 49:23).
“Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor” (Sal. 40:1).
“Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor; yo espero en el Dios de mi *salvación. ¡Mi Dios me escuchará!” (Miq. 7:7).
Ubicación del Monte Sinaí en Madían
Si buscamos en la Biblia dónde está el Monte Sinaí, no es tan difícil de ubicar. Cuando Dios habló con Moisés por primera vez en relación a la gran obra de sacar a su pueblo de la esclavitud egipcia, le dijo a Moisés:
“Yo estaré contigo le respondió Dios. Y te voy a dar una señal de que soy yo quien te envía: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me rendirán culto en esta montaña” (Éxo. 3:12).
Para ubicar exactamente a dónde estaba Moisés cuando ocurrió esta conversación, debemos leer el comienzo del capítulo 3:
“Un día en que Moisés estaba cuidando el rebaño de Jetro, su suegro, que era sacerdote de Madián, llevó las ovejas hasta el otro extremo del desierto y llegó a Horeb, la montaña de Dios. Estando allí, el ángel del Señor se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente. Moisés notó que la zarza estaba envuelta en llamas, pero que no se consumía” (Éxo. 3:1-2).
Esta conversación ocurrió al pie de la “montaña de Dios”. Incluso se le pidió a Moisés que se quitara los zapatos, pues estaba en “tierra santa” (vers. 5). Ahora sabemos que Moisés estaba en Madían, “en el otro extremo del desierto” que pensamos se trata del área opuesta a la parte principal del desierto o el otro lado de la montaña, que servía para delimitar el desierto. Asumimos esto porque para que haya sido “el otro extremo del desierto” debía haber habido algo que marcara una separación entre un extremo y el otro.
Cuando Ron estudió el relato bíblico notó estas referencias—que la montaña a la que Moisés llevó a la gente estaba en Madián, y que el lugar a donde Moisés habló con Dios en la zarza ardiente estaba claramente ubicado “en el otro extremo del desierto”. Con esta información, y el descubrimiento de partes de carros egipcios en el Golfo de Aqaba, buscó una montaña en el lado oriental del golfo que cumpliera con toda esta descripción. Había solo una candidata en su opinión, y esa era Jebel el Lawz.
Sus mapas aéreos mostraban esta montaña casi en un rango semicircular con una vasta área desértica a su alrededor, y espacio más que suficiente para por lo menos un par de millones de personas con sus rebaños.
Además, también había un gran oasis a unas diez o quince millas de distancia. Esta área pudo haber sido el hogar de su suegro Jetro, el pueblo de Al-Bad.
Notó que había un área desértica alrededor de Jebel el Lawz, entre Al-Bad y el pico más alto de esta cadena montañosa. También habían cauces secos o wadis en medio de las montañas por donde Moisés pudo haber guiado al pueblo, llevándolos al “otro extremo del desierto”. Ron estaba convencido de que esta montaña debía ser la que buscaba.
En 1978 compartió su teoría con el autor Rene Noorbergen, quien escribió lo siguiente en su libro de 1982 “Tesoros de las razas perdidas”, en las páginas 163-165:
“La teoría en la que Ron Wyatt fundó su viaje exploratorio al medio oriente se basaba en dos puntos obvios dados por Flavio Josefo y registrados en la Biblia. Ambos mencionan que los hebreos atravesaron el sur de Egipto por el desierto y terminaron en la costa del Mar Rojo en un área donde “las montañas se cerraban con el mar”. El hecho de que el Mar Rojo se extendía en esos tiempos (al menos en nombre) tan lejos como Eilat, en la parte más norte del Golfo de Aqaba, puede leerse en 1 Reyes 9:26: “El rey Salomón también construyó una flota naviera en Ezión Guéber, cerca de Elat en Edom, a orillas del Mar Rojo”. Wyatt razonó, por lo tanto, que los israelitas habían cruzado el Sinaí de oeste a este, alcanzando finalmente un área en la costa oriental (Golfo de Aqaba), donde una cadena montañosa se encuentra con el mar. De acuerdo al registro, los egipcios habían tomado las montañas cerca del área para prevenir que los hebreos se escaparan. También se menciona que después que cruzaron el mar Rojo, Moisés los llevó al “Monte Sinaí, a fin de ofrecer sacrificios a Dios”.
Un examen cuidadoso de la costa oriental de la Península del Sinaí solo muestra un lugar donde dos millones de personas junto a sus manadas pueden haberse reunido, ¡la amplia playa cerca de Nuweiba, cuyo sur está cerrado por montañas escarpadas!
Cerca hay una amplia e inhóspita garganta montañosa conocida como lecho Watir, un antiguo cauce seco que forma un camino natural hacia el desierto del Sinaí, mientras que la Biblia y Josefo indican que Moisés se llevó a los hebreos al Monte Sinaí después que cruzaron el Mar Rojo en lo que se conoce como Arabia Saudita. Curiosamente, no lejos de la otra costa hay una montaña escarpada de nombre Jebel El Lawz, un pico prohibido. ¿Es posible que este sea el Monte Sinaí del que habla Moisés?
Existen muchas teorías en cuanto a la posible ubicación del verdadero Monte Sinaí, y la de Ron Wyatt no suena nada descabellada…”
El Monte Sinaí tradicional en la Península del Sinaí
La ubicación tradicional en la Península del Sinaí no “vio luz” sino hasta casi dos mil años después del éxodo:
“El origen del presente monasterio de Santa Caterina en la cuesta noroeste de Jebel Musa data del año 527 d.C, cuando el emperador Justiniano lo estableció en el lugar en donde Elena, la madre de Constantino el Grande construyó una iglesia pequeña dos siglos atrás” (The Interpreter’s Dictionary of the Bible, 1962, p. 376).
“No hay tradición judía sobre la ubicación geográfica del Monte Sinaí. Parece que su ubicación exacta ya era oscura en los tiempos de la monarquía… los cristianos y los monjes ermitaños, mayormente de Egipto, quienes se establecieron en el sur del Sinaí desde el segundo siglo de la era moderna, se esforzaron repetidamente en identificar la ruta del éxodo con lugares en los que los creyentes pudieran hacer su ruta como peregrinos. La identificación del Monte Sinaí, bien sea con Jebel Sirbal, cerca del Oasis de Firán… o Jebel Musa, puede ser trazada hasta el cuarto siglo de la era moderna” (Enciclopedia Judía, T 14, p. 1599).
En 1761-1767, Von Haven, un miembro de una expedición danesa, escribió, según se reporta en “Arabia Felix: una expedición danesa de 1761-1767, por Thorkild Hansen:
“He observado con anterioridad que no hay posibilidades de que estemos en el Monte Sinaí. El monasterio [de Santa Caterina] fue construido en un angosto valle, que no es ni siquiera lo suficientemente grande para albergar el campamento de un ejercito mediano, mucho menos los 600 mil hombres que acompañaron a Moisés, quienes con sus esposa e hijos, deben haber alcanzado los tres millones de personas”.
La Península de Sinaí = territorio egipcio
Es claro el hecho de que la Península del Sinaí siempre fue considerada territorio egipcio. Hay abundante evidencia de que los egipcios controlaron la Península del Sinaí durante el tiempo del éxodo a causa de las operaciones mineras en el lugar. Esta evidencia arqueológica está aún presente y es evidente hoy en día. La península actualmente no está poblada excepto quienes viven alrededor de unos cuántos oasis, en los que hay estaciones de gasolina que atienden a los viajeros que viajan tanto a la costa del Golfo de Aqaba a practicar submarinismo como a aquellos que acuden a visitar el Monte Sinaí tradicional.
En “Arabia y la Biblia”, por James Montgomery, leemos en la página 311:
“…La tierra al oeste de la línea del cauce seco de Egipto hasta el Golfo Elianitico [Golfo de Aqaba] siempre ha pertenecido a la esfera política egipcia, y actualmente es el límite de Egipto… los árabes del sur llaman a la misma región Msr, por ejemplo, Misraim, Egipto.”
Descripción bíblica del Monte Sinaí y actividad volcánica
“El monte estaba cubierto de humo, porque el Señor había descendido sobre él en medio de fuego. Era tanto el humo que salía del monte, que parecía un horno; todo el monte se sacudía violentamente” (Éxo. 19:18).
“Ante ese espectáculo de truenos y relámpagos, de sonidos de trompeta y de la montaña envuelta en humo, los israelitas temblaban de miedo y se mantenían a distancia” (Éxo. 20:18).
“Temblaron las montañas al ver al Señor, el Dios del Sinaí;
al ver al Señor, el Dios de Israel” (Jue. 5:5).
“La tierra tembló; También destilaron los cielos ante la presencia de Dios; Aquel Sinaí tembló delante de Dios, del Dios de Israel” (Sal. 68:8).
Aquí vemos cómo la Biblia describe claramente cómo la presencia de Dios en el Monte Sinaí causó que la tierra temblara y echara humo, muy parecido a la actividad volcánica. Muchos hombres en el pasado han reconocido este hecho.
Charles Beke, en el siglo XIX, estaba convencido de que el Monte Sinaí era un volcán. Viajó hasta la Península del Sinaí con la esperanza de encontrar la montaña, aduciendo que esta debía mostrar evidencias de actividad volcánica. Sin embargo, su viaje fue frustrante al ver que no solo el Monte Sinaí no era un volcán, ¡sino que tampoco lo eran las otras montañas del Sinaí! Procedió a viajar entonces al noroeste de Arabia en donde descubrió que todo hacia este lado occidental estaba lleno de “harras” o vastos campos de lava y cenizas.
Si el área del Monte Sinaí/Horeb era volcánica, o si la presencia de Dios resultaba ser parecida a la actividad volcánica no importa. La descripción bíblica habla de acontecimientos que resultarían en que el área experimentara estas cosas—y el “fuego consumidor” de la presencia de Dios dejaría una marca indeleble en la montaña.
Tradiciones locales sobre Moisés y Jetro al noroeste de Arabia
También es importante resaltar que los pocos exploradores de esta región encontraron que el área noroeste de Arabia (Madián) tenían una vasta cantidad de tradiciones locales sobre Moisés y Jetro, según cuenta H. St. John Philby acerca de su extensiva exploración del área en su libro “La tierra de Madián” p. 222:
“Desde aquí, mi guía y yo subimos por el acantilado para visitar los “círculos de Jetro” en la cumbre del pico Musalla, desde donde pudimos bajar fácilmente a nuestro campamento en el otro extremo… un montón de piedras marcaban el punto donde se supone que oró y a su alrededor hay numerosos círculos…”
Charles Doughtery recorrió el área completa y en su crónicas “Viajes por el desierto de Arabia”, escribe lo siguiente:
“…Una tradición entre sus ancestros [los habitantes de esta región del noroeste de Arabia] cuenta que ‘muy antiguamente ellos ocupaban todo el país hasta Maan, en donde también Moisés alimentó los rebaños de Jetro el profeta’”.
La investigación de Philby sobre Jebel el Lawz
Si retomamos el relato de Philby donde lo dejamos, leemos:
“Desde aquí [el borde que tenía los ‘Círculos de Jetro’] tuve una vista maravillosa de toda la cadena montañosa de Madián, con Lauz [Lawz] y sus picos hermanos en el noreste y un poco al norte del este de Maqla, con el valle de al-Numair separando el último del canto inferior de All Marra, extendiéndose de este a sudeste, en donde los dos picos de Hurab se yerguen frente de la gran cadena de Zuhd, que llega hasta un punto no lejos del mar, en dirección al sur… pero el punto que más captó mi atención fue un delicado afloramiento bifurcado de granito que se convierte en un candidato obvio para ser identificado como el Monte Horeb del Éxodo… el único candidato para el honor que puede reclamar haber preservado el nombre… de acuerdo a Hasballah, el nombre Hurab se aplica principalmente al lecho seco [el cañón], mientras que él llama a la montaña Al Manifa (que significa simplemente ‘alta’)”.
¡Al examinarla en el mapa, este lecho Hurab puede verse extenderse directamente hasta el pie de Jebel el Lawz la montaña más alta de la región! Continuemos con la narrativa de Philby:
“…El pico principal de Lauz, parcialmente escondido entre las nubes, se levantaba hacia el sureste de nuestra posición… la parte más alta del valle variaba entre 500 y 1500 yardas de anchura, con valles más anchos que permiten vistas hermosas de las grandes montañas, incluyendo la cumbre de Lauz, en la que parece haber un parche de nieve. El guía confirmó que se trataba de nieve. De ser así, era la primera vez que yo veía nieve en Arabia Saudita… Burton nunca había examinado los canales de Lauz o de las otras montañas de la cadena de Madián, por lo que no se descarta que puedan contener minerales de varios tipos. La pirámide de basalto de Maqla lucía relativamente fácil de ascender, pero el escarpado de granito de los picos de Lauz necesitarían de más tiempo y energías de los que tengo a mi disposición. Hasta donde tengo entendido, estas nunca han sido ascendidas por ningún ser humano”.
Comentarios bíblicos acerca de “Madían” y “el Sinaí”
Todas estas citas solo confirman que en el siglo pasado los hombres se sintieron motivados a investigar las evidencias de la ubicación real del Monte Sinaí, ya que el sitio tradicional sencillamente no encajaba con la descripción bíblica. Por alguna razón, muchos eruditos bíblicos simplemente ignoraron el hecho bíblico de que el Monte Sinaí estaba en Madián. Una revisión rápida de varios comentarios bíblicos muestra que la ubicación de Madián es aceptada generalmente como en Arabia Saudita.
“Madián, un hijo de Abraham y de Cetura (Gén. xxv.2; 1 Cró. i.32); progenitor de los madianitas o de los árabes que habitan principalmente en el desierto al norte de la península de Arabia. Hacia el sur, se extendieron por la costa este del Golfo de Eyleh [Golfo de Aqaba]…” “Diccionario Bíblico de Smith”, bajo el término “Madián”.
Sin embargo, en el mismo libro encontramos bajo el término “Monte Sinaí” la ubicación tradicional en la Península del Sinaí.
¿Ha notado alguien la referencia de Pablo al Monte Sinaí?:
“Agar representa el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la actual ciudad de Jerusalén, porque junto con sus hijos vive en esclavitud” (Gál. 4:25).
El “Comentario Bíblico de Peake” lo nota, según se explica en el texto acerca del pasaje:
“Sus madres representan igualmente las dos dispensaciones. Agar representa la que fue dada en el Monte Sinaí, que Pablo resalta que está ubicado en Arabia, la tierra hacia la que Madián se llevó a su hijo”.
Tenemos numerosos comentarios que ubican a Madían en Arabia Saudita, pero muy pocos que ubican al Monte Sinaí allí. ¿Por qué? En nuestra opinión, Dios permitió que la verdadera localización no se conociera hasta que vio propicio que fuese revelada. Si estudiamos cuidadosamente las evidencias que ha revelado la arqueología, veremos que la vasta mayoría comenzó a salir a la luz pública a partir de 1800, la época en la historia del mundo en que estas cosas podrían ser presentadas a través de libros y publicaciones. De haber sido conocidas durante cualquier período de tiempo, no habría quedado evidencia disponible.
“Las evidencias bíblicas que conectan al Monte Sinaí con el Monte Seir, Edom y la tierra de Madián parecen ubicar claramente esta región al este del Golfo Aelanitico (g. de Akaba); según lo señalan Beke (1834), Walhausen (1886), Sayce (1894), Moore (1895), Shede (1897), Gall (1898),Gunkel (1903), Edward Meyer (1906), Schmidt (1908), Gressmann (1913), Haupt (1914) y Alois Musil en `The Northern Hegaz” (1911)” “On the Track of the Exodus” por C.C. Robertson, p. 87.
JEBEL EL LAWZ – LA EVIDENCIA EN LA MONTAÑA
Lo primero que Ron notó al ver Jebel el Lawz en 1984 fue que el pico más alto de la cadena montañosa lucía distintivamente negro. Cuando uno se para en la base de la montaña—justo afuera de los marcadores de los límites de los que hablamos anteriormente, el pico más alto que puede verse parece como si estuviera cubierto de carbón. Cuando “Abu Hesham”
Escaló la montaña un poco al norte de este pico y miró al sur, pudo apreciar todo este parche “negro” en su totalidad. Luce exactamente como si el tope de la montaña Lawz se hubiese chamuscado.
“El monte estaba cubierto de humo, porque el Señor había descendido sobre él en medio de fuego” (Éxo 19:18).
Los “límites” establecidos por Moisés
“Pon un cerco alrededor del monte para que el pueblo no pase. Diles que no suban al monte, y que ni siquiera pongan un pie en él, pues cualquiera que lo toque será condenado a muerte” (Éxo. 19:12).
El área del “precinto sagrado”, la sección que Moisés estableció bajo dirección divina para demarcar los límites al pie de la montaña, está rodeada de unas inmensas columnas de 18 pies de diámetro (5,4 m). Estas no pueden verse sino examinando detalladamente el lugar, ya que después de 3400 años de polvo y rocas acumulándose sobre ellas se ha elevado mucho el nivel del suelo.
Hoy solo pueden verse los topes de algunas de ellas sobresaliendo del suelo unas pocas pulgadas. Una de estas columnas fue parcialmente excavada cuando Ron y Dave estuvieron allí en 1985. Su construcción es como sigue: la pared o “capa” exterior, construida con rocas del tamaño de un ladrillo tiene 18 pies de diámetro, similar a las grandes columnas egipcias.
Adentro de esta pared externa hay otra pared interna varios pies más pequeña, y entre estas dos paredes están colocadas verticalmente otras piedras del mismo tamaño. Su ubicación puede verse fácilmente pues el suelo solo cubre unos veinte pies (6 m) de su superficie.
La evidencia muestra que se extienden de norte a sur en una línea casi recta, terminando en el lecho seco de un río que comienza en la montaña, baja por un lado y se extiende en dirección este (ver Deu. 9:21).
Las columnas limítrofes comienzan de nuevo por el lado sur del lecho, recorren el este, luego al sur y después al oeste, desde donde se extienden por todo el lado sur de la montaña.
El altar en la base de la montaña
Entre estos límites, cerca del punto donde la base de la montaña alcanza el nivel del suelo, se encuentran los restos de un gran altar hecho de piedras no esculpidas.
El precinto santo
Cuando se mira hacia el oeste, el área del precinto santo puede apreciarse. Inmediatamente hacia la derecha está una parte de la montaña que presenta dos “picos”. Justo debajo de estos picos, en la base de la montaña, se ve una cueva. En el pico de la derecha hay dos peñones extremadamente grandes con un árbol solitario en medio de ellos.
Este extraño árbol que aparentemente crece en medio del granito, fue una de las primeras cosas que Ron notó cuando vio la montaña por primera vez, y sirve para identificar positivamente la montaña.
En un área con millas y millas de montaña, este sitio particular es inconfundible. Al ver el árbol, sabemos que estamos allí. ¡De hecho, “Abu Hesham” le contó a Ron que él se dio cuenta de que estaba en la montaña correcta cuando levantó la mirada y vio el árbol entre los dos peñascos de granito!
En arqueología hay tres cosas que suelen presentarse en un sitio arqueológico importante: primero, obviamente, la evidencia física. Segundo, se encuentran inscripciones antiguas en el área que identifican o conectan el descubrimiento con el lugar. Finalmente, y muy importante, el estudio de las tradiciones locales que ha pasado de generación en generación entre los nativos de la región.
Como mencionamos anteriormente, el beduino Ibrahim Frich les habló a Ron y a Dave de “Jebel Musa Henna” cuando ellos estaban en Jebel el Lawz. En otras palabras, las personas locales se referían a esta montaña como la “montaña de Moisés”.
Pero hay una referencia en un libro escrito cerca del 650 d.C. que habla de un árbol en Sinaí, escrito por un hombre que vivió y conocía el oeste de Arabia Saudita. Ese libro es el Corán. Quien habla en ese pasaje supuestamente es Dios o Alá, quien se refiere a sí mismo en plural:
“Creamos para vosotros… un árbol salido del monte Sinaí, que produce aceite y condimento…” (El Corán, capítulo (Sura) “los creyentes”, vers. 20).
Sabemos de por sí que Mahoma, el autor del Corán, visitó el área al menos una vez. Cerca del año 631 d.C., concluyó el tratado de paz con el jefe cristiano de Aqaba y de las tribus judías en el oasis de magna. Esta es el área inmediata al norte y al sur de Jebel el Lawz –en el área circundante que puede recorrerse a pie.
En la cara de la montaña, como mirando el precinto santo desde afuera, se extiende la evidencia de un antiguo río o arroyo que se originaba en lo alto de la montaña. Las aguas fluían hacia la parte sur de este precinto religioso, tomando hacia el este, siguiendo el borde de los marcadores del límite, para dar la vuelta y regresar al norte. Su ruta es aún visible hoy en día. La Biblia nos habla de esto:
“Luego agarré el becerro que ustedes se fabricaron, ese ídolo que los hizo pecar, y lo quemé en el fuego; lo desmenucé y lo reduje a polvo fino, y arrojé el polvo al arroyo que baja de la montaña” (Deu. 9:21).
De nuevo leemos en el Corán, donde según parece, la gente de esta área conocía muy bien la ubicación del Monte Sinaí y este arroyo.
“Moisés… dijo… Puedo distinguir un fuego… cuando se aproximó a él, exclamó una voz desde la ladera derecha del lecho del río, desde el árbol en tierra bendecida: “¡Oh Moisés! ¡En verdad, Yo soy Dios…” (El Corán, capítulo `La Historia’, vers. 29-30.)
¡Esta es una descripción asombrosa de una escena que encaja perfectamente con la evidencia hallada en el lugar! La “tierra bendecida” es el área al pie de la montaña con el tope quemado, la cual está protegida en tres lados por las montañas. El árbol está justo a la derecha del río, algo que también encaja con la descripción.
Igual de interesante, tomando en cuenta de que se trata de una tradición árabe según se registra en el Corán, es lo siguiente:
“Y no estabas en la ladera de poniente [del monte Sinaí] cuando impusimos la Ley a Moisés, ni estabas entre quienes fueron testigos…” (Ibid, vers. 44).
¡Este lenguaje ilustrativo indica que la persona a la que se le habla no estaba al “poniente” o lado oeste de la montaña; ni en el lado este, en donde estaban los testigos!
El altar del becerro de oro
Como dijimos, la evidencia que hizo que los arqueólogos sauditas dijeran que este era un descubrimiento arqueológico importante fueron los petroglifos en el altar que se encuentra al este del precinto sagrado. De hecho, cuando se mira hacia el área sagrada desde el tope de la montaña, este altar está casi al frente. Esta ubicado aproximadamente a una milla (1,5 km) o más de la base de la montaña. Al leer la descripción bíblica de este acontecimiento, nos damos cuenta que el lugar encaja perfectamente con ésta:
“Moisés volvió entonces del monte. Cuando bajó, traía en sus manos las dos tablas de la ley, las cuales estaban escritas por sus dos lados. Tanto las tablas como la escritura grabada en ellas eran obra de Dios. Cuando Josué oyó el ruido y los gritos del pueblo, le dijo a Moisés: Se oyen en el campamento gritos de guerra. Pero Moisés respondió: Lo que escucho no son gritos de victoria, ni tampoco lamentos de derrota; más bien, lo que escucho son canciones. Cuando Moisés se acercó al campamento y vio el becerro y las danzas, ardió en ira y arrojó de sus manos las tablas de la ley, haciéndolas pedazos al pie del monte. Tomó entonces el becerro que habían hecho, lo arrojó al fuego y, luego de machacarlo hasta hacerlo polvo, lo esparció en el agua y se la dio a beber a los israelitas (Éxo. 32:15-20).
Podemos imaginarnos a Moisés y a Josué contemplando el área desde las alturas, preparándose para su descenso final. Observan más allá del precinto sagrado y justo afuera de las columnas que marcan sus límites. El pueblo está en gran conmoción, cantando y danzando. Más allá de la gran multitud, cerca de una pequeña colina, se encuentra el altar del becerro de oro.
Mientras caminan por el precinto sagrado, cerca del campamento, justo por dentro de sus límites, pueden apreciar claramente el becerro de oro sobre el altar. Moisés arroja las tablas de piedra, justo adentro del precinto sagrado, pero a la vista del pueblo. Continúa caminando hacia adelante, directamente hacia Aarón y el altar. Tomando el becerro de oro, lo echa en el fuego que Aarón usó para derretir el oro en su fabricación (ver versículo 24).
Con el becerro derretido y convertido en una materia amorfa, se sube al altar y lo muele hasta convertirlo en polvo. Se lleva entonces la gran pila de polvo de oro al riachuelo que fluye hacia las afueras del precinto sagrado. Como nadie puede aventurarse afuera de los límites de este, quienquiera que beba de sus aguas no puede escapar de la contaminación del oro vertido en ella. Probablemente el campamento completo experimentó terribles problemas estomacales a causa del oro.
¡Hasta aquí, las evidencias de Jebel el Lawz encajan en la descripción bíblica perfectamente!
El altar al pie de la montaña
Si nos paramos afuera de las columnas y miramos directamente al oeste, hacia el precinto sagrado, cerca del pie de la montaña a la izquierda está un altar hecho de rocas no labradas. El tamaño del altar es de aproximadamente el alto del hombro de Ron, pero si se le da la vuelta, la inclinación del terreno detrás de este hace que su altura disminuya hasta el alto de la rodilla.
“Si me hacen un altar de piedra, no lo construyan con piedras labradas, pues las herramientas profanan la piedra. Y no le pongan escalones a mi altar, no sea que al subir se les vean los genitales” (Éxo. 20:25).
Nuevamente, el altar encaja perfectamente con la descripción bíblica. Las piedras están en su forma natural y no hay escalones. Moisés pudo haber hecho fácilmente las ofrendas sobre este entrando por detrás del altar, de frente a la congregación.
Extendiéndose desde este altar, a un ángulo de 90 grados, hay una especie de pared de aspecto no natural. Tal vez allí era donde se sacrificaban los animales o quizá era la fundación de alguna especie de edificación o de tienda.
Los doce pilares
“Moisés puso entonces por escrito lo que el Señor había dicho. A la mañana siguiente, madrugó y levantó un altar al pie del monte, y en representación de las doce tribus de Israel consagró doce piedras” (Éxo. 24:4).
Con esta información y los doce pilares, analizamos la palabra aquí traducida como “piedras”, que es “matstsebah”. ¿Acaso es esta el origen de la palabra “massebah”, que es un término que define un pilar de una sola pieza?
Si es así, asumimos que estos pilares eran simples piedras levantadas y no columnas construidas con varias rocas apiladas. Pero hay otro ejemplo que podemos analizar:
“Los israelitas hicieron lo que Josué les ordenó, según las instrucciones del Señor. Tomaron las piedras del cauce del Jordán, conforme al número de las tribus, las llevaron hasta el campamento y las colocaron allí. Además, Josué colocó doce piedras en el cauce del río donde se detuvieron los sacerdotes que llevaban el arca del pacto. Esas piedras siguen allí hasta el día de hoy” (Jos. 4:8-9).
Sin duda alguna estas eran piedras individuales. De esta manera, podemos esperar que los “pilares” que Moisés erigió no estaban construidos de numerosas piedras juntas. Hacia la derecha del precinto sagrado, y cerca del frente (mirando hacia el este del área) hay un semicírculo de doce piedras de granito grandes de unos seis pies de ancho por nueve de alto (2 x 3 m) según cálculos realizados basados en el desnivel del piso. Estas, al igual que las columnas de cinco metros de diámetro, están también cubiertas de suelo aluvial que ha sido depositado en el área por las lluvias anuales, por lo que solo se ven sus topes.
El tabernáculo de mármol blanco
Cerca del altar en la base de la montaña se encuentran los restos de algún tipo de tabernáculo construido de mármol blanco puro y pulido. Su estilo indica que es de una fecha muy posterior. Era redondo, con ocho juegos de columnas dobles en intervalos pares. Su techo era un domo pulido. Las piezas de las columnas tienen unas 21 pulgadas de diámetro (53 cm), con una medida equivalente a 20,6 pulgadas (52,3 cm)—el codo real usado en el Arca de Noé y en la fabricación del Tabernáculo y de su mobiliario. Este no es el único existente en el área, y fueron vistos por Ron en su primer viaje al lugar en 1984.
Cuando Ron y Dave exploraron la región de forma separada como lo dispuso el equipo de interrogaciones, Ron encontró un pedazo de mármol blanco con una inscripción en hebreo arcaico, que tuvo que encomendar a la memoria y enterrarlo, sin mencionar nada a los sauditas. Ron cree que podría probar con esa pieza que Salomón erigió esos tabernáculos si tuviera la posibilidad de volver y recuperarla.
Rephidim
Justo en el lado oeste de la cadena montañosa, opuesto al precinto sagrado, hay un área que presenta una roca impresionante de seis pisos de alto ubicada sobre una colina de unos 200 pies de altura (60 m). Esta roca tiene una profunda grieta o hendidura en todo su centro y muestra señales inequívocas de erosión por agua y evidencia de que numerosas fuentes salieron de ella en varias direcciones.
A unas doscientas yardas (182 m) de esta roca hay otro altar, similar en construcción al del precinto sagrado. Éxodo 17:25 dice: “Moisés edificó un altar…” Esta área también presenta una inmensa planicie en donde pudo haber ocurrido la batalla contra los amalecitas.
La evidencia arqueológica es arrolladora, y solo hemos tocado una pequeña parte de ella. Cuando podamos hacerlo sin comprometer la seguridad de la familia de “Abu Hesham”, todo se hará público y estará disponible en video y en publicaciones. ¡Por ahora debemos seguir siendo pacientes!
Coordenadas
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